ELEGAR, CAPITAL DE ALSTEN.
Derick tocó el pan con su dedo como si fuera una cosa rara que estaba dudoso de llevar a su boca. Tenía una pinta esponjosa y dorada, no se veía nada mal, de hecho, era muy apetitoso. Las nueces se habían dorado con un tono hermoso y una especie de caramelo bañaba toda la costra superior. La reina se habia superado a sí misma en la cocina.
Si no estuvieran solos en la casa, habría dado por hecho que alguna empleada le brindó la mano para crear esa majestuosidad de la repostería, pero estaban solos, así que todo el crédito debía caer en las manos de la reina. Estaba por arruinar su obra de arte pasando un corte justo por el centro, cuando el grito de Ivannia le detuvo.
—¡No hagas eso!—exigió entrando a la cocina mientras secaba su largo cabello con una toalla.
