Capítulo 2

3316 Words
Hardy. Desde arriba de la escalera la veo ir y venir para todos lados de la casa cantando, canta canciones cristianas y si que tiene una linda voz, no me lo esperaba eso, sonrío porque se libera donde cree que está sola en la casa y canta fuerte y bastante alegre, trago duro porque realmente no tengo idea de que es lo que me pasa con ella, porque de solo pensarla o saber que ella hace tal cosa me pongo tonto como un crio recién interesándose en una mujer. Es muy atractiva, de eso no tengo duda, es una mujer alta con kilos de más pero eso me importa un carajo, el pelo medio castaño con reflejos rubios, es blanca pero no tanto, más del estilo normal, labios gruesos y unos ojos verdes oscuros que le resaltan mas con sus abundantes pestañas, y bueno, soy hombre con sangre en mis venas y veo unos pechos abundantes, y cuando viene con polleras de jean se le marca la redondez del culaso que carga, pero no sé si realmente ella en si me gusta o es la atención que me da, a tenido muchos detalles conmigo y eso lo he estado viendo desde que llegó a está casa, porque antes nadie hacia esas cosas por mi, la comida la hace ella y siempre me pregunta que es lo que quiero o que es lo que me gusta y lo hace, también sé que soy un hombre adulto con una vida hecha y ella no, es joven y sin hijos y yo creo que no podría darle nada de lo que una mujer en sus treinta busca, eso me da nostalgia, porque me encantaría ser el hombre que le dé seguridad, que la haga reir, que la abrace cuando tenga miedo, me encantaría ser su hombre. —Señor. —se para frente a mí y yo trago duro al verla porque mi corazón se acelera que parece que se me va a salir del pecho—. Quiero hablar sobre lo que me dijo en mi casa. —¿Qué cosa?. —De que le gusto. —siento la transpiración en la frente donde me avergüenza eso—. ¿Sigue pensando igual?. —No. —me acerco un poco mas a ella sintiendo el perfume dulzón que tiene—. Ayer se me fue todo. —sonrío dónde claramente se enoja pero no se aleja—. Cuando alguien te gusta no hay nada que lo cambie Anna. —¿Le gustaría tener una cita conmigo?. —alzo las cejas ya que lo dijo sin pelos en la lengua, está mujer si que va de frente y sin rodeos—. Yo sé que usted tiene esposa, pero también sé que desde que llegué a esta casa no han dormido juntos. —Hoy a la noche. —paso por su lado susurrándole al oído y pidiendo fuerzas a quién sea que este ahí arriba porque mi mano tiembla mientras le toco la mano—. Te paso a buscar a las nueve. —Bien. —Y Anna. —la agarro de su brazo casi rozando mi mejilla sobre la ella—. Vístete como quieras, no me molesta que seas cristiana. —Gracias. —nos miramos a los ojos ahora. —¿Gracias porqué?. —Por respetarme. —asiento mirando su boca. —Quiero respetarte pero se me hace difícil así que ve... —sonríe asintiendo—. O te juro que acá mismo nos la vamos a mandar. —Nos vemos en la noche. Baja corriendo y yo voy a mi habitación para empezar a prepararme, faltan varias horas para que la vaya a buscar pero ya me quiero preparar y estar listo, la miro por la ventana cuando se va y ahí me voy al baño, me ducho bien, es como que es la primera vez que voy a tener una cita, pero pensándolo bien es mi primer cita, nunca salí con una mujer a cenar ni nada, con las que he estado eran encuentros en los telos y chau, cada uno a su casa, ni con Julia tuve citas jamás en la vida, así que si, es mi primer cita, sonriendo por eso me friego con más ganas y después me arreglo la barba, me la dejo porque Julia la odia. —¿A dónde vas?. —sigo bajando las escaleras sonriendo donde ya la voy a ver. —Voy a salir. —¿A dónde?. —la miro sonriendo con diversión —Yo no te pregunto cuando sales porque no me interesa. —A mi si. —¿Y? ¿Qué quieres que le haga? voy a salir y punto. —Respeta está casa Hardy. —me termino de abrochar el reloj que me estaba costando—. Tu hija vive con nosotros todavía. —Si la respeto, o acaso alguna vez traje a alguna mujer. —No. —me apunta y ya me estoy enfureciendo—. Pero si trajiste a una pendeja que es hija de una prostituta. —Te lo advierto Julia. —me paro frente a ella y veo el miedo pero no me importa—. No hables de mi hija o me vas a conocer, ni siquiera la nombres... Es mía y de nadie más, y no tienes derecho a hablar de ella. —Defiendes a tu hija o la puta que la pario. —mis manos tiemblan de odio, pero jamás le levanté la mano a una mujer y no lo pienso hacer, aunque la odie con toda el alma. —Me das tanta lastima Julia. —me alejo asintiendo—. ¿Hablas de puta? Al menos ella lo hacia por necesidad ¿y tu?. —me da vuelta la cara de una cachetada pero solo me río—. Ojala nunca ninguno de nuestros hijos sepan en donde fue que te conocí Julia. —sus ojos se llenan de lágrimas porque yo le conozco su pasado y no me puede venir a mentir a mi con su papel de señora—. ¿Y cuántos años tenías? ¿Dieciséis?. —Maldito desgraciado. En el auto suspiro y me digo que soy un terrible pelotudo de creer que por una vez en mi maldita vida puedo ser feliz, pero Julia me muestra día a día que no es así, que estoy atado a está vida de mierda que es al lado de ella y no tengo salida, así como no la tuve cuando nos casaron. Cuando por fin decido ir por Anna para ver que pasa con ella y esto nuevo que siento en mi, voy a buscarla, llego a su casa y golpeo las manos frunciendo el ceño ya que está todo apagado, miro a mi alrededor y todas las casa están con las luces apagadas. —¿Hardy?. —sale en pijama y me abre dudosa. —¿Qué haces así Anna? ¿No íbamos a salir?. —Me dejaste plantada. —¿Cómo?. —me río ya que si es un chiste es de muy mal gusto—. Si estoy acá. —Son la una de la mañana. —esta muy seria y se nota que estuvo llorando. —No puede ser. —miro mi reloj y dice la verdad—. ¿Cómo carajo?. —miro el auto y luego a ella—. Venia a horario lo juro. —Bueno ya está. —niego sin saber que decir porque no quiero que ya este nada, quiero todo. —¿Puedo pasar? De última tomamos un té, algo, y te explico porque no llegué. —Esta bien, pero es mejor que entres el auto por las dudas. —Si. —una vez el auto en el garaje entro a su casa—. Juro que creí que venia bien, me quedé un rato en el auto pero no pensé que fueron horas. —¿Peleaste con la señora?. —Julia... Se llama Julia Anna y yo Hardy, no me digas mas señor. —Esta bien. —la miro moverse mientras prepara todo y yo me saco la campera, su pijama es como un vestido medio juvenil porque tiene corazoncitos por todos lados. —Me gusta mucho tu casa Anna. —la recorro toda viendo que la lleva bien, aunque no tiene divisiones de pared, la única división es la del baño y todo está junto pero súper acomodado. —Gracias. —pone las tazas en la mesa—. Me está costando pero los resultados son los deseados. —Siempre quise una casa así. —siempre lo pensé, pero nunca lo hice—. Vivir tranquilo. —No es tan tranquilo a veces. —se ríe negando—. No sé si quieres azúcar o edulcorante. —Edulcorante... Ya estoy acostumbrado. —Bien. —pone un budín en la mesa y nos miramos cuando se sienta—. Hardy. —¿Si?. —la miro a los ojos a la espera de que hable. —Somos adultos y quiero ir con la verdad. —asiento feliz de que quiera ir con la verdad y no de vueltas—. Me gusta la verdad y odio que me mientan. —Te escucho. —A los quince me violaron. —ni siquiera me veía venir eso—. Si es impedimento para ti te pido que me lo digas. —¿Impedimento? ¿Estas loca?. —Jamás estuve con un hombre Hardy. —mi polla late furiosa al saber eso, ¿el primero de una mujer? Mmm, saben bien esas palabras, más viniendo de la que me vuelve loca—. Pasó eso y nunca pude estar íntimamente con un hombre y quiero que seas el primero. —se revuelve en la silla pero yo estoy peor que ella—. Me das seguridad y somos adultos, tengo treinta y tres años y yo creo que por una vez debo dejarme llevar por los deseos carnales ¿no crees?. —me paro de un salto asustandola y la alzo de las manos. —Vamos a tu cama Anna. —pongo las manos en su cintura y ella al fin me toca—. Te voy a meter en el mundo del pecado donde solo hay placer, nada de dolor ni sufrimiento, solo gozo y alegría, después vemos si queda lugar para arrepentirse. ***** Anna. Veo que duda en tocarme pero realmente él me gusta, me gusta desde el primer día en que lo vi, cuando llegué a esa casa y lo vi fue como que nunca había estado viva, porque mi corazón empezó a latir como loco y me sentía ahogar, él me miró de arriba abajo mordiéndose los labios y ahí supe que este hombre iba a ser mi perdición, y deseo esto con locura, siempre lo quise, desde el primer momento en que me fijé en él quise esto, jamás me había pasado con nadie, de querer que me toquen, querer que me besen y me hagan gemir de placer. Muchas veces me ponía muy mal porque sin proponérmelo, hasta me imaginaba estando con él en la cama, que me besaba mientras hacíamos el amor y después no podía ni mirarlo creyendo que sabia lo que en mi mente perversa imaginaba, y si que lucho con ella porque no está bien, menos que bien estando en la iglesia, varias veces tuve que irme en medio de la reunión porque hacia de todo para alejar esos pensamientos y no podía, me lo imaginaba desnudo, como seria verlo desnudo porque lo he visto en boxer, bueno, dos veces que pasó sin pudor delante mío y hasta me habló y yo girando para que mis ojos no bajen hacia su m*****o, pero espero que ahora ya no deba imaginarlo mas y poder hacer todo lo que en estos años he estado creando. —¿Puedo empezar a tocarte?. —me agrada mucho que me pregunte si puede tocarme o no. —Solo tengo una duda. —¿Cuál?. —Mi duda es que eres casado. —me mira a los ojos sin mover ni un músculo esperando a que le termine de decir mis dudas—. Voy a ser tu amante si damos otro paso y... —¿Mi amante?. —sonriendo pone una mano en mi mejilla derecha, se inclina y yo corro la cara alejándolo de mi primer beso, pero me enoja ver su diversión. —¿Cuál es la gracia?. —deja de reír pero sonríe. —Ninguna. —me besa en la comisura de los labios dándome escalofríos que llego a apretar las piernas. —¿Y porqué sonríes?. —Julia... Desde que se embarazó de Cami que no la toco Anna. —Pero eso no es el problema. —Dios, ya no tengo control de mi misma, mis pechos aplastados con su pecho están muy necesitados—. El problema es que firmaste un papel donde dice que es tu esposa. —En el registro civil no en la iglesia. —lo miro dudando y pongo mis manos en sus hombros alejándolo un poco y así mirarnos—. Delante de Dios no estamos casados Anna. —Bien. —se inclina y rosándo mis labios susurra. —¿Has besado alguna vez?. —mira mis ojos y mi boca turnandose, me inclino un poco para sentir sus labios. —No... Nunca he besado. —¿Dónde estabas Anna?. —¿Eh?. —me agarra de la nuca y me tiene súper apretada por la cintura envolviéndome casi toda. —¿Voy a ser el primero en todo?. —Bueno... No en to... —apoya sus labios en los míos silenciandome. —Voy a ser el primero en todo Anna, en todo porque nadie nunca te tocó. —se sienta en la cama y me guía adelante de él—. Es medio atrevido pero sube arriba mío. —¿Mis piernas a tus lados?. —sus piernas están muy abiertas que si me subo arriba debo abrir las mías demasiado. —Así es... No tengas vergüenza. —lo hago de inmediato poniendo mis manos en sus hombros mientras las suyas están en mis caderas—. Bien... Quiero besarte así porque es mas cómodo para mi, y como estas arriba vas a sentir que tienes el control y no vas a asustarte... Puedes frenarme en cualquier momento, no importa lo mucho que hallamos avanzado, si dices no, yo paro. Pongo mis manos en su cara mirándolo detalladamente, ninguno dice nada, es el momento y nada mas, no importa nada más en realidad y nada más me importa, solo este inmenso hombre que está abajo mío dispuesto a hacer todo lo que le pida aún si le digo que no quiero seguir, y si que me da mucha seguridad eso. Apoyo mis labios en los de él sin saber muy bien que hacer, he visto a muchas parejas besarse pero realmente no tengo la menor idea de como funciona, he leído libros pero no es lo mismo, mis ojos están abiertos viendo como los de él están cerrados y siento sus manos apretar con fuerza mis nalgas, cierro los ojos y recuerdo una novela que vi en donde se metían la lengua en las bocas del otro, ¿lo intento? ¿Se enojara si hago eso?. Separo mis labios y con la punta de mi lengua toco sus labios, jadea y abre la boca tomando la mía completa, mis labios son succionados con tanta suavidad que siento que eso llega a mi v****a y su lengua entra en mi boca tocando la mía haciendo que pierda la cordura, muevo las caderas buscando su pene y que sacie de una vez por todas mis hormonas descontroladas que ya no dan mas. —Anna. —nos apoyamos por las frentes suspirando como si nos hubiéramos estado ahogando—. ¿Paramos?. —¿Por?. —lo miro media dudosa de que quiera parar justo ahora, pero veo que está sonriendo. —Porque me gustaría que vayamos de a poco... ¿Quieres? ¿O quieres que hagamos el amor?. —esta dudando mucho pero a la vez está ansioso, una mezcla de emociones que lo hacen dudar en si parar o seguir, se va a arrepentir si no me pregunta—. Yo hago lo que tu me digas. —¿Y lo que tu quieres?. —Yo quiero tantas cosas en estos momentos que ni te imaginas. —le acaricio el cuello delineandole los tatuajes que tiene y miro los del pecho y sé que hasta la orilla de la ingle está tatuado, ¿habrán más para abajo? Me interesa mucho averiguarlo—. Pero debes adaptarte a mi, a no tenerme miedo cuando me acerque de atrás. —agarra la mano que estaba explorandole el pecho dándome besos en la palma—. A no tenerme miedo cuando te toque. —Entiendo. —¿Vamos lento?. —Me parece lo mejor. —¿Pero puedo dormir acá?. —lo envuelvo por el cuello sin ganas de bajarme de arriba de él que se convirtió en mi mejor lugar—. Me dejas venir a dormir en las noches. —Si. —beso suave sus labios y él jadea medio alzándome y acomodándome mejor arriba de su m*****o duro—. Puedes venir todas las noches si quieres. —Bueno... Durmamos ahora entonces, sino, no vamos a ir lento como quiero. —Bien. —acomodo la cama y lo miro sacarse la ropa con mucha naturalidad, para la edad que tiene está espectacular, no puedo creer que tenga los músculos del vientre marcados. —¿Te gusta lo que ves?. —Si. —asiento muy convencida—. Bastante de hecho. —Me gusta que seas directa... Ninguna mujer jamás me fue de frente como tú lo haces. —nos acostamos y nos miramos de frente y súper cerquita—. Eres muy hermosa Anna. —Quiero que me saques de algunas dudas. —Dime. —¿Qué vamos a ser?. —siento como su mano sube el camisón hasta poner la mano en mi cintura, Dios, tiene una mano grande y áspera, como de alguien que trabaja en la construcción—. Digo... Vas a venir a dormir y progresar en lo carnal, ¿Pero en qué quedaríamos?. —Anna. —se acerca más a mi poniendo una pierna arriba de las mías—. Vamos a conocernos un poco ¿si? Pero vamos a mantener esto en secreto... No vas a ser mi amante, míralo por el lado de que con Julia todo está muerto desde hace años. —¿Y porqué están juntos?. —No tengo idea la verdad. —se pone tenso donde no le gusta nada la charla—. Mis hijos ya son grandes y tenemos a Cami con nosotros... Las veces que me he querido ir me habla de mis nietos y como que eso es impedimento para separarnos. —Me parece patético que pongas escusas Hardy. —me mira sorprendido por mi arranque, me enoja que pase por eso solo por los nietos—. ¿Llevan una vida de mierda por sus nietos? ¿Para que los vean juntos no mas?. —se ríe y besa mis labios. —Eres tan sincera Anna. —Pero es verdad. —Lo sé... Por eso te pido que me dejes venir, si viene un familiar y no quieres que me vea me dices y no vengo, pero después dejame venir a tener momentos como estos. —No tengo a nadie Hardy, mi familia vive en el norte. —¿Los extrañas?. —No. —me arrimo mas siendo atrevida porque paso mi brazo sobre su cintura y por primera vez me acurruco con alguien—. Algún día te voy a contar mi historia y quiero que me cuentes la tuya. —Trato. . .
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