Pov Noah
Desde que Zoé desapareció las cosas carecían de color.
Cuando golpeé aquel desgraciado gusano, reaccione guiado por mis impulsos más bajos, no pensé realmente en las consecuencias que podría conllevar lo que hiciera, cuando ella grito mi nombre yo…volví a mi conciencia.
Fue una sensación…surrealista, como si mi mente se apagara por completo y solo reaccionara, no podía creer que había hecho aquello, yo solo…negué con mi cabeza, cada vez que pensaba en eso consideraba que era un completo idiota, había aprendido tanto de control mental entrenando, dominando mi cuerpo y guiándome lejos de estas tentaciones absurdas, pero no, yo era un completo idiota.
Zoé…no pensé en como esto la afectaría, ahora estaba lejos por mis acciones.
En un momento mientras estaba esperando que me atendieran llegue a pensar en que podría llegar a tener miedo de mí basado en la experiencia que tenia con su ex, pero por el contrario me mostro lo maravillosa persona que era, con sus dulces gestos y atención.
Me consentía de formas no esperadas.
Acomodaba mi almohada cuando trataba de sentarme o acostarme, a escondidas de las enfermeras me traía galletas o dulces para que me endulzaran mi día, buscaba la manera de hacerme reír con cualquier cosa, buscaba chistes en internet o me contaba cosas graciosas de su día, incluso había llegado a abrirse realmente conmigo sobre su vida, me narraba pequeños sucesos que marcaron su niñez.
Rasque mi cabeza tratando de sacar eso de mi cabeza porque solo me hacia daño recordándola.
Pase la mano por mi cabello para tratar de quitarme algo de este sentimiento de culpa y añoranza. Había tenido la oportunidad de hablar sobre la dependencia que tenia cuando fue al hospital.
“…una mañana estaba descansando y Zoé había tenido que ir a la universidad para sus clases, cuando un ruido estruendoso, los gritos de una mujer, trate de ponerme en posición sentado para tratar de ver mejor, estire mi cuello como garza, pero era inútil.
Una posterior riña con los guardias, cuando la cabeza de mi madre asomo la cabeza por la puerta.
-NOAH ALBERTO CASAS…DILES QUE ME DEJEN ENTRAR O LO SIGUIENTE QUE VERAS SERA UNA CHANCLA EN TU CARA- por un momento me dejo totalmente asustado, había salido de mi madre toda esa pasión santandereana que llevaba dentro.
Los gritos continuaron como reaccione.
-Está bien chicos, es mi madre…- no había terminado de hablar cuando ella se abalanzo en la habitación, medio una larga mirada analizando cada una de mis heridas, lanzo el bolso que traía sobre su hombro al suelo y vino corriendo hacia mí, me estrecho entre sus brazos, trate de no soltar ningún quejido de dolor, pero mi cara me delato.
- ¿Qué rayos te paso? ¿Dónde estabas? ¿Qué estabas pensando? ¿Ya lo denunciaste? ¿Qué…? - no podía si quiera terminar de escuchar sus ultimas preguntas, estaba tocando mi cuerpo buscando comprobar el estado en que me encontraba.
Cuando finalmente llego a mis manos me lanzo una mirada de rabia.
- ¿Otra vez en peleas? ¿Crie acaso un idiota? Las cosas se resuelven hablando- lanzo un par de golpes a mi hombro, trate de defenderme alejándome de ella y tratando de parar sus golpes, pero era muchísimo mas fuerte que yo en este estado, mis manos dolían mucho.
-Mamá…por favor, alguien nos asaltó-proceso mis palabras y paro.
-Explícame que fue lo que paso y porque fue una señorita la que me llamo…-
Empecé el relato de forma pausada cuidando mucho los detalles que le daba porque mi madre podría ser sumamente imprudente, justifique mis acciones violentas y porque la policía estaba investigándome, ella había conseguido una silla para escucharme.
-Bueno, ahora cuéntame una de vaqueros- sus palabras me dejaron frio, no creía una sola palabra.
-¿De que hablas? Acabo de decirte todo lo que paso-
-Escucha Noah, tú serás muy inteligente, pero yo soy tu madre, te parí, se cuando me mientes y no habrías perdido los estribos por un ladrón- dio un largo suspiro- casi pierdes una mano, podrías arruinar tu carrera en medicina, no hubieras echo eso si no fuera por algo importante y presiento que es esa chica…háblame de ella y no mientas, lo sabré-…”
Rayos.
Mi madre era una persona contundente, volví a la clase donde me encontraba, pero el salón oscuro, iluminado solo por el proyector de diapositivas de la profesora Ariadna, había algo en su voz que era atrayente pero el día de hoy, no podía concentrarme en nada que no tuviera que ver con mi chica.
¿Cuándo iba a volver? ¿Le permitirían volver?
Cuando conocí a su hermano Andrés, entendí varias cosas de las que ella me explicaba, la forma en que su familia se maneja en los entornos sociales, con ropa de diseñador, chofer, grupo de guardaespaldas que verifican el lugar antes de que entres y se sitúan en espacios donde no puedan verse, es surreal.
Los modales excesivos que usa cuando se relaciona con la gente, al lado de él, Zoé se veía insegura y pequeña, las miradas estaban conducidas a nosotros todo el tiempo, pero sobre todo a su hermano mayor, debió ser muy duro vivir a la sombra de ellos y esto era una milésima parte de lo debió vivir con ellos.
Sin duda estar en buenos términos con ellos, era un logro que muchas personas quisieran tener.
Me alegraba haber conocido a Zoé sin nada de eso, una persona real queriendo vivir su vida de la mejor manera, alguien que quería hacerse su propio camino, no tenia miedo de equivocarse y no pedía disculpas por ser quien era.
Aún creía que necesitaba apoyo para muchas cosas, con una profundidad que yo no podía darle, si volvía a verla insistiría que fuera a terapia para sanar aquellas heridas que se encontraban en el alma, como el sentimiento de inadaptación que tenia en su familia, la casi violación, el chantaje y la conducta de relacionarse con hombres con patrones de violencia.
ASH.
Eso me incluía desde luego, era un completo idiota.
Pase mi mano por mi cabello sintiéndome frutado, lo bueno era que pronto acabaría esta clase.