Décimo quinto

1160 Words
Cuando salí del instituto me fui a mi casa, iba caminando y mientras recordaba todo lo que a pasado en estos días yo, me siento tan diferente, tan cambiada, hay algo en mí que se está renovando, no sé muy bien que es, no sé qué ocurre en mi interior, pero sé que algo comenzó a cambiar desde el momento en que conocí a Emanuel, hace 2 años... No sé cómo explicarlo, pero se siente diferente. El resto de esta semana y las siguientes 2 semanas todo transcurrió normal, Emanuel me acompañaba hasta la esquina de siempre, en danza todo iba bien, en mis estudios las notas de ciertas materias fueron subiendo, en mi casa todo estaba "tranquilo", debido a que tuve que hablar con mamá porque me estaba empezando a enamorar de Ema, tuvimos la misma conversación que hace un tiempo atrás y creo que ella entiende que no puede tenerme hasta los 18 años encerrada estudiando sin mirar a nadie y como si no tuviera vida, creo que a la hora de comprender mamá es un poco más abierta que mi padre. En dónde iba?, Ah, sí, las cosas están medianamente bien en casa, porque supongo que mamá ya habrá ido a contarle a papá, ya que ella le cuenta todo a él por la simple razón de que son pareja, ahora él ni siquiera me mira, es como que pasó del odio al odio profundo y es irritante tener que cruzar a su lado y que ni "hola" te diga, pero en algún momento se le pasará. Hoy tenía ballet, y el día está raro, pero me gusta por qué es de esos días en donde hay humedad, pero a la vez hay un vientecito cálido y el olor a tierra mojada se palpa en el ambiente, está nublado y pareciera que fuera a llover, pero confío en que no. Luego de ir a ballet y que Íngrid nos dejara salir antes, debido a que estaba asqueroso el salón de baile, por la bendita humedad salí con Ema, íbamos agarrados de la mano escuchando lo que el otro tenía para decir de cómo estuvo su día y de las cosas que acontecieron, llegamos a la esquina de siempre y algo diferente pasó hoy. - Chiquita, vamos a sentarnos un rato, ya que hoy salimos temprano, vamos a disfrutar - Me sonrió y me guiño un ojo. - De acuerdo, ¿nos sentamos aquí? - Pregunté por qué atrás de nosotros había unos bancos y quizás quiera sentarse ahí, Ema miro hacia atrás e hizo una mueca de desagrado. - Mejor vamos allá - Dijo y señaló con un dedo un lugar un poco oscuro, pero en dónde tenías vista al cielo y privacidad, todo en una. Nos encaminamos hacia allí y le dije que tenía que tener cuidado, porque al almacén que vienen mis padres es ahí a la vuelta de dónde estábamos sentados y no era la idea que me descubrieran aquí con un "desconocido". Él solo se rio y me dijo que iba a ser un rato porque tenía que ir a buscar a su madre al trabajo después. Él se sentó contra la pared y abrió las piernas para que yo me sentara entre medio de ellas y poder ver bien el cielo. Me acomodé entre sus piernas y me abrazo desde la panza y no saben el mundo de cosas que sentí en ese momento, me sentía tan especial, sentía maripositas en mi estómago, estaba tan bien en ese lugar que no quería moverme de ahí, estuvimos así por un buen rato, hasta que comenzó a acariciarme la cabeza y en ese momento yo mire al cielo y veía una pequeña estrella, era la única entre tantas nubes y fue ahí cuando entendí que esta noche, este lugar era especial, que esa estrella de allí era yo, tratando de alumbrar en medio de la rotunda oscuridad, tratando de brillar en medio del caos, del dolor y la angustia de mi corazón, aún, aún no sé cómo voy a hablar esto con Emanuel, aún no sé cómo contarle lo que viví, aún no sé cómo comenzar a hablarlo, creo que debo de esperar hasta que en algún momento salga este tema a luz o que me dé una entrada para comenzar a hablar de esto. Con Ema nos quedamos así, en silencio, contemplando el cielo nublado, respirando ese fresco aire, admirando todo a nuestro al rededor, la noche parecía estar perfecta, en momentos especiales yo lo miraba y cuando él me veía me daba besos en la frente o en los labios, era tan dulce, probar sus labios para mí era como una droga, de la cual nunca estaba saciada, eran mi perdición en ese momento, no hacían falta palabras, pero en algunos momentos hablábamos sobre ciertas cosas poco relevantes. En un momento dado vi que venía alguien del lado izquierdo a nosotros y esa figura me parecía familiar, no había mucha luz en donde estábamos, pero por un momento me pareció ver a Alex, por una milésima de segundos me encogí en los brazos de Emanuel intentando esconderme, para que no me viera y Ema se preocupó por su tono de voz cuando lo escuché hablar. - Ella, ¿estás bien? - Habló preocupado - Si - susurré - Solo que... - Alcé un poco mi rostro para ver y resulta que no era ni mi papá, ni mi mamá, era el vecino de la esquina sacando a pasear a sus perros. - Solo que, Ella - Menciono exasperado. - Ay, Ema, es que mamá y papá no saben que estoy acá, no saben que yo me escapo contigo, no saben nada - - Ella, me hubieras dicho eso desde el principio - Me dice algo enojado, pero no deja de abrazarme - Íbamos a otro lado igual - Me lo dice juguetón y acercándose a mi oído. - Bueno, cálmese señorito - Le digo sonriendo y dejando que se acurruque en mi cuello con su mentón. Estuvimos así un rato y ya cuando vi que eran cerca de las 10:30 de la noche, le avisé que era hora de irnos y nos paramos, ahí mismo nos despedimos, me dio un beso largo y tendido, agarrando mi cintura y trayéndome a él, haciendo que en el momento en que me separé de él estuviera jadeante por el beso tan intenso que recibí. Volví a casa, tome mi ducha de todas las noches, cené y me acosté, puse mi celular a cargar, ya que tenía poca carga, le envié mensaje a Ema diciéndole que había llegado bien y que deseaba que tuviera linda noche, no sé en qué momento, pero me dormí y lo único que recuerdo fue la vibración del celular cuando llegó un mensaje, pero mi mente no tenía fuerzas para enviar al resto de mi cuerpo para poder tomar mi celular y contestar. Esa noche realmente me dormí como un bebé.
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