SILVANDOR. —Este lugar—comenzó diciendo Edevane sintiendo que le faltaba aire de la rabia pero hablando en susurros para que los que estaban del otro lado de la cortina, no pudieran escucharlo—, no es lugar para una dama y menos para una princesa. ¿Acaso no temes por tu reputación? ¿No temes lo que diría el reino si supiera donde estas ahora mismo? Sus ojos caóticos divertían a Ivannia. —¿Quién va a saberlo? ¿Tú vas a decirlo? —A pesar de todo somos familia y no podría… —Familia, familia, familia—dijo Ivannia de forma descarada rodeando al hombre con cierta ironía y enfado—. Esto que has dicho no es porque seamos familia sino porque temes que la esposa que te has montado en tu cabeza se meta a los brazos de otro que no seas tú. ¿Qué haces aquí? Pensé haberte dejado seguro en Elegar

