ELEGAR, CAPITAL DE ALSTEN. Elara parpadeó. ¿Realmente lo había hecho? El hermoso vestido de boda de Madame Veloura estaba sobre el cuerpo de la princesa. Todos esos diamantes realzaban el vestido de una manera única, sin nada existente que pudiera compararse en belleza. La dama de compañía tragó saliva, anonadada ante la imagen de una manera tan profunda que sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas. —Es hermoso, alteza. Ivannia lo hizo primero por curiosidad, pero cuando lo tuvo, pues fue imposible que deseara quitárselo. Cada centímetro del vestido estaba ajustado directamente para ella. No apretaba, pero tampoco estaba holgado. Las perlas tenían una circunferencia tan perfecta que por mucho que la princesa insistió en buscar, no les encontró ningún error. Las ostras casi nunc

