Capítulo 1||

1229 Words
Emma Jackson Miércoles 10 de Julio Nunca les ha pasado que ¿desean o quieren algo tanto en la vida, pero en el momento qué ocurre, ya se habían dado por vencidos? Ya habían caído en cuenta de que no era para ustedes y de que no estaba destinado a ser. Deseas tanto que pase algo, que al momento que pasa no tienes nada planeado, no sabes cómo actuar o que hacer ante ello, es como si en realidad nunca hubiésemos creído que fuese posible. Me encontraba encerrada en el baño del segundo piso de la universidad, luego de haber salido corriendo del comedor, y es que fue realmente incómodo hacer contacto visual con él, con Aron List, era lo que tanto quería desde que entré a clases, pero al parecer no estaba lista para ello. Entro a uno de los cubículos del baño, y me apoyo contra la pared mientras dejo que mi espalda vaya bajando lentamente hasta llegar al suelo, me quedo allí sentada, unos diez largos minutos tratando de controlar mis nervios y respiración, cuando ya me siento más calmada salgo de este y voy directo al lavado donde echo varias veces agua en mi pálido rostro. Escucho la puerta del baño abrirse cosa a la cual no le doy importancia, después de todo es un baño público de chicas, sigo lavándome el rostro sin voltear ni siquiera para ver de quien se trata, hasta que siento unas frías manos tomar mis caderas y presionarlas hacía atrás, haciéndome sentir un duro abdomen contra mi espalda, abdomen el cual se sentía bastante ejercitado, para ser de una chica. Volteo bruscamente y le pego fuerte una cachetada y solo después, solo después de hacer aquello, reparo el rostro de gestos fríos que envía fuertes pálpitos a mi pecho. —Aron. —Balbuceo, en medio de los nervios, presionando mis uñas en mis palmas. Una sonrisa irónica brota de sus labios, lo cual hace aumentar mis nervios, en un instante. —Me sorprende, tienes cara de ángel, pero al parecer eres muy ruda. —Suelta sin borrar la sonrisa sarcástica de su rostro. —Me gusta. —Vuelve a decir, sin dejar de sonreír, las rodillas me tiemblan y siento que en cualquier momento me voy caer. ¡Estúpida reacciona! —Yo...yo lo siento —Trato de decir, y genial, es la primera vez que hablo con el chico que me gusta y me sale un estúpido tartamudeo. Él sonríe y camina dos pasos hacia adelante, logrando acortar un poco nuestra distancia. — ¿Tienes mucho qué contarme, no?—Pregunta y lo observo confundida ¿De qué habla?, ¿Se refiere a qué lo estuve viendo en el comedor? Niego inmediatamente con mi cabeza, evitando la necesidad de abrir mi boca. — ¿No? —Inquiere levantando una de sus cejas. Suelta a reír de manera burlona y escandalosa, lo cual me hace retroceder abrumada ¿Qué carajos? —No se dé qué me hablas. —Logro decir, mirándolo directamente a los ojos, ojos con los que tanto he soñado. No puede referirse a lo que creo, no, es imposible. — ¿Crees qué no me he dado cuenta de qué no dejas de comerme con la mirada durante todo el puto día? —Cuestiona con burla. Mierda. Abro mis ojos de manera exagerada por el impacto que me causan sus palabras, ¿Y es qué cómo demonios sabe de ello? está bien, lo sé, lo miro sin ninguna discreción, pero jamás creí que él se hubiese dado cuenta de ello, pues siempre esta tan entretenido hablando con sus amigos o con Megan, que era imposible que lo notara, en medio de la multitud que siempre lo rodea. Bajo mi mirada hacía mis pies y me quedo en silencio sin saber que decir. —Eres tan ingenua. —Escupe fríamente y se ríe. — ¿En verdad creíste qué no lo había notado? Que no haya tenido interés en ello es algo muy diferente, muñeca. —Termina de decir en un tono frío. —Eres un imbécil —Suelto aquello sin pensarlo, se esta comportando como un completo idiota, y esta bien que lo diga. No creí que fuese ese tipo de persona, la cual no le importaba humillar o hablar mal a otros, para mí siempre había sido el chico perfecto y por lo visto estaba tan equivocada. —No me vengas con eso, ¡Aquí el único ofendido debería ser yo, siendo acosado todos los malditos días por ti! —Me grita cabreado. Vuelvo a quedarme callada ante sus palabras y es que ¿cómo podría justificarme ante aquello, si él tenía toda la razón? todos los días me los paso mirándolo, cada paso, cada movimiento y cada acción que este ejecuta, y es que si, definitivamente lo acoso. — ¿Y dime muñeca, qué es lo qué esperas de ello? ¿Atención? ¿Noviazgo? O mejor aún, ¿Boda? —Vuelve a reír, claramente burlándose de mí, lo cual hace que mi sangre empiece a hervir. Odiaba totalmente el tipo de personas como él, arrogantes, egocéntricas y que se sentían superiores a los demás solo por tener un estúpido rostro lindo y ser de una familia adinerada. —Tienes toda la razón en enojarte, no voy a negar lo que es evidente así que lo siento... —Susurro observando mis píes avergonzada. —Bien, de todas formas desde ya te dejo claro que lo único que puedo ofrecerte es un buen sexo duro. —Dicho aquello el eco del sonido de mi mano, golpeando fuertemente su rostro es lo único que se escucha durante largos segundos. Me quedo observándolo esperando por su reacción y es que realmente podía esperar cualquier reacción de su parte, después de todo no lo conocía realmente y todo apuntaba a que era un completo bastardo. Voltea con lentitud su rostro hacía mí, y una sonrisa para nada bromista para nada agradable surca en sus labios, se acerca de manera rápida y brusca, tomando mi muñeca, sin darme tiempo a nada, acabando con toda la distancia de nuestros cuerpos. — ¡Que sea la última puta vez que se te ocurra tocarme! ¿¡Queda claro!? —Me grita con la furia claramente expresada en su rostro, y mi cuerpo tiembla ante ello, estaba actuando como un puto desquiciado, no creí que aquello le iba a molestar a tal punto como para gritarme de manera tan escalofriante, por primera vez en mi vida, sentía el miedo recorrer mis venas. En su rostro vuelve a dibujarse aquella sonrisa sumamente aterradora, el brillo en sus ojos solo refleja frialdad, molestia y odio, lo cual me impulsa a empujarlo, pero con el agarre que mantiene en mi muñeca me vuelve a llevar contra su pecho, toma mi rostro entre sus dedos, el cual había bajado para evitar que nuestros labios hicieran contacto, lo sube sin delicadeza alguna y nuestros ojos se encuentran por segunda vez, de manera directa, siento como mis tripas se empiezan a remover dentro de mí, por tal cercanía de su piel contra la mía. — ¿Sabes qué? —Habla cerca de mi rostro, logrando así lo que trate de evitar, rozar nuestros labios. —Mereces un castigo por haberme golpeado dos veces y encima de ello por haberte atrevido a acosarme durante todo este tiempo, loca.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD