Decidí no agregar nada a la respuesta de mi madre, simplemente sostuve con firmeza mi taza de té y la llevé a mis labios mientras ellas se sumían mucho más hondo en la conversación, una mujer siempre le tenía cierta clase de miedo a la sociedad, mucho más cuando era tan severa para juzgar como la sociedad londinense.
—La señora Blumer no podría estar más feliz—Comentó una de las mujeres—Parece complacida con el prometido que ahora su hija sostiene del brazo.
Mi madre no pudo contener su rictus de enfado.
—Jah! No puedo creerlo—Soltó sin ocultar su desdén—Salto a los brazos de Lord Bradbury como una chica fácil, eso habla de su poca clase.
—Madre—Mis labios no se contuvieron y le riñeron de manera inmediata al notar el poco decoro con el que hablaba de aquella chica. Después de todo era
