—¿Estás hablando en serio? ¡Ella te dijo eso Selene, no te creo!
— ¿Por qué habría de inventar una mentira? Estoy hablando en serio.
Él dudó de aquello que su mujer le decía, pero en el fondo deseaba con todo su corazón que fuera cierto, se mordió los labios y salió sin decir nada más.
Se encontraba en la oficina cuando la secretaria le anunció:
— Señor la solicita una joven, dice venir de parte de su esposa.
El tragó saliva, se imaginó lo peor, pero aún así dijo:
— Hágala pasar.
Tal como lo pensó vió la figura de Maitane recortada contra la puerta.
— Pasa y cierra— dijo por saludo— ¿Qué haces aquí?
— Mi madre me informó que te irás de casa, ¿de verdad te vas a separar de mi mamá?
Él suspiró y respondió:
— Se lo plantee, pero ella tiene una condición.
— ¿No te gustó la condición?
— ¿Ella habló contigo?
Maitane lo miró y él sintió hervir la sangre en sus venas.
— ¿Por qué crees que estoy aquí? ¡Me mandó a que viniera contigo!
Él se levantó de un salto y se acercó hasta ella, era la primera vez que se le acercaba tanto, cerró los ojos para repetirse que aquello era una locura, pero se encontró agarrando la cintura de la muchacha y clavado su mirada en aquel rostro tan hermoso y lleno de juventud.
— No tienes idea de lo que causas en mi muchachita.
— No, pero tampoco me gustaría averiguarlo, aunque te digo que yo no soy ninguna muchachita, soy una mujer y no me gusta lo que mi mamá ha propuesto, Alberto.
Él se pasó la lengua por los labios resecos y luego la soltó, aquello no estaba bien, lo mejor era mandar a ésta niña a su casa.
— ¡Mejor vete Maitane, también pienso como tú, lo que propone tu madre entre tú y yo no puede suceder!
— ¿Y qué piensas hacer? Mamá está decidida a no dejarte ir, por eso quiere que tu y yo nos casemos, para que tú no te alejes de los gemelos.
— ¡Ese es el problema con tu mamá, que no quiere que la deje, pero me cela hasta de su sombra, y tú me gustas mucho, pero eres la hija de mi mujer, por eso esto es una locura!
— ¡Claro que es una locura! ¿Piensas volver hoy a casa?
— Aún estaré unos días más, después busco dónde mudarme.
— Bueno, yo me voy a casa, aunque mi mamá me dijo que me quedara acá contigo.
— ¡Maitane, no puedes quedarte aquí, lo mejor es que vayas a casa! Ella quiere que juguemos con fuego, pero yo no deseo arder en esa candela; por eso pienso alejarme lo más que pueda de tí y de tu madre, así lo que siento por tí se me va a pasar.
— ¡El problema Albert es que aunque yo no estoy de acuerdo con mamá, quisiera que sí pasara algo entre nosotros, pero a la vez me da miedo.
— ¿Te estás volviendo loca, al igual que tu madre?
— No, no estoy loca, solo te digo lo que siento por tí, desde que tengo 12 años, nunca me mirabas, pero un día me notaste y me dije:
— «¡Este marido de mi mamá sí que es guapo!»
— Soy la pareja de tu madre, no deberías decirme esas cosas, Maitane
—Ella me está dando permiso, así que me aprovecho de la venia de mamá y coqueteo contigo un poco.
— ¡Mejor vete!
La chica salió en silencio y él se quedó caminando de un lado a otro; no, aquello tenía que ser un mal sueño, ¿porque de repente Maitane se comportaba de aquella manera? ¿Qué estaba buscando? Trató de concentrarse en el trabajo que tenía delante, pero después de algún tiempo no logró nada, necesitaba resolver éste asunto o se volvería loco.
— ¿Señorita tengo alguna reunión más tarde?
— Solo una, a las cuatro de la tarde, señor Romano.
—Haga el favor de cancelarla, no vendré hasta mañana, tengo una emergencia familiar.
— Oh, por eso vino la joven, espero que todo se solucione señor.
Él sonrió y solo dijo:
— También yo, si no me voy a volver loco.
La chica no entendió aquel comentario, se alzó de hombros y siguió en su labor.
Salió a la calle necesitaba respirar, sentía que se ahogaba, entre Selena y Maitane lo iban a volver loco, de una una estaba hastiado, pero por la otra se moría, más de una noche se despertaba bañado en sudor, soñando que la poesía como mujer.
Ya tenía algún tiempo durmiendo en la habitación del niño para no dormir con su mujer, pero ésto lo que hacía era aumentar las peleas entre ellos. Más de una noche se arrodilló a pedirle a Dios que le quitara aquel sentimiento que sentía por Maitane, pero al levantarse cada mañana su corazón daba un vuelco al ver a la muchacha traer una taza de café humeante, sin siquiera tocar a la puerta.
Esa tarde caminó hasta quedar exhausto, cuando llegó a casa todos dormían, se fué directo a la habitación que había acondicionado para él, al entrar encendió bla luz y la vió, allí estaba Maitane sentada en un sofá en medio de la oscuridad.
— Mi mamá me dijo que te esperara aquí, espero no te enojes conmigo, pero de verdad estoy harta de que mi madre me diga que me meta en tu cama ya no sé qué hacer, hoy me dió unos golpes por venirme y no pasar el tiempo contigo.
Él la miró con ojos de angustia y luego se acercó a ella y la atrajo sin compasión y la besó con desesperación, aquellos labios juveniles se abrieron a que la lengua de él la explorara con ansias, aquel fue un beso salvaje, quería que ella se asustara de lo que le provocaba, y lo logró porque la muchacha se puso a llorar.
— ¡Ve a tu habitación! — dijo con voz enronquecida.
— Tu mujer cerró mi habitación con llave, me dijo que debía dormir contigo, no quiero que vuelva a golpearme.
Él apretó la mandíbula y dijo:
— ¡Mañana me va a escuchar ésta mujer!
— ¡No se vayan a pelear por mi culpa!
— ¡No te preocupes, por eso! Dormiré en el sofá, ésto es bastante difícil para mí Maitane. Ella hizo un mohín con sus labios y se levantó para meterse bajos las sábanas, un momento después la vió dormirse profundamente.
Para Selena aquello era como un juego, no tenía idea de lo que significaba enfrentar una sociedad llena de prejuicios, sobre todo en aquel pueblo donde todos se conocían.
Su padre era el dueño del único almacén recolector de las cosechas de aquella ciudad, apenas empezaban los años 70 y aún la gente de ese lugar tenía muchísimos remilgos a la hora de aceptar un nuevo vecino, no podía imaginar si se llegaran a enterar de que él se pensaba casar con Maitane.
Era bien avanzada la madrugada cuando logró conciliar el sueño, estaba dispuesto a hablar con su padre para ir a la ciudad vecina donde pronto tendrían una sucursal del periódico, necesitaba hablar urgente con alguien, quizás él podría darle algunos consejos útiles.
Se despertó muy temprano, solo había dormido tres horas, salió sin hacer ruido, pronto estuvo en la casa paterna.
— Hola hijo, ¿viniste a desayunar?
— Hola papá, realmente vine porque necesito hablar contigo, necesito un consejo, me voy a volver loco, no se que hacer.
— A ver, ¿qué te está pasando, muchacho?
— ¡Le dije a Selena que me iré de casa papá, ya no la soporto!
— Bueno, no es fácil tomar una decisión tan drástica, tienen dos hijos muy bellos.
—Y los adoro papá, pero ese no es el proceso, Selena me puso de condición para dejarme ir sin problemas, solo si me caso con Maitane.
— ¡Caray! Eso sí que es una locura!
— ¿Lo ves? ¡Allí no termina el asunto, el problema es que a mi me gusta esa muchacha papá!
— Eso sí que es una complicación y la muchacha, ¿que dice?
— Ella tiene miedo a su madre, Selena la obliga con maltrato físico, además de exigirle que me acompañe a todo lugar, ¡hasta la mete en mi habitación!