ELEGAR, CAPITAL DEL REINO DE ALSTEN.
Una flecha salió disparada en dirección de la diana.
Un hombre sostenía una flecha y jalaba la cuerda para brindarle potencia mientras con un ojo entrecerrado, comprobaba que estaba en el ángulo indicado. El arco era enorme, pulido, con decoraciones en dorado y con unas lindas alas doradas a ambos extremos del arma.
Elara le tendía una nueva flecha cuando el hombre se la solicitaba, mientras que otro de los sirvientes, se encargaba de quitarlas de la diana de madera una vez que terminaban clavadas en ella. No había fallado un solo tiro y aunque había pasado una de las peores noches de su vida, no permitió que la enfermedad le recluyera en cama.
No importaba que tan mal se sintiera, un hombre siempre debía estar listo para ponerse de pie y enfren
