Capitulo 10

1365 Words
CAPÍTULO 10 Robert no lograba huir de su madre y sus exigencias, ella solicitaba su presencia para la velada que se iba a realizar durante la noche. Estaba harto de Londres y sus protocolos deseaba de sobremanera estar en Italia de nuevo. Pero sabía que no podía, y menos ahora que su tío Lord Charles estaba pronto a heredar su título Nobiliario y toda su fortuna. El pobre tío había tenido la desgracia de casarse por amor y resultaba, que de ese amor no había nacido ningún heredero. Como era la costumbre la mujer era siempre la culpable, a pesar de ello, su tío estaba tan profundamente enamorado que prefirió quedarse al lado de su esposa. Lady Mary había fallecido hace un año y su tío no había podido superarlo, poco a poco su salud se fue deteriorando. Robert fue informado de estos acontecimientos durante su estadía en Italia. Volvió del extranjero después de un mensaje donde se le solicitaba regresar, ya que Lord Charles requería su presencia. Resultaba que Robert era su sobrino favorito, y como consecuencia se había decantado por él, como su heredero. Pero era una herencia condicionada a su comportamiento, una de las exigencias de su tío era; que ingresara a la universidad y estudiara una carrera que le permitiera ser más responsable y llegado el momento, también le entregará herramientas, para administrar las propiedades. Entonces, fue cuando su madre decidió que debía estudiar Leyes. Además, lord Charles gozaba escaño en la cámara de los Lores. Por tanto, mientras su tío viviera, Robert tendría que demostrar sus competencias. Ya llevaba un par de meses en la escuela y la verdad no había sido tan terrible como pensaba había logrado entablar amistad con Andrew el hijo de un industrial del ferrocarril, un joven brillante que destaca en la clase. Pero que en el círculo de Robert era considerado un inferior. Aunque la fortuna de Andrew fuera mucho más cuantiosa que la de muchos nobles, que de su grandeza solo les quedaba el título. Para Robert estas cosas eran nimiedades que no tenían sentido y como siempre había tenido una faceta rebelde. No dudo en entablar una amistad con el muchacho. Ahora junto a todo lo antes mencionado tenía que sumar que a su madre no le bastaba con lo anterior también quería verlo casado y nada menos que con Lady Elizabeth- ¡la insufrible Elizabeth! - solía pensar que eso, si que seria un verdadero martirio en su vida. Ya que se despreciaban mutuamente. Esa noche su madre lo había obligado a ir a una fiesta llena de debutantes, en casa de la Duquesa de York madre de Elizabeth. Su madre por supuesto lo obligaría a solicitar un baile. Cuando llegaron a la recepción y fueron presentados la Duquesa no tardó en entablar conversación con su madre para luego de unos minutos tener frente a su presencia a la perfecta Elizabeth que parecía ser la sensación entre los varones que corrían a reservar un baile con ella. -Lord Robert que gusto contar con su presencia- saludo Elizabeth con un sutil sarcasmo que Robert noto -No me podría haber perdido esta fiesta tan importante lady Elizabeth -Oh, por supuesto que no, pero lo veo algo incómodo ¿se siente bien? - pregunto para obviamente ponerlo en evidencia con su madre y así jugar un rato con él. Su madre le lanzó una mirada de advertencia para que mostrara entusiasmo. -¡Si por supuesto que estoy bien! ¡Estoy de maravilla!, ¡la mejor noche de mi vida! - dijo sonriendo y tomando un sorbo del whisky – es más quería solicitar que me reserve el próximo baile. - será un Honor reservar la cuadrilla para usted Lord Robert- se quiso asegurar y dejar en claro que el vals estaba vetado para él Elizabeth forzó una sonrisa y bajó la mirada de su madre tuvo que aceptar, no sin antes lanzar una larga mirada asesina a Robert, él le sonrió ampliamente sabiéndose vencedor en esta partida. Lady Beatriz Condesa de Wellington llegó puntual en compañía de su doncella a la velada con Daniel Havisham. Al entrar, la recibió el mayordomo que la acompañó hasta la sala principal donde Daniel la esperaba – tan guapo como siempre- fue uno de los principales pensamientos que tuvo cuando lo vio. Ese hombre, siempre le había despertado sentimientos pasionales. Desde que era un muchacho – ¡Daniel querido! - lo saludo abrazándolo y dándole un beso en la mejilla. Como ya no eran unos muchachos, puesto que los dos eran viudos y antiguos amantes. Aquella antigua intimidad, les permitía ciertas libertades. Comenzaron charlando sobre sus recientes viajes, propiedades, bailes, amigos en común. Mantuvieron una conversación amena. Hasta que él mayordomo informó, que la cena estaba servida. Daniel le pidió a una de las sirvientas que llamara a la señorita Smith, para que bajara junto con su hija, ya que quería presentarla con lady Beatriz – Quiero que conozcas a mi hija Beatriz- A Beatriz los niños en verdad no le agradaba en demasía, pero supo disimular bastante bien. La hija de Daniel era prácticamente el vivo retrato de Su difunta madre, a la que, en alguna ocasión, había visto en uno que otro evento social. La verdad es que a Eleonor siempre le pareció una niña y no una mujer-. Que según su criterio, era lo que necesitaba Daniel. Pero la persona que logró desconcertar fue la institutriz- joven y muy hermosa, se diría que hasta demasiado hermosa para el papel que desempeñaba- ¡además su ropa humilde que no lograba opacarla del todo!. Lo que más la disgustaba y lo que no le pasaba por desapercibido, es que, en muchos aspectos físicos, tenía muchas similitudes con Eleonor. A pesar de todo lo antes mencionado, Daniel parecía ignorar por completo la presencia de la institutriz. La trataba como correspondía a una empleada de alto rango dentro de su casa. Con cortesía y sin prestarle mucha atención. Pero cometieron un pequeño desliz, que no pasó desapercibido, para la astuta mujer. Hubo un momento, mientras la niña se presentaba y conversaba con Beatriz. Cuando la institutriz, que se había quedado en un rincón de la sala, se dirigió a Daniel para pedirle autorización para retirarse unos minutos,- y mientras pensaban que ella no les prestaba atención- noto, la mirada intensa que se dirigían ambos, la muchacha apartó la mirada ruborizada y nerviosa. Él hizo lo mismo con una leve sonrisa avergonzada en los labios. -Supo, en ese preciso instante, que ella significaba una amenaza- Cuando se convirtiera en su esposa, la institutriz, sería la primera en salir de esa casa. ¡De eso estaba segura!. Transcurridos unos minutos, la joven volvió y tanto ella como Jane, se despidieron y se retiraron de la velada. Como correspondía y como se esperaba Elizabeth expresó que la niña le había parecido- ¡absolutamente encantadora! – mientras tomaban asiento en el comedor cuando los platos fueron servidos y se encontraban prácticamente solos, Daniel decidió dar a conocer sus verdaderas intenciones. -Beatriz, creo que imaginaras el motivo por el cual necesitaba que nos reunimos hoy -La verdad es que lo sospecho pero no deseo aventurarme a pensar nada -Beatriz como sabrás llevó viudo un par de años, y creo que ha llegado el momento para rehacer mi vida y también la oportunidad para que Jane pueda gozar del cuidado de una madre –expresó tomando su mano – por eso mí deseo es preguntarte ¿si quieres ser mi esposa? -¡Oh, Daniel querido! ¡por supuesto!, sabes el afecto que he tenido por ti durante todos estos años. ¡Será un placer para mí, ser tu esposa! -Daniel cogió sus manos unidas y besó el dorso de la mano de Beatriz, deslizando un anillo, para sellar su compromiso. Aunque en el fondo no logro sentir nada, no podía apartar de su mente el olor de una melena cobriza, que hace muy poco, había estado entre sus brazos. La condesa emprendió su retirada pasada una media hora. Se despidieron con un beso discreto en los labios y con la promesa de que - En los posteriores días, poner una fecha para el matrimonio-.

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