Alec y Bryan se habían hecho muy buenos amigos, a tal punto que se quedaba en veces a dormir en mi casa, unas veces en la habitación de Alec y otras conmigo, todo dependía de quien lo ganara, Rose y Bryan se reían, porque mi hermano y yo nos peleábamos como si fuéramos unos niños chiquitos por un juguete. Esa noche, lo gané yo, cerrando la puerta de mi cuarto con botón y sentándome en el piso, sirviendo de contrapeso. — Ally, deja le pregunto algo—gritaba Alec entre risas — No, largo, ¡es mío!, yo lo gané — ¡Ally! — ¡Vete!— le grite enojada, en cambio, él reventaba de la risa y Bryan se reía, supuse que de mi cara, él no me había visto tan enojada como ese día y le parecía divertido. — ¡Hablamos mañana Alec! —gritó Bryan — Ok —aún escuchaba su risa al alejarse. Él se levantó y

