ZENURBIA Ivannia se quedó quieta. Tenía una braza ardiente en la espalda que se extendía cada vez más conforme su marido aflojaba su corsé. Lanzarse al agua pareció ser una buena idea, una idea magistral hasta que tuvo que salir de ella, pues estaba helada. Un chapuzón de agua fría no le sentaba mal a nadie. A veces se necesitaban esos baños para despertar del letargo. Derick metió los dedos entre los hilos, descubriendo la piel tersa de su esposa y acariciando de más entre ellos, como si lo hiciera dentro de sus pliegues, en vez que en tela. La reina cerró sus ojos y buscó calma. —Al volver iré a ver a mis padres—anunció para romper la tensión en el ambiente y dejar de disfrutar cada roce. Su esposo terminó de aflojar el corsé y se apartó de ella. Eso era bueno. Deseaba que se mostra

