THORNEY.
Los rumores son sutiles pero a la vez peligrosos y cuando se toman decisiones tan aberrantes, también se debe ser capaz de tolerar las consecuencias. Una mujer fue sujetada del cuello cuando caminaba por un callejón oscuro en las calles de Thorney cerca de media noche. Su cuello fue sujetado con una cuerda del mismo calibre y color con la que fue sujetada Anastasia Edevane.
En un arranque de desesperación, la mujer metió sus dedos entre el cuello y la cuerda para mermar un poco la falta de aire, pero los cielos o la propia conciencia le dicto que no iba a salir viva de allí. Durante muchos años sirvió como dama de compañía de Lady Edevane, pero cuando la encontraron colgada de aquel árbol decidió salir huyendo de la casa en vez de quedarse a esperar que ella siguiera el mismo destino. No iba a negarlo. La pobre mujer estaba que temblaba de miedo porque sabía que su señora no se suicidó como todo el mundo decía. Llevaba con ella toda la vida y se sintió molesta e indignada de que ni siquiera recibiera un entierro digno. Su rabia y dolor de ver a su señora y amiga colgada en ese maldito árbol, la llevaron a hablar y a decir lo que ella sospechaba.
Anastasia Edevane fue asesinada por su propio marido.
¿Cómo podía hombre tener tal sangre fría?
Anastasia hizo lo que pudo con tal de darle un hijo. Se le veía llorar por las esquinas de la casa cada vez que encontraba sus sabanas llenas de sangre y se comprometía como ninguna a la hora de seducir a su marido con tal de lograr el cometido. Era fuerte, resistente, pues aunque el dolor de la perdida crecía en su alma, siempre mostraba una sonrisa y vestía ropa hermosa con tal de que su marido volteara en su dirección. La sirvienta no podía decir que Derick la trataba mal, porque mentiría, aunque claro, el hombre se marchaba durante largas temporadas y resumía su presencia en casa a máximo cuatro meses, de los doce que tenía el año. Su amor eran las batalla, las estrategias de guerra y la autoridad, como todo Edevane debía ser.
—Parece que disfrutas de crear rumores—susurró el hombre a sus espaldas mientras apretaba la cuerda con más fuerza para asfixiarla de una vez por todas—. Debiste haberte quedado en casa o en su caso permanecer callada. Tus acciones han enfadado a los Edevane y por eso estás muerta, como todo aquel que osa meterse en sus planes.
La cuerda se aferró a su piel con tanta fuerza que fue obligada a sacar sus dedos, aquellos que dedos que le permitían al menos alcanzar un poco de aire. En aquel momento su cuerpo dejó de recibir oxígeno. La cuerda fue zocada y la mujer comenzó a mover sus manos y pies con desesperación mientras la vida se le esfumaba en sus últimos intentos por tomar una bocanada de aire. Poco a poco su cuerpo fue dejando de moverse y el hombre decidió soltarla para posteriormente dejarla tirada en aquellos solitarios callejones. Un muerto en las calles de Thorney no era una sorpresa, menos en una zona tan peligrosa, sin embargo, el hombre lamentaría no haber comprobado que la mujer no volviera a respirar.
ELEGAR, CAPITAL DEL REINO DE ALSTEN.
Un monstruo, eso era el rumor que asolaba a los Edevane e Ivannia no podía estar más divertida al respecto. Tomaba el té con una sonrisa naciente en esos labios y no pudo evitar explotar en una carcajada luego de leer la nota que Novak le habia hecho llegar.
Derick Edevane está en el ojo del huracán. El monstruo de los rumores lo ha tomado como víctima—LN.
En las últimas semanas, habían pasado cosas de lo más interesantes. Primero habia vuelto a ver a Eldaran Blackthorn con un nuevo pretexto y el hombre cada vez le agradaba más, especialmente cuando no tenía reparos en decir lo que pensaba, aunque la reina pudiera tomarlo como un reproche. Era un hombre directo que sabía hablar cuando sentía que habia una injusticia y los comentarios en el palacio sobre el apuesto caballero que visitaba a la princesa no se hicieron esperar.
Le agradaba así que una vez que lo pensara con atención—cosa que ya no distaba mucho—, Ivannia iba a mostrarle su carta a Blackthorn y le propondría un matrimonio que para ambos, sería un mar de beneficios. Los pasos de una mujer alertaron su tranquilidad, así que guardo la nota en la manga de su vestido y observó como su madre tomaba asiento en la mesa. Ivannia estaba desayunando en el jardín, con los sanos rayos del sol impactando su rostro para darle más vida y con los cielos azules dándole una hermosa imagen.
La reina no parecía contenta. Dejó en la mesa una carta que Ivannia tomó de inmediato y al leerla se dio cuenta que era exactamente lo mismo que Novak habia escrito. Era una carta dirigida a su padre por lo que el rostro de Gianna le reveló que el rey, ya la habia leído.
—¿Sabías en lo que esto se ha convertido?
—Me enteré hace poco. Una pena que Derick esté siendo acusado de tan macabro crimen, aunque ambas ya habíamos hablado al respecto—respondió Ivannia.
—Las cosas se salieron de control. Van a investigarlo.
—Bueno, como todo crimen en Alsten. La justicia hace que un reino sea saludable y que sobre todo, sus calles no estén llenas de muertos. Estoy contenta de que la justicia se aplique sin distinción de clase social cuando existe crimen.
Los ojos de su madre no parecían nada felices.
—Envía una carta el gobernador de Thorney y pídele que se detenga de inmediato. Los Edevane no deben ser deshonrados de esta manera. Suficiente han tenido con el pasado y por la manera en la que te estás comportando me doy cuenta que no tenías pensando hacer nada al respecto.
—Iba a dejar que la justicia corriera como debe.
La reina se puso de pie molesta.
—¡Son tu familia Ivannia!
—Si son asesinos deben pagar por ello.
Gianna enrojeció de molestia pero buscó calmarse. Se inclinó sobre la mesa y le dijo a su hija lo que pensaba al respecto aunque eso la enfadara. Ella no estaba de acuerdo con que permitiera que esas cosas pasaran. Siempre, sin importar nada consideraría a los Edevane como su familia.
—Ivannia Edevane—comenzó diciendo la reina—, ese sería tu nombre si no hubieran seguido las normas que dictaminan que rey o reina, el heredero lleva primero el apellido Luxemburg. Le he dicho a tu padre que ya te estás encargando de dar tu respaldo a los Edevane, porque ni en tus mejores sueños pienses que vas a dejar estos rumores a la deriva. Si tu padre se entera de que no has hecho nada, es capaz de pararse de la cama y hacerlo el mismo.
—¿Por qué papá hace esto por ellos? ¿Por qué no puede dejar que las cosas fluyan como se debe? Si Derick asesinó a Lady Edevane debe ser encerrado como cualquier otro criminal y pagar por ello. En mi reinado no toleraré esas injusticias y no comenzaré a permitirlas ahora que aún soy princesa. La injusticia es una práctica que un rey no debe aceptar, porque como la corrupción, pudre a su corte.
Gianna estaba segura que no hablaba solo de justicia.
—¿Por qué no aceptas que lo odias y por eso disfrutas de esto? Estás siendo un poco hipócrita y es un pecado refugiar los odios del corazón fingiendo justicia.
Eso fue una bofetada.
Aunque Ivannia quisiera excusarse y decirle que no estaba en lo correcto, su madre, quien la conocía mejor que nadie le habia dado una verdad rotunda. Si los Edevane fueran de su agrado mandaría la carta de inmediato, es más, viajaría a Thorney para hablar con el gobernador y quitar de una vez por todas la presión de los Greenway, pues era un hecho que la familia de Anastasia ya no parecía tan fiel a Darko luego de esos rumores. No le importaba la justicia, le importaba que el karma hiciera pagar a Derick y fuera humillado de la misma manera que sus palabras la humillaron a ella. Tragó saliva reconociendo la verdad.
La muerte de Anastasia le importaba poco y si Derick no le causara tanta molestia, le importarían un carajo, quién fue su asesino. Verse cara a cara con ese reflejo, le causó náuseas. Su madre no tuvo reparos en reflejarla y eso hizo que los ojos de Ivannia se llenaran de lágrimas.
—Yo no meteré mis manos al fuego por nadie. Menos por Derick Edevane. Lo que pase con él no me importa.
La princesa dejó la servilleta en la mesa y se puso de pie.
El desayuno le sentó mal en el estómago. Se disponía a marcharse pero su madre le gritó unas palabras que la detuvieron y la llenaron de rabia, no porque fueran mentira, si no por la verdad que escondían.
—Mira tus fronteras Ivannia. Mira lo feliz que está tu gente al saber que la princesa dejó atrás su orgullo para darle paso al hombre que es capaz de garantizar su seguridad. Derick Edevane puede ser el hombre más malvado del reino pero tiene sus ojos puestos en la seguridad de tus fronteras y de alguna manera, también de tu corona. ¿Crees que a la plebe le importa lo que pasó con Lady Edevane? ¡No, joder, no! A quien realmente le importa es a aquellos que le tienen envidia a ese apellido, a la clase alta, a los Greenway.
—¿Entonces que quieres?
—Envía esa carta a Thorney y detenlo de una vez. Los Edevane estarán agradecidos contigo por ello—dijo su madre haciendo que la rabia de Ivannia cambiara a algo diferente. Se dejó nublar por el enfado tanto que no se dio cuenta lo que esa carta significaba. Derick Edevane estaba en problemas y ella podía aprovecharlo para ponerlo a sus pies. Rara vez un Edevane cometía un error así.
Abandonó a su madre solo para enviar un mensaje.
—Quiero a Derick Edevane en Elegar lo antes posible.
Ahora ella no le debería un favor.
Ahora él y su reputación dependían de ella.
(…)
Era de noche. Una fuerte tormenta caía con inclemencia sobre la capital de Alsten. Las cortinas se sacudían con fuerza debido a los vientos casi huracanados. Ivannia mantenía su mano ocupada con la pluma mientras escribía algunas cartas tranquilizadoras a los gobernadores provinciales que tenían frontera con Abbey. Usó frases como:
La corona no les abandonará y Abbey volverá a ser parte de Alsten. No dejen que la preocupación permita que la paranoia les envenene el corazón.
Esas fueron las palabras que la princesa se habia tomado la molestia de redactar sin saber exactamente si podía garantizarlo. Acarició su sien con sus manos y mantuvo sus ojos sobre la carta. Ojalá las palabras sirvieran para controlar las almas dolidas de sus súbditos. Una nueva noticia habia llegado a los oídos de la capital. El Khaan de Khasar habia convertido a las mujeres respetables de familia en las esclavas sexuales de los hombres, mientras que los niños eran tomados como esclavos para trabajos forzados. Los hombres que alguna vez fueron ciudadanos sabios de Alsten estaban en su mayoría muertos o siendo sometidos a construcciones casi imposibles que mantuvieran a salvo a los invasores. Sin darse cuenta, la carta comenzó a humedecerse haciendo que la tinta se corriera.
Ivannia estaba llorando.
Cubrió su rostro y se permitió que un sollozo escapara de su garganta pensando en que sus errores ahora pasaban factura a su pueblo y por primera vez consideró que su decisión osada decisión de divorciarse fue errada. ¿Lo mejor hubiera sido sacrificar su dignidad y lanzarse al matadero?
Cuando ocurrió aquella boda fatídica era joven y aunque se mostrara fuerte estaba aterrada de que al final el poder y la manipulación de Derick la volvieran polvo. Ahora ya no era tan joven y tenía poder e influencias, cosas que antes para ella no existían. Volverse regente la hizo conocer al reino, conocer los problemas y conocer su pueblo. Ahora tenía una presencia que pesaba y ya no era esa chica joven que caminaba con miedo a caerse delante de la gente cuando seguía a su padre. La enfermedad del rey la orilló a hacerse de responsabilidad y de sacar la fortaleza de hasta debajo de las piedras para no ser quebrantada con el peso de las responsabilidades.
Limpió sus lágrimas.
No iba a llorar más.
Llevaba un par de días pensando en que hacer con Derick. Iba a ayudarlo y de hecho, ya tenía escrita la carta que iba a mandar al gobernador diciendo que consideraba un insulto que su la familia de su distinguido tío y familia directa del rey, fueran acusados de manera tan ruin. Se atrevió a escribir que era un insulto para la corona y eso, sin duda, le pondría los bellos de punta al gobernador que iba a desistir de la investigación de inmediato. La carta estaba en la mesa así que la tomó en sus manos.
Alejarlo era lo que quería, pero lo necesitaba. Necesitaba acelerar la salvaguarda de su pueblo y sobre todo, que la máquina bélica de Alsten comenzara a moverse en dirección de Abbey. No podía seguir permitiendo el sufrimiento de su pueblo de esa manera solo por su orgullo.
Iba a cambiar su apoyo militar, por limpiar su nombre, esa sería su propuesta. Le daría su respaldo, iba a tolerarlo en su corte y le daría los medios necesarios para cumplir el cometido. Los Edevane volverían a la corte, eso era lo máximo que podía ofrecer y ella sentía que era un buen trato. Llamó a su dama de compañía para que le preparara un baño caliente. Necesitaba calmar las preocupaciones del dia y también silencio. Estuvo cuatro horas escuchando a los ministros hablar mierda entre ellos y ya estaba harta.
—¿Está segura que no quiere que me quede?
—No. Ve a dormir. Es tarde.
—Gracias, Alteza.
Ivannia sonrió al ver la sonrisa en los labios de la chica. Usualmente, las reglas dictaban que debía tener al menos diez personas a su lado, pero no necesitaba tanta gente cuando una sola persona podía hacer el trabajo sin problemas. Odiaba el bullicio y el caos que podía dar tener a diez personas en la misma habitación diciendo que su pelo se vería mejor en un moño, que suelto.
Se metió a la enorme bañera llena de sales de baño y sumergió su rostro eliminando el ruido del viento y de la propia rubia en su techo. Deseaba tener esa misma paz todo el tiempo. Abrió sus ojos y observó el techo dorado. Todo se iba a acomodar en su lugar. El tiempo corrió demasiado rápido dentro, así que cuando sintió que el frío aumentaba, tomó una toalla y descalza caminó hacia su habitación.
Secó su cabello con delicadeza y después dejó caer la toalla revelando su desnudez. Tomó el delicado vestido se seda blanca y se metió dentro, sin ropa interior debajo. Era más cómodo dormir así luego de permanecer atrapada en un corsé todo el tiempo. Tenía un cabello tan largo que rozaba su trasero y caía con ligeras y perfectas hondas. La princesa peinaba su cabello de manera delicada para no arruinarlo y se sonrió así misma.
Vaya que era bonita.
Estaba tan concentrada en su reflejo en el espejo, que al momento de dejar de enfocarse, se dio cuenta de una presencia que permanecía acostada descaradamente en su cama observándola. Hubiera gritado, pero se quedó tan pasmada que tuvo que parpadear para corroborar que efectivamente él estaba en su habitación.
Lo primero que hizo fue instintivo, lanzó el cepillo en dirección de la cama haciendo que el hombre lo atrapara al aire. Demonios, sus reflejos eran rápidos.
—Vaya, vaya. Su alteza es demasiado rápida.
—¿Qué demonios haces aquí?
Derick Edevane levantó su mano y le mostró la orden.
—Su alteza la reina desea una entrevista.
—Creo que olvidaste leer la parte que era oficial. No tienes absolutamente nada que hacer aquí. ¿Cómo demonios entraste? ¿Cómo puedes osar visitar mis aposentos de esta manera tan descarada?—vociferó dándose cuenta que la habia visto completamente desnuda. No le molestaba que lo hubiera hecho, ni tampoco le avergonzaba, sin embargo, estaba muy enojada por la osadía. Derick sonrió con descaro.
Observó sus ropas. Estaban un poco mojadas y luego, al ver el armario abierto, se dio cuenta que habia entrado por el pasadizo. ¿Cómo era posible que lo supiera?
—Parece que guardas secretos, Vannie.
—Estás mojado.
—Está lloviendo.
—Sal de mi cama. Vas a mojar las sabanas.
El hombre se puso de pie y se dirigió al armario para cerrarlo. Después, comenzó a desabrochar los botones de su casaca y sin recato alguno comenzó a sacarse la ropa. La princesa no podía crecer que pudiera ser tan descarado.
—¿Qué crees que estás haciendo Edevane?
—Dijiste que iba a mojar la cama. Me estoy quitando la ropa. La dejaré por algún lado y en unas horas estará seca.
—¿Piensas irte desnudo?
—¿Y quién te ha dicho que voy a irme?—preguntó con diversión viendo la cara consternada de Ivannia—. Recibí una notificación. Es tu deber albergarme en el palacio porque fuiste tú quien me llamó ¿Pensaste que me quedaría en alguna posada o algo así? ¿Acaso que seas regente te hace olvidar los modales? Pensé que era algo de gravedad. Me moví de Thorney a pesar del mal clima. Entonces ¿De qué quieres hablar? ¿Querías volver a verme tan pronto?
Ivannia no podía creerlo.
Que infeliz. Señaló el armario.
—Vas a salir por el mismo lugar donde has entrado. Si querías una habitación en el palacio vas a tenerlo, pero entrando por la puerta principal y no…
—¿No usando tus artimañas?
—Los pasadizos se usan por seguridad.
Se sacó la camisa.
—No creo que tú los uses para eso, Ivannia.
Cielo Santo. Cuando se quitó la camisa Ivannia clavó sus ojos en su cuerpo. Tenía pectorales fornidos, abdomen bien marcado y una espalda prominente y muy firme. En su costado tenía una espada tatuada que le daba un buen toque. La princesa sintió que la boca se le llenaba de saliva, pero evitó tragar de manera muy visible. Para distraerse un poco volteó hacia el armario. ¿Qué estaba insinuando?
—¿De que hablas?
El hombre se acercó a ella y peligrosamente le tocó la barbilla y acarició su labio inferior provocando que la chica apartara el rostro para que no se sintiera con tanta libertad.
—Parece que te diviertes por las noches. Me han contado que una chica de cabello n***o sale a las afueras del palacio y se dirige directamente a los burdeles. Una sirvienta no tiene necesidad de eso, pues puede usar la puerta trasera y no necesita un pasadizo—musitó en voz baja con ojos divertidos para luego acercarse peligrosamente a sus labios—. ¿Qué diversión llegas a buscar allí? Dudo que seas tan poco pulcra como para tener un amante cualquiera así que debo suponer que te encanta observar ¿No?
Ivannia hizo contacto visual con él.
—Tienes mucha imaginación.
—Demasiada y nunca me ha fallado contigo—exclamó bajando la mirada para poder ver como sus pezones se marcaban en su vestido de tela delgada. La forma en como la estaba mirando provocó muchas emociones encontradas. Esos ojos de fiera la invitaron a convertirse en una presa y por unos segundos se sintió cohibida, pero esa misma sensación, se tornó inestable cuando al observar sus labios, sintió la necesidad de besarlo.
No estaban hablando cosas indecentes, pero se sintió como si lo hicieran. Sus ojos parecieron mostrar situaciones lujuriosas que la pusieron doblemente nerviosa. La princesa tomó aire y sin quitar su expresión molesta rompió el contacto visual y le indicó que se fuera.
—Sal de mi habitación.
—Voy a hacerlo, pero lo haré por la puerta.
—¡No serías capaz!
—Pruébame.
Estaba jugando con ella. No necesitaba probarlo. Ahora no tenía una esposa y podía salir por la puerta, así, semidesnudo provocando un caos que crearía un revuelo en todo el palacio. Ivannia decidió no probarlo.
—Tienes razón. No tienes escrúpulos. Lo olvidé.
El hombre comenzó a observar la habitación. La recordaba bien. La noche de bodas iban a dormir allí y al fin tendría a la orgullosa Ivannia solo para él. Los planes se fueron a la mierda, pero los deseos de que eso pasara no se borraron a pesar del paso de los años.
—No ha cambiado en nada.
—No tengo malos recuerdos en ella así que no existe nada que cambiar—respondió la princesa con una ligera sonrisa burlona—. Bueno, supongo que si hubiera pasado algo, no serían recuerdos malos ¿O sí?
Derick dejó de observar la habitación para verla a ella.
Ivannia le lanzó una red para que no creyera que haciendo comentarios seductores iba a tentarla. Ella seguiría manteniendo el control siempre. Con Derick era mejor ser cuidadosa a la hora de moverse, porque si le mostraba que tenerlo desnudo en la habitación, con ambos a solas, le afectaba, iba a tomarlo como arma.
El hombre sonrió.
—Así que el burdel te ha despertado.
—¿Lo mismo hace con los caballeros? ¿No?
Iba a alejarse, pero Derick sujetó su mano.
—Pero tú no eres uno de ellos.
—Pero puede tener el mismo efecto.
—¿Es cierto que tienes una amistad con Lira Novak?
—¿Me has estado vigilando?—cuestionó sabiendo que eso era más que claro, luego de que entrara por un pasadizo que solo ella conocía. Derick llevaba mucho tiempo con sus ojos sobre ella y hasta ahora se venía a dar cuenta. Debió sospecharlo. Nuevamente, se encontró viendo sus labios.
—La seguridad de la futura reina es prioridad.
Acercó su rostro sin soltarle la mano.
Una corriente le recorrió el brazo y pensamientos poco decentes comenzaron a circular por su cabeza. Era mejor que se fuera, porque si no lo hacía la tentación se iba a ser demasiado grande para ella. Era un hijo de puta, pero era tremendamente atractivo y dejaba salir un aura tan masculina que sintió la necesidad de dejarse llevar.
—Eso no debe interesarte—susurró tan cerca de él, que sus pezones duros chocaron con su pecho desnudo. El roce afectó a Derick, pues bajó la mirada para luego tragar saliva. Ivannia sonrió.—¿Puedo hacer una pregunta indiscreta?
Derick observó sus pezones y luego sus ojos.
—Adelante.
—¿Quieres hablar o dormir conmigo?
El hombre sonrió.
—¿Si respondo lo segundo me dejarás entrar a tu cama?—preguntó levantando sus dedos masculinos y largos y haciéndolos rozar justo el valle de sus pechos. El movimiento fue demasiado sensual, especialmente porque tenía manos preciosas y grandes. La pregunta elevó la tensión. Como si buscara probarla, el hombre acercó sus labios a ella con tanta cercanía, que casi pudieron rozarse. El nerviosismo casi la traiciona pero cuando observó en sus labios dibujarse una sonrisa de victoria al crecerse con el poder de afectarla, Ivannia le sostuvo el valor y rompió la distancia que los unía, besando sus labios de manera casta.
Derick se quedó rígido.
Esa reacción fue una victoria.
Ivannia se separó, pero el hombre la sujetó de manera violenta por la cintura cuando despertó de su letargo fugaz. No pudo evitarlo, juraba por los dioses que fue imposible no seguirle el beso cuando ese primer acercamiento la hizo recordar la suavidad de esos labios en el pasado. Lo permitió porque si ya estaba en su habitación iba a aprovecharlo Le devoró la boca con desesperación, mientras Ivannia le sostenía por la barbilla y se dejaba llevar por el frenesí de pasión que su boca irradió para ir detrás de ella.
Un gemido masculino brotó de su garganta cuando la acorraló contra el tocador y luego la impulso para montarla en él. El beso obligó a Ivannia a abrir las piernas y a dejarlo meterse en ellas, mientras su lengua se perdía en su boca y la dejaba sin aliento. Tuvieron que separarse por falta de aire, pero los besos se desplazaron desde sus labios, hasta su cuello, el cual recorrió con lascivia mientras Ivannia sentía como su cuerpo le exigía más de esa deliciosa sensación.
Si antes la cercanía con él era bueno, ahora era mil veces mejor. Dejó que tocara sus pechos, porque desde que vio esas manos lo imaginó sujetándolos. Su entrepierna rozó por breves segundos su coño desnudo por la falta de ropa interior y ello provocó que sus mejillas ardieran. Bien, bien, bien, se habia dado una pequeña libertad, pero era momento de parar.
Buscó el rostro de Edevane para besarlo de nuevo y cuando el hombre intentó proseguir con sus lascivas acciones, la princesa sonrió y le puso el dedo en sus labios.
—Me apena Lord Edevane, pero esta noche solo me apetece hablar con usted—musitó para luego depositar un beso en su barbilla y luego bajar del tocador, pero no sin antes rozar de manera certera y excitante, su entrepierna con la erección naciente en su pantalón. Fue tan descarada que mientras lo hacía, le dio una caricia con su mano para sentir la dureza y confirmar su victoria.
Cuando lo hizo, Derick cerró los ojos y soltó un suspiro.
Joder. Ivannia sintió que el clítoris le palpitaba, al verlo hacer esa expresión de excitación total. No iba a negarlo, tenía pinta de ser un fogoso compañero de cama y sintió que en contra de su voluntad, era el único hombre digno para ello, que habia conocido.