Prólogo.

507 Words
A pasado más de un siglo desde que mire a Matu por última vez. Aun recuerdo cuando recibí esa llamada que tanto temí tener todos estos largos años, estaba en sus últimos días de vida, su piel estaba arrugada, pero a mis ojos seguía igual de hermosa que el día en que la conocí; esa joven llena de vida, su cabello no lucia, blanco a mis ojos seguía teniendo ese n***o que la caracterizaba. Ese día me pidió que cuidara a sus descendientes, no tenía que hacerlo, ya lo estaba haciendo desde lejos, algunos heredaron cualidades y otros no, no me importaba, yo los cuidaría siempre. Pasamos recordando esos momentos en dónde nos fue mejor, en la noche me pidió darle un beso y lo hice después de tantos años, besé sus labios carnosos y dulces como siempre, me miró sonriéndome, esa sonrisa aún me hacía sentir cosas. —Hasta nuestra próxima vida amor— me dijo con su último aliento —Hasta la próxima vida amor.— le susurre. Pero ya no estaba con vida, una luz salió de su pecho y se fue, fue la primera y la última vez que mire que pasará eso alguna persona, su muerte me marco, pero aún la esperaba nuestra próxima vida. Con el paso del tiempo Alberto se casó y tuvo una hija, Eva, si al fin teníamos descendiente, ella tuvo el destino de todos los descendientes, ver morir a las personas que ama. Mis otros hijos (Esteban y Selena) vivieron una vida larga, solteros y felices, nunca quisieron tener hijos, pero adoptaron, hasta que su linaje se detuvo. Ahora solo quedamos cuatro Morningstar, Adán (su hijo), Atenea, Eva (Mi nieta) y yo, cuatro descendientes que miraron morir a quien amábamos y seguimos amando. A través de las generaciones que no nacían descendientes nos ayudaban a manejar los negocios, pasamos ser hijos a padres, de tíos a abuelos, etcétera. Cada día de muertos visitamos a nuestros seres queridos, recordando sus memorias, casi podía sentir sus presencias cada dos de noviembre. El tiempo se detuvo para nosotros en nuestros 20's, éramos eternamente jóvenes, algunas veces nos cansamos de vivir, pero no nos queda más que seguir adelante, aún no aparecía ella. La ciudad fue cambiando con el paso del tiempo, ya no pasan cosas malas, vivimos por mucho tiempo ahí mientras intercalamos nuestras muertes. Cada quien tiene su casa en los dos lugares, pero de alguna forma siempre seguían viviendo en mi casa. Puede que pase el tiempo, el mundo ha cambiado para bien, las luchas por el medio ambiente funcionaron, el mundo es más verde, hay mejor calidad de aire, especies que estaban en peligro de extinción no lo están ahora. Pero aún existen cosas que por más que se luchen por cambiar siguen siendo iguales. Actualmente, está regresando la moda de los dos mil y a nosotros nos encanta, nos hace sentir que no pasó el tiempo, incluso ** es nuevamente popular, eso si con mejoras. Aún mantengo la esperanza que nos veamos en su próxima vida.
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