PROLOGO

3511 Words
Un mes después…. Pov Zoé Me quede mirando la vista que se podía vislumbrar desde mi ventana, habían varios jardineros trabajando en los arreglos, la luz del día caía sobre la imponente entrada de la casa en la que me sentía prisionera, las líneas gruesas del pavimento para estacionar cinco carros y la fuente de dos metros era demasiado sutil para decirles a nuestros vecinos que éramos los más ricos en la cuadra. Todos pensarían que ser la única hija de un hombre rico me protegía de algo, pero no era así, había cosas de las que no podía salvarme y otras cosas a las que me volvía propensa. Las personas los muchos beneficios de vivir bien, pero nadie habla sobre las falsas amistades que solo quieren ver que caigas para pisotearte, nunca sabes quien es tu amigo real y quien se acerca a ti por tu dinero, la enorme presión que existe sobre los herederos de los emporios por mantener la herencia familiar y no ser la sombra de los logros de nuestros progenitores. Nadie sabe que vivimos con el futuro escrito, estamos destinados a las universidades Ivy, Harvard, Oxford, las de siempre. Suenan maravilloso en palabras, pero entrar no están sencillo, se necesita la perfección y no todos somos esa clase de hijos prodigios que nuestros padres esperan. Siempre será la oveja negra de la familia. Sin importar lo que haga. Me mire nuevamente en el espejó de cuerpo completo que tenía, mi ropa interior era de un tono beige aburrido, aun no tenia idea de que ponerme, no quería nada ostentoso o llamativo para esta noche, de solo pensar en lo que pasaría los escalofríos recorrían mi piel. Analice los vestidos puestos sobre mi cama dos por dos, habían sido seleccionados por mi madre para cualquier clase de evento en sus palabras “los vestidos cumplían cualquier escenario posible para una cita perfecta”. Sentía ganas de vomitar ante la idea de verlo, pero hay compromisos que no pueden romperse sin importar el dinero, este es el momento en que querría ser una persona común cuyo mayor problema es que se presentara de nuevo en Netflix o algo así. La primera opción es un vestido color turquesa con un escote en forma de V y unos tirantes delgados, tenia un corpiño ajustado pero su falda caía con delicadeza sin ser muy llamativo, era una de esas elegancias sutiles. El que estaba junto a el no era mejor, era de un mostaza con una manga en la izquierda y una tira en la derecha, su escote era de corte recto y su falda tenia a caer con cierto vuelo mas llamativo, presentía que seria incomodo para sentarme o bailar si fuera necesario. La última opción era un vestido tipo coctel azul marino, los tirantes eran unas lentejuelas arregladas de forma delicada en forma de pequeñas hojas, era ceñido y resaltaría todas mis curvas, esa sería la mejor opción. Quería esta noche romper con los esquemas que me habían impuesto y estaba segura que mi forma de vestir seria todo un problema, en otra época tendría miedo a las consecuencias, pero había aprendido que también otras mas maneras de ganar una pelea. Me sentía totalmente desubicada en aquellos tacones punta de aguja que combinaban con el vestido, ¿Por qué los compré? ¿Qué cosas pasaban por mi cabeza en ese momento? Seguramente tenía delirios de Pitufina o modelo de pasarela, pero sin duda estaba muy equivocada, no creía que pudiera durar mucho tiempo sobre ellos, seria mejor de esta manera, en el peor caso esto seria un arma contundente contra cualquiera que intentara herirme. ¿Había algo que le hacia falta a esto? ¿Que era? El vestido me llegaba casi hasta la rodilla, parecía ser un guante hecho para mí, pero no era suficiente, me acerqué a una de las gavetas cerca a mi cama y abrí el primer cajón, encontré unas hermosas tijeras…mamá no me asesines por esto. El diseñador debió pensar en lo incomodo que seria llevarlo para una cita, no era practico el largo, comencé a cortar la tela para hacer una abertura para que se viera mi pierna izquierda casi hasta la línea de la ropa interior. Ahora me hacia falta mi cabello y maquillaje, me lance sobre la cama sintiendo que todo esto era una perdida tiempo, si estuviera con Noah solo tendría que ponerme una de sus camisetas y estaría lista para salir, ni siquiera querría salir de casa, el cocinaría para mi y yo solo gozaría. Noah… Puse una mano sobre mis ojos para cubrirlos, esa era una historia muy larga, esperaba de corazón que no me odiara por esto. “…No están hechos el uno para el otro, esa es la realidad, jamás pertenecerás a su mundo, ni el al nuestro, pero no estas preparada para oírlo, no quiebres su espíritu en el proceso hija, ese chico no lo merece…” Las palabras de mi padre retumbaban en mi cabeza, jamás me detuve a pensar en que ambos fuéramos de mundos diferentes, éramos simplemente dos estudiantes de otras partes del país, me gustaba la forma en que me hacía sentir que siempre estuviera para mí, pero no me había puesto a pensar en ¿Qué ventaja tenía Noah al estar conmigo? En este momento no había nada o al menos eso pensaba yo. Un golpe en la puerta llamo mi atención, decidí ignorarlo aun no estaba lista, quería que me vieran diva, potra, perra y empoderada, si me tenían de rodillas lo mínimo seria tener la frente en alto, no permitiría que ese imbécil me humillara. ¿Por qué acepte esta estupidez? Cierto, el chantaje… -No estoy lista- grite con fuerza a quien sea que se atreviera a molestarme. Sabia que eso no serviría por mucho tiempo, mi madre no dudaría en tumbar la puerta a golpes para ver como su “amada” hija se había alegrado para ir a ver al mejor “prometido” que podría conseguir, alguien de nuestro circulo, cuyo padre era dueño de prácticamente medio país en medios de comunicación. Una llamada de ese hombre y destruía la imagen de cualquiera. Elegí ponerme algo de rubor, hice una línea sencilla en mis ojos y algo de polvos, no quería nada producido, opte por peinar mi cabello abundante para que se hiciera mas manejable y termine por dejarlo suelto. El claxon de un auto armo tanto escandalo a fuera provocando que me parara por la curiosidad, los escándalos no eran usuales en la casa, las personas solían tenerle demasiado miedo a mi madre, con su manual de etiqueta, cuando alguien se salía por un poco de su protocolo la mujer te abordaba como un proyecto personal y hasta que no eras perfecto no te dejaba. El manual de Carreño, le quedaba pequeño. Reconocí aquel convertible… gire mis ojos con poco interés y me retire antes que pudiera verme, me puse un par de aretes acompañado de una gargantilla a juego, la pequeña cosa costaba cerca de doscientos millones de pesos, dejaría a la mayoría en la bancarrota y es algo que robe del cajón de joyas de mi madre, me asesinaría en cuanto me viera. Sali cerca de cinco minutos después, una mujer debía hacerse desear. Su repugnante voz ascendía hasta el segundo piso, mi progenitora estaba hablando con el sobre lo encantador que se veía, seguro, como para vomitarle encima, porque ningún diseñador puede ocultar la basura que eres como persona. Baje las escaleras en forma de caracol, pero contrario a lo que pensaba no se encontraban en el recibidor, seguramente mi padre había decidido hacer acto de presencia para llevarlo a su estudio, lo cual era un acto de misericordia conmigo, esperaba que lo entretuviera toda la noche lejos de mí. Camine hacia la puerta con algo de resistencia, con mi mala suerte estaría cerca para llevarme a cualquier lado y diría que hice todo lo posible para no cumplir nuestro compromiso, por nada del mundo repetiría esta experiencia de nuevo. No todos los días tu ex abusivo y drogadicto conseguía chantajearte para volver con él. Sabia que cuando tuviera la oportunidad trataría nuevamente de hacerme daño, pero ya no era una chica indefensa, muchas cosas cambiaron desde la ultima vez que nos vimos, aprendí de Noah movimientos de muay thai que lo dejarían con las bolas adoloridas y pidiendo misericordia. Un silbido en mis espaldas me puso alerta. El miedo había paralizado mi cuerpo por completo, no podía si quiera moverme para huir o gritar, era como si mis miembros se negaran a responder a las ordenes que les daba, el aire me hacía falta en los pulmones, me sentía por completo vulnerable por la mera presencia de aquel hombre, su mirada parecía escanear los recovecos de mi alma. ¿A dónde se había ido aquella fuerza que me acompañaba hace un momento? Pensé que había superado el efecto que producía sobre mí. Si su existencia fuera borrada de la tierra, podría finalmente respirar tranquila. Deseaba jamás haberlo conocido y no pasar por esto nunca más, el asco que me producía era tan grande que los escalofríos parecían ser profundas dagas sobre mi epidermis, causaban que mis músculos se tensaran hasta provocarme ganas de llorar. Sus ojos se dejaban ver en una mirada ladina, burlándose del predicamento en que me encontraba, sabía que me tenía por completo a su merced, como siempre le había gustado jugar conmigo. Solo me quedaba parpadear y tratar de respirar de forma profunda para tratar de mantener la calma, el acerco sus dedos largos cortando la distancia entre los dos, cuando su piel hizo contacto con la mía sentí unas arcadas contundentes y ganas de gritar, sentía que una vez más me haría daño. Llevo mi mano cerca de su boca para darme un beso a forma de saludo, el beso de judas. Sus ojos carentes de vida me miraban con…una expresión de felicidad, como si finalmente el lobo pudiera comerse a caperucita roja. -Es un gusto verte, querida Zoé…- su asqueroso aliento golpeo cerca de mi nariz, odiaba profundamente cada cosa que tuviera que ver con él. Pase saliva pensando en lo que me esperaba para el resto de la noche. -David…- su nombre salió de forma forzada de mis labios y no pude ocultar el profundo desprecio que sentía por este hombre, recogí mi mano con fuerza, limpiándola contra la tela de mi vestido- no puedo decir lo mismo- El me regalo una sonrisa con todos sus dientes, la conocía también para saber que la ira que sentía en su interior estaba rugiendo, aunque aun así trataba de disimular seguramente porque era la primera cita que teníamos en…meses, no quería arruinarla empezando. Hizo un gesto con su mano hacia la puerta a mis espaldas, indicándome que era hora de irnos. Le di una sonrisa falsa y caminé delante de él. Quien sabe que clase de destino me esperaría al lado de semejante psicópata por el resto de la noche y lo que acompañara el trato al que llegamos. Camine por la entrada sintiendo que algo apretaba mi pecho impidiendo que pudiera respirar normal, tenia que esforzarme por realmente meter algo de oxigeno en ellos o pronto terminaría desmayada y vulnerable. Como la rata teatrera que es abrió la puerta para mí, esperaba que mi madre gozara con aquel acto barato, sacado del manual de lamberme para conquistarme. Dio lentamente la vuelta para acompañarme en el lado del piloto, cuando cerro la puerta el olor de su colonia inundo el lugar, sentí unas profundas arcadas, después de todo no seria una mala idea, si derramaba el contenido de mi día sobre sus zapatos de cuero, podría considerarse una calamidad y dar por terminada la cita, pero para mi desgracia, oprimió un botón para que el techo del auto se recogiera. -Estas algo verde…no queremos incidentes, ¿Verdad, Zoé? - su tono tenía aquel tono de advertencia que me hacia pensar que en un futuro cercano me haría mucho daño si le llevaba la contraria. Prendí el equipo de sonido del vehículo para cortar cualquier intento de conversación de su parte y puse mi cinturón. Cerré mis ojos pensando en el ultimo día que nos habíamos visto. “…Recordaba aquella tarde en que había ido de compras, varias de las chicas de mi escuela querían ir a ver una película y hacer explotar las tarjetas de sus padres, gustosa acepte. Esos días no tenía nada que hacer en casa, mi padre fuera por trabajo, mi madre en el club y mis hermanos, viviendo sus vidas. Fue una tarde increíble, nos reunimos para tomar un par de copas y algunos chicos guapos se acercaron, nos invitaron unos tragos, hubo algo de coqueteo… Cuando ellos se acercaron me sentí algo nerviosa, mi novio no le gustaría nada de esto, se sentía celoso cuando os hombres en general se acercaban a mí, era muy protector conmigo, trate de apartarme un poco del grupo y no fraternizar tanto, no quería problemas o confusiones si alguno creía que podría llegar algún lugar conmigo. Las horas se pasaron volando y en un cerrar de ojos compartimos números. Nos tomamos unas cuantas fotos, y vimos una película en el teatro local, llegue tarareando a la casa de mi “amado”, tenía varias bolsas en mis manos y cuando cruce la puerta no note nada raro. Debí haberlo hecho. Tenía que notar la sombra que se alzaba sobre mi cuerpo, luego de un segundo todo se volvió oscuro. No supe cuánto tiempo estuve inconsciente, solo supe que conforme recobraba mi consciencia, un profundo dolor en la parte posterior de mi nuca me atravesaba, era una sensación de piquiña, como si mil agujas me atravesaran al tiempo, intenté moverme para de alguna manera mitigar el dolor, pero no podía moverme. Abrí mis ojos confundida, me costaba mucho poder enfocar las cosas. Una luz intensa blanca estaba justo sobre mi cara, me impedía ver con claridad lo que tenía enfrente, no recordaba a ver llegado ahí o la herida. Su voz aclaro cualquiera de mis dudas. -Zorra, ¿Cómo me hiciste esto? - su mano jalaba mi cabello peligrosamente cerca de la herida, acercaba algo a mi cara una y otra vez repitiendo la misma pregunta. Con el tiempo entendí que era mi móvil, tenía fotos que nos habíamos tomado el día de hoy con las chicas, parecía obsesionado con el tema. - ¿Cómo me abandonas por estas putas? Yo valgo mucho más, dilo- cuando me demoraba en responder a sus órdenes me abofeteaba. Mi cara debía verse asquerosa las recriminaciones y blasfemias no habían parado. Trate de resistir el llanto durante los primeros golpes, pero se había hecho inevitable, rogaba por piedad, pero cada vez que intentaba defenderme me golpeaba más fuerte. Buscaba quebrarme y cada vez que lo hacía desaparecía una parte de mí. Este no era el hombre de quien me enamore, un par de meses a su lado lo había transformado en otra persona, pensé que todo pararía cuando se cansara, pero estaba muy equivocada, cuando las cosas estaban por acabar llego un mensaje. Un maldito mensaje. Una de mis amigas anexo por w******p una foto con los chicos de la tarde, era una foto inocente grupal, pero desde luego el no creía eso. Vi en sus ojos la sed de sangre, esta noche pagaría muy caro mi atrevimiento. Era solo una salida inocente, ni siquiera había hablado lo suficiente con ellos. Solo me quedaba orar, orar por clemencia. Necesitaba, ansiaba y rogaba porque se detuviera. -Por favor, por…- las palabras ni siquiera podían salir de mi boca. Jalo mi cabeza para que lo viera a los ojos. - ¿Qué dices? ¿Qué putas intentas decirme? - -Por favor…David-Una risa horrible llego a mis oídos, disfrutaba con mi sufrimiento. Una risa horrible llego a mis oídos, disfrutaba con mi sufrimiento. -Eres una basura, ahora suplicas, así de asquerosa eres- escupió en mi cara dándome en  mi mejilla- tienes suerte que yo te quiera, porque sin mi nadie te querría, ni tu familia, ni tus falsos amigos- Trataba con mucha fuerza de no llorar. Me sentía devastada, y pequeña. Solo quería ir de compras y por un día ser una persona normal. ¿Por qué me pasaba esto a mí? ¿Acaso fue tan malo lo que hice? ¿No puedo tener un maldito día de felicidad sin tener que pagarlo…” Odiaba y temía al hombre que se encontraba sentado a mi lado. Los recuerdos de Noah empañaban las partes oscuras de mi vida, por el era que ahora me dirigía a una cena con el hombre que marco mi pasado, el hombre de mis pesadillas David Santo Domingo. ¿Qué estaría pensando ahora Noah?   Pov Noah No puedo ver nada más que rojo y mi adrenalina se hace presente con venganza. Después de todo lo que había pasado con Zoé, necesitaba algo que me permitiera respirar, porque si no lograba controlarme terminaría encima de aquel hijo de puta y le destrozaría la mandíbula solo para comenzar, y ni todo el dinero que tuviera aquel idiota le dejaría la cara como la tenía antes. Lo odiaba profundamente. Detestaba cada cosa que le había hecho y deseaba borrar las cicatrices que dejo en su mente lo que hizo. Recordaba la primera vez que nos vimos con solo cerrar mis ojos… “…Alguien estaba destrozando mi puerta a golpes cuando acaba de finalmente conciliar el sueño, habían sido días muy largos estudiando sin parar como para que ahora pasara esto, ¿Quién quería joderme de esta manera en medio de la madrugada? j***r si era Jaime, le cerraría la puerta en la cara sin pensarlo. Ni siquiera se me ocurrió mirar por la mirilla. Una muchacha de mediana estatura, complexión delgada y con la ropa ¿desgarrada? Se encontraba delante de mí puerta, ella parecía impresionada por ver quien abrió y yo por ver a la persona que arruino mi sueño. ¿Qué hacía a esta hora? ¿La conocía de algo? Su cara no me era familiar. - ¿Puedo usar tu teléfono? -fue lo primero que me dijo, su voz se quebró cerca del final y podía ver en medio de la oscuridad que algo terrible debía haberle pasado, me dividía entre ayudarla o no. Si una extraña se presenta en tu puerta en medio de la madrugada pidiéndote tu teléfono, ¿Qué harías? Rasque mi nuca, dudoso, ¿Podría ser esto un engaño o una broma? Solo Dios sabía que mis amigos eran unos desgraciados. - ¿Te conozco de algún lugar? ¿Esto es una broma? – tenía que preguntarlo directamente, no quería que nadie me viera la cara. El sonido de unos pasos, sonaron cerca de la puerta, ¿Alguien estaba persiguiéndola? Si así era, definitivamente debería pasar, cuando estuve por hablar, las manos de ella ya se encontraban en mi pecho, empujando nuestros cuerpos dentro de la habitación. Mi espalda golpeo contra la pared fría, mientras ella cerraba la puerta, con la débil luz que proyectaba mi lampara, podía ver la desesperación en la expresión de su cara y podía apostar a que estaba aterrada de ser encontrada. Su mano se puso sobre mi boca para que no alzara la voz. -Ayúdame, por favor- susurre en mi oído. Y sentí el terror en su voz. Nunca había visto a nadie tan aterrado en mi vida…” No sabía en qué momento llegue a la sede del círculo de pelea enfrente del batallón, pero necesitaba violencia para sacar este sentimiento de mi cuerpo, ansiaba golpear a alguien, porque si volvía a ver a ese chico pijo, yo no podría controlarme. Apenas me vieron los guardias se hicieron a un lado. Hoy había una multitud rodeando cada una de las canchas de pelea, entre empujones y sudor avance, sintiéndome más tranquilo viendo la sangre en el piso, no era el único que tuvo un mal día. Desde mi llegada las cosas habían cambiado, las peleas pasaron de ser fines de semana a casi a diario durante la semana, hacíamos tanto dinero que era incluso insultante si alguien supiera cuanto podíamos ganar. Desde mi llegada hace unos meses había conseguido ser el primero de la tabla. Siempre estaban buscándome contrincantes especiales o los mismos idiotas que derrote querían mi nueva corona, me desafiaban entre varios y ni uno de esos imbéciles podía siquiera acercarse. Los gritos y golpes eran como música para mis oídos. Para cuando finalmente logre llegar a la zona de los casilleros, lance mi chamarra y me quite mi sudadera, solo necesitaba mi pantaloneta y la licra negra corta debajo, hoy tendrían todo de mí, esos desgraciados, me quite mis zapatos para estar más cómodo, si patearía sus traseros, no tendría ninguna ayuda. Comencé a vendarme las manos, para proteger mis nudillos. Ni siquiera fui consciente si había alguien en aquel lugar o no, me acerqué al director de apuestas. -Necesito una buena pelea, ahora- le dije entre dientes tratando de frenar mi ira.  
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD