ELEGAR, CAPITAL DEL REINO DE ALSTEN. —Por favor, majestad. —No habrá ninguna palabra que valga, Gastrell—replicó la mujer aquella mañana mientras con rabia, hablaba con su consejero sobre sus deseos—. Cometí un error de nuevo y si no lo detengo pronto, traerá más consecuencias que aquel divorcio hace ocho años. ¿Por qué yo tengo que bajar la mirada y cumplir sus deseos? —Porque lo necesita. La reina le aniquiló con la mirada. ¡Necesitar, necesitar y una mierda! Derick iba a hundirse para siempre una vez que se divorciara de él de nuevo. El apellido iba a desaparecer para siempre y hasta allí llegaría su hambre y su deseo de dominio. Solo necesitaba lanzar un edicto y él, estaría acabado para siempre y se quedaría en cenizas. —¡Más me necesita a mí! Gastrell se acercó a la mujer

