POV NOAH
Había reflexionado mucho sobre la índole de mi relación con Zoé, había sacrificado demasiadas cosas por ella, pero verla sobre el capo del auto esperando por mí, fue como si todas las dudas que sentía se disiparan, se veía sumamente hermosa, con la luz solar iluminando su cabello oscuro y su piel blanca marcando el contraste.
Camine hacia ella decidido, no me importo el dolor de mis heridas que aún estaban sanando, mis manos fueron directo a su cara para sujetarla, atraje sus labios a los míos.
Tenerla entre mis brazos era la mejor sensación de mundo, había olvidado el olor de su cabello, pase mis dedos por su cabello dulce y sedoso, tenia una fragancia que no podía identificar, pero se sentía como estar en casa.
Sus labios suaves y carnocitos se deslizaban sobre los míos, sabían como si acabara de comerse una fresa fresca, estaban algo fríos, pero con el calorcito de este pecho le calentaría todos los males, sus piernas estaban rodeando mi cintura, baje una de mis manos siguiendo la forma del cuerpo de mi chica y agarrando fuertemente su pierna.
Sentía que el aire me hacía falta del calor que estaba haciendo.
Mi corazón quería salirse de mi pecho de la felicidad, podía sentir como la temperatura subía por mi piel, unos cuantos chiflidos y gritos a las espaldas mías, me hizo recordar que nos encontrábamos en un lugar público, mis compañeros estaban rodeándonos.
Nos separamos por un momento, podía ver la pasión subiendo por su mirada, nuestros cuerpos aun estaban unidos por nuestras caderas, pero sus ojos me decían que en su mente estábamos en una posición mas horizontal con mucha menos ropa y sin ninguna otra persona mirándonos.
Pase saliva pensando en lo que nos esperaba en un par de minutos, la había extrañado muchísimo, sinceramente me encontraba enamorado de ella e incapaz de alejarme demasiado de ella.
Me aleje poniendo fin a el contacto físico, pero le lance una mirada que prometía que le haría cosas indecentes como las de cincuenta sombras de Grey o como algunos de esos libros eróticos de w*****d.
Me sentía algo avergonzado por las cosas que estaba pasando delante de todos, me gustaría que las cosas se hicieran en la intimidad, no me quería hacer de mi vida el escarnio público de todos, no quería entrometidos.
Me giré para verlos de reojo, hice una seña con mi mano para restarle algo de interés a la situación.
-Chicos Zoé esta de vuelta en la ciudad- me sentía sumamente avergonzado, podía sentir que mi cara estaba ardiendo, cuando todas las miradas estaban sobre ella estaba sentada mas al borde del auto e hizo un gesto con su mano para saludarlos, agitando sus preciosos deditos que se aferrarían a mi m*****o en cuanto estuviéramos solos en una habitación.
Se puso de pie y engancho su brazo con el mío, acomodo su cabeza en mi brazo con ternura.
Pude notar las miradas de mis compañeros, habíamos armado mucho revuelo con nuestra escena, los hombres me miraban con admiración y celos, por otro lado, las mujeres se veían muy sorprendidas, pero sobre todo había un sentimiento que no pude identificar.
-Hola chicos, ¿Me extrañaron? - soltó con su marcado acento capitalino – No me digan que pensaron que me había alejado del bon bon de su amigo- mordió uno de sus labios de forma sensual y me lanzo una mirada de largo calibre.
Y sin dudas la gente lo dudaba.
Jaime me lo había mencionado durante varios días mientras lloraba y me sentía triste porque no tenia ni idea de lo que pasaría, tenía muchos momentos de dudas en la soledad. “escucha Zoé parece una buena chica, pero su familia es muy poderosa, tal vez no vuelva a venir y tienes que hacerte a la idea si pasa”.
Ahora nadie dudaría de nuevo de nuestros sentimientos.
-Ya era hora Zoé, el muchacho no se merecía sufrir- comento mi mejor amigo.
Un hombre se acercó a donde estábamos y se aclaro su garganta, diciéndole algo al oído. Mientras eso pasaba mis amigos hacían gestos al verla y decían cosas sobre el día tratando de disimular lo que realmente querían saber.
Mis compañeros se fueron dispersando hasta dejarnos solos en el parqueadero, incluso pude ver como mi profesora se quedaba mirándonos, sin duda seria extraño que uno de sus estudiantes tuviera una especie de relación con una muchacha tan llamativa, que tuviera un sequito de guardaespaldas.
Me sentía terriblemente avergonzado.
-Estamos llamando demasiado la atención y deberíamos ya sabes irnos- susurro de forma dulce en mi oído- podríamos irnos a un lugar más privado- eso encendió de nuevo mi corazón.
Asentí regalándole una sonrisa.
Mire a mis “amigos” quienes parecían querer saber mas sobre mi chica, casi podía sentir que olían el dinero que había tras ella, con excepción de Jaime desconfiaba de todos.
-Bueno chicos, tengo cosas que hablar con Zoé, asiqué nos veremos en otro momento- hice un gesto para despedirnos, ella estrecho mi brazo contra el cuerpo de ella, tratando de atraerme contra ella y al auto.
Los muchachos dijeron unas palabras de despedida, abrí la puerta para ella, dejándola sentarse primero en la parte de atrás para seguirla, era extraño estar rodeado por completo de personas extrañas que se encargaban de la seguridad, creo que jamás había visto algo así, hablaban oprimiendo algo en sus oídos, entendí entonces que había mucho más de lo que saltaba a la vista.
Zoé…mi Zoé ¿en qué me has metido esta vez?
Ella se acercó a mí, girando mi barbilla para poder verme a los ojos.
-Lamento haberme ido de la manera en la que lo hice, se que pasaste por muchas cosas por mi culpa- sus dedos largos me acariciaron la mejilla izquierda, buscando darme de alguna manera consuelo – deseaba estar a tu lado cada segundo, debes creerme…- sus ojos se alejaron un poco de mí, pareciendo apenada -mi padre es un hombre sumamente duro y complicado, cuando el hace llamadas las personas no están en posición de negociar, eres muy importante para mí, asiqué por favor…perdóname-
Su voz me derretía el corazón, pero pese a mi emoción, había muchas cosas en el trasfondo de lo que estaba diciéndome, sentía que las palabras no salían de mi garganta.