Vigésimo cuarto

1617 Words
Hace exactamente 1 semana que Emanuel hablo con mis padres, recuerdo claramente que la noche en la que se fue a su casa algo raro le pasaba, no estaba muy bien, pero al otro día se levantó mucho mejor, quizás fueron los nervios de enfrentarse a mis padres o algo parecido. Ese día me contó todo lo que hablo con mis padres, me dijo que entre tantas cosas que le habían dicho, le habían pedido que me cuidara, que no dejara que yo mandara, ni tomara el control porque era muy joven para eso y lo iba a llevar a dónde yo quisiera, tonterías, pero bueno. Esta semana hemos estado en contacto con el grupo de "Los Ingleses", sí, así se llamó nuestro grupo para participar en ese bendito Safari, éramos pocos aún, faltan creo que 5 participantes, pero ya varios han tomado su lugar y se han comprometido con esta actividad, si bien faltaba casi 3 meses, quizás más, pero íbamos anotando en una hoja el nombre de la persona, la edad, la fecha de nacimiento, su cédula y su número de teléfono, todo para estar en regla con respecto a lo del Safari. Ema y yo íbamos a danzar, comenzamos buscando una canción que fuera tradicional del Uruguay, fuimos viendo que pasos ponerle y armando poco a poco el baile. Otras chicas se encargarían de la búsqueda del tesoro y las otras de ir armando la hinchada con papelitos, maracas, lentes, corbatas y todo lo que puede llevar una hinchada, cómo dije, faltan todavía varias personas, pero de a poco podemos ir consiguiéndolas. Hoy era uno de esos días de completa paz y tranquilidad, en donde solo estás vos contigo misma. Decidí limpiar mi habitación, dejándola por completo limpia, pisos, techos, cama, ropero, muebles y todo lo que tuviera polvo, si no me equivocaba mamá hoy tenía libre, así que almorzaremos algo tarde, luego de limpiar y ordenar un poco mi cuarto corrí las cortinas de la ventana dejando un ambiente oscuro para que no entrara tanto sol por la ventana y poder dormir la siesta tranquila. Mientras me bañaba anunciaron que ya iban a comer, así que me apure para poder llegar a tiempo y comer junto a ellos, cuando salí y vi que todos estaban comiendo, corrí a mi cuarto a dejar las cosas que me saque, las que estaban limpias arriba de la cama y la ropa sucia en el canasto, volví para sentarme a comer con todos. La costumbre en esta casa es algo que se mantiene, se come siempre a las 12 o 12:30 del medio día, no sé conversa y se escucha el informativo a través de la radio. Es aburrido un almuerzo así, antes cuando estaba el abuelo la hora del almuerzo tenía más color, hace mucho que no hablamos todos juntos como una familia, podría decirse desde que el abuelo falleció. Con el paso del tiempo se terminaron las charlas, las bromas con buen sentido del humor, se terminó todo, solo queda el rastro de una familia que solía hablar hasta por 2 horas seguidas después de comer. Mientras cargaba mi tenedor con comida veía como solo se escuchaba el golpe del vaso en la mesa, el ruido del cubierto contra el plato, el ruido del fogoso fuego que estaba atrás de mi espalda, escuchaba al locutor de la radio narrar los acontecimientos del día anterior y los del día de hoy, a veces papá hablaba algunas palabras, Andrés hablaba con mamá sobre algunas cosas, pero mamá le contestaba con monosílabos por razones de que ella siempre estaba enojada o molesta con la abuela, la abuela como siempre revoleaba sus ojos cada vez que mamá contestaba así, pero ¿quién las puede culpar?, ambas sufrieron una perdida hace un tiempo y mi abuelo era quien le ponía el pie en el pecho a mi abuela si ella se pasaba de la raya con mamá y así fue siempre, pero hace 2 años que ella está airada con mamá, no sé qué sucede, no entiendo cuál es el problema de estas dos mujeres. Termina el almuerzo y me quedo pensando en como eran las cosas antes con el abuelo cuando mamá y papá no estaban. Flashback - ¡A comer! - Gritaba ella y yo salía corriendo a lavarme las manos, mientras el abuelo seguía en el taller terminando una artesanía que tenía que entregar mañana en la mañana. - ¡Miguel!, dije que ya está la comida - Lo reto a mi abuelo y desde el baño se escuchaban sus gritos. - ¡Ah! Mujer casi me abro la panza por tus gritos, ya voy - Grito el abuelo mientras apagaba el torno y yo me acercaba a ver qué pasaba entre ellos. - ¡Abuelo, abuelo!, ¿estás bien? - le pregunté mientas él se agachaba y me sonreía. - Si Ella, vamos a comer, que la sopa se enfría y tu abuela es una histérica por comer temprano - Esto último me lo susurro y me reí. - ¡Te escuché! - Grito la abuela desde el comedor y con el abuelo nos reíamos. Fuimos a comer, el abuelo iba adelante de mí y yo lo seguía de atrás, mis papás estaban trabajando y yo siempre comía con ellos, era maravilloso porque el abuelo siempre se ponía a leer el diario mientras comía y la abuela se enojaba porque tenía que dejar eso para después, siempre usaba los mismos lentes, esos que tenían una cinta negra porque se le salía el cristal a cada rato. El abuelo siempre que lo veías te parecía un hombre imponente, de elegante porte y de duras facciones, siempre vestía un pantalón de vestir, zapatos de vestir y una camisa, que era blanca, a rayas o a cuadros y andaba con esa chaqueta de cuero n***o o un buzo n***o de lana gruesa y como estábamos en invierno usaba la bufanda verde y roja a cuadros con una gorra negra de lana que lo hacía ver cómo si fuera un ladrón a punto de robarte. Cuando la abuela por tercera vez lo retaba el abuelo dejaba el diario a un lado y comía, era tan gracioso verlos discutir, pero a pesar de eso se llevaban muy bien. Siempre mirábamos televisión mientras comíamos, con la estufa prendida y hablando de lo que pasaban en la tele, cuando terminamos de comer yo ayudaba a la abuela a juntar las cosas de la mesa y el abuelo siempre doblaba el mantel, porque yo no podía, era muy grande y si lo hacía arrastraba el mantel en el suelo ensuciándolo más. Terminaba mi tarea e iba a dónde estaba el abuelo, él siempre se acostaba después de comer y yo me tiraba encima de él para quedarme ahí y hacerle compañía y hasta que venía la abuela estaba ahí, después tenía que irme a mi cuarto aunque el abuelo no quería que fuera para allá porque según él yo hacía desastres en la otra habitación y él no podía retarme porque cuando iba yo ya había reparado el desastre y me advertía que la próxima me iba a dar una palmada si hacía ruido. La siesta siempre fue, es y será sagrada para todos aquí. Fin del flashback - ¡Ey!, ¿estás en la luna?, hace rato te estoy hablando, termina de juntar la mesa - me dice mi padre golpeando la mesa y asustándome, sacándome de mis pensamientos. Solo lo miré y me levanté para terminar de juntar la mesa e irme a dormir, estaba cansada y los tratos que había recibido últimamente de mis padres no me estaba agradando, oraba por ellos y debían de cambiar, debían de ser mejores, pero no, cada vez me buscaban más y hacían que explotara a la más mínima cosa que me dijeran, porque se abusaban, siempre pedían más y más cosas y perfecta no era, así que con lo poco que podía hacer tendrían que conformarse. No sé cómo, pero concilie el sueño y dormí hasta tarde. Me levanté cuando ya eran como las 6 de la tarde y estaba oscuro afuera, me apronte y salí camino a danzas, estaba llegando tarde si, pero no le iba a pedir a nadie que me llevara, podía sola, además de que no quería verlos porque estaba de mal humor y enojada con ellos, pero algo me hizo sonreír como tonta y es que hoy iba a ver a Ema otra vez, tenía que estar bien, bien para él, así que salí de casa y fui a mi destino. Cuando llegué al instituto empezó la rutina de siempre, me preparé y entraron las chiquitas, luego elongaron, seguido de eso bailaron, volvieron a elongar y por último se fueron. Paso exactamente lo mismo con mi grupo y con el de Ema. Salimos más tarde hoy, porque al final del grupo de Ema compraron comida y se quedaron a comer, me quedé porque ya era parte del grupo y porque Íngrid me dijo que podía quedarme y también porque le pedí permiso a mamá y me dejó, pero antes de las 12 tenía que volver a casa o era mujer muerta. Mientras todos ellos hablaban, incluido Ema también, yo comía y jugaba juegos en mi celular. De vez en cuando Ema me miraba y me guiñaba un ojo o me regalaba una de sus sonrisas o mejor aún, me daba un beso en la cabeza. Nadie paso por alto esos gestos, pero nadie se atrevió a preguntar que era lo que pasaba entre nosotros, en algún momento preguntarían y las cosas serían algo incómodas, ya que molestarían por un buen tiempo y ya luego todo sería normal otra vez.
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