El Despertar de Luna: Crónicas de una loba rebelde

Miembros de una manada

16 de septiembre

Querido diario:

Mis manos tiemblan mientras escribo estas líneas... anoche fue la peor noche de mi vida, y lo más perturbador es que apenas puedo recordar fragmentos de lo sucedido.

Me desperté en mi cama como si todo hubiera sido una pesadilla. Por un breve momento, me permití creer que solo había sido un sueño particularmente vívido.

Pero la realidad me golpeó al ver hojas y tierra enredadas en mi cabello, y los rasguños que marcaban mis brazos. Todo había sido real, dolorosamente real.

Bajé las escaleras con cautela, el corazón me latía con fuerza, sin saber qué me esperaba. Mis padres estaban en la cocina, sus rostros agotados se iluminaron al verme.

—Luna —mi mamá se acercó corriendo, lucía preocupada— ¿Cómo te sientes?

—Como si hubiera sido arrollada por un camión... y luego hubiera retrocedido sobre mí —respondí con honestidad— ¿Qué... qué pasó anoche?

Mis padres intercambiaron esa mirada cómplice que tanto detesto.

—Te encontramos en el bosque —susurró mi papá— Estabas... a medio transformar.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo, sentí cada vello erizarse.

—¿A medio transformar? ¿Qué significa eso exactamente?

—Significa que tu primera transformación no fue completa —explicó mi mamá con suavidad— es normal, necesitarás tiempo para aprender a controlarla.

Controlarla... como si fuera un simple impulso adolescente y no una fuerza salvaje que acababa de destrozar mi normalidad.

—¿Y ahora qué? —mi voz tembló entre el miedo y la rabia— ¿Cómo se supone que voy a vivir una vida normal cuando puedo transformarme en... en algo así sin previo aviso?

—No eres algo, Luna —la voz de mi papá sonó muy seria— eres una mujer loba. Es parte de tu esencia, de nuestra esencia. Y aprenderás a controlarlo, te lo prometo.

Quería creerle, realmente quería... pero después de anoche, después de sentir ese impulso primitivo de cazar, esa conexión visceral con algo salvaje dentro de mí... ¿Cómo podía estar segura?

—¿Y la escuela? —pregunté, no quería abandonar las clases— ¿Cómo voy a mantener esto en secreto?

—No vas a cambiar sin control —mi mamá intentó tranquilizarme— Las transformaciones al principio están ligadas a la luna, con el tiempo aprenderás a anticiparlas y controlarlas, hasta que puedas transformarte a voluntad.

—Mientras tanto —agregó mi papá— debemos ser cautelosos. Tal vez... tal vez sea mejor que te quedes en casa un tiempo.

—¿Qué? —sentí que el aire me faltaba— ¿Quieres que me esconda? ¿Que abandone mi vida así sin más?

—Solo hasta que aprendas a controlarlo —la voz de mi mamá era suave— Es por tu seguridad y la de los demás.

Sentí las lágrimas formándose en mis ojos.

—Esto no es justo —murmuré— yo no elegí esto.

—Lo sabemos, mi amor —mi mamá me abrazó— pero aprenderás a aceptarlo, y estaremos contigo en cada paso.

Me separé del abrazo, abrumada por la intensidad de mis emociones, cada sensación era amplificada por mi nueva naturaleza.

—Necesito estar sola —dije, dirigiéndome hacia las escaleras.

—Luna —llamó mi papá— hay algo más que debes saber.

Me detuve y me giré. ¿Más revelaciones?

—¿Qué más puede haber? —pregunté, mi agotamiento mental se notaba en cada palabra.

Mi papá respiró profundo.

—No somos los únicos, hay otros como nosotros en la ciudad, una manada.

Una manada... la palabra resonó en mi interior, evocando imágenes de lobos corriendo libres bajo la luna llena.

—¿Una manada? —repetí suavemente— ¿Quiénes?

—Los conocerás pronto —dijo mi mamá— ellos pueden ayudarte a entender y controlar tus nuevas capacidades.

Capacidades... como si esta transformación fuera un don y no algo que acababa de alterar mi existencia por completo.

—Perfecto —respondí con ironía— una manada de hombres lobo, justo lo que necesitaba.

Subí las escaleras mientras mis piernas temblaban y al llegar a mi habitación, cerré la puerta y me deslicé hasta el suelo, apoyando la espalda contra la pared. Y entonces... las lágrimas comenzaron a fluir libremente.

Una manada... más personas como yo... Debería sentirme reconfortada, ¿No? Pero solo me sentía más perdida. ¿Cómo iba a encajar con un grupo de hombres lobo cuando apenas podía lidiar conmigo misma?

Me arrastré hasta mi cama y tomé mi celular. Tenía innumerables notificaciones: mensajes de cumpleaños de mis amigos, recordatorios de tareas pendientes, una actualización de mi blogger de moda favorita.

Todo parecía tan... ordinario. Y yo ya no lo era. Para nada.

Me quedé contemplando los mensajes, perdida en mis pensamientos. ¿Debería confiar en alguien? ¿En Mia, mi mejor amiga desde la infancia? ¿O en Alex, que hace que mi corazón se acelere de una manera completamente nueva desde el año pasado?

Pero la idea de revelar mi secreto me aterrorizaba. ¿Y si me rechazaban? ¿Y si me veían como algo peligroso?

Unos suaves golpes en la puerta interrumpieron mis pensamientos.

—Luna, ¿Puedo pasar? —Era mi mamá.

Consideré fingir que dormía, pero sabía que sería inútil, ella no se iría.

—Adelante... —respondí sin moverme.

Mi mamá entró y cerró la puerta con delicadeza. Se sentó en mi cama y me miró con esos ojos que parecían ver a través de mí.

—Sé que es mucho para procesar —comenzó.

Solté una risa amarga.

—¿Mucho? Mamá, acabo de descubrir que soy una criatura de leyenda, que toda nuestra familia lo es. Que hay una manada entera de nosotros en la ciudad. Creo que "mucho" es quedarse corto.

Suspiró y comenzó a acariciar mi cabello.

—Lo sé, mi amor, créeme que lo sé, yo pasé por lo mismo a tu edad.

Eso captó mi atención, me incorporé de golpe y la miré fijamente.

—¿Cómo fue para ti? —pregunté en voz baja.

Sonrió con nostalgia.

—Aterradora, emocionante, confusa... todo al mismo tiempo, exactamente como te sientes ahora.

—¿Y cómo... Cómo lo manejaste?

—Con mucha dificultad al principio —admitió— pero con el tiempo, práctica y ayuda de la manada, aprendí a controlarlo. A aceptarlo como parte de mí.

—¿Y papá? —pregunté repentinamente— ¿Él ya era...?

—No —rió suavemente— de hecho, esa es toda una historia, lo conocí después de mi primera transformación. Era humano entonces.

Mi sorpresa fue evidente.

—Espera, ¿qué? ¿Papá era humano? ¿Cómo...?

—Se puede convertir a un humano en hombre lobo —explicó— pero es algo muy serio, no es una decisión que se tome a la ligera. Tu padre eligió esto, por amor a mí y a la vida que queríamos construir juntos, la madre de Selene lo abandonó, así que él estaba solo y con una pequeña.

Mi mente daba vueltas procesando esta nueva información. Siempre había visto a mis padres simplemente como... mis padres. Saber que mi padre había elegido esta vida, que había abandonado su humanidad por amor... me dejó sin palabras.

—Luna —continuó mi mamá, tomando mis manos— Sé que ahora parece imposible, pero te prometo que aprenderás a vivir con esto. Incluso llegarás a apreciarlo.

—¿Apreciarlo? —mi voz se quebró— Mamá, anoche casi me como a un ciervo, sentí ese impulso primitivo... ¿Cómo podría apreciar algo así?

—Porque es parte de quien eres —afirmó con convicción— esos instintos, esa conexión con la naturaleza, son un regalo. Con el tiempo aprenderás a canalizarlos adecuadamente.

Quería creerle, realmente quería, pero el recuerdo de la noche anterior, esa sensación de pérdida de control, seguía demasiado fresco.

—¿Y si no puedo? —susurré con temor— ¿Y si pierdo el control y lastimo a alguien?

Mi mamá me abrazó con fuerza.

—No sucederá, estaremos aquí para ayudarte, y la manada también.

La manada... nuevamente esa palabra.

—Háblame de ellos —pedí— de la manada.

Mi mamá se acomodó en la cama y sonrió.

—Son como una segunda familia —explicó— nos apoyamos mutuamente, nos protegemos. Hay otros jóvenes como tú, aprendiendo a manejar sus habilidades.

—¿En serio? —sentí una chispa de esperanza— ¿Hay otros de mi edad?

—Sí —asintió— de hecho, conoces a algunos.

Mi mente comenzó a dar vueltas, intentando adivinar quiénes de mis conocidos podrían compartir este secreto.

—¿Quiénes? —pregunté con ansiedad.

Mi mamá sonrió misteriosamente.

—Lo descubrirás pronto, esta noche, de hecho.

—¿Esta noche? —repetí, sintiendo un nudo en el estómago— ¿Qué sucede esta noche?