Décimo segundo

2009 Words
Luego de una reconfortante siesta, estaba tan cómodamente en mi cama, tan calentita y muy feliz de haber descansado bien, hasta que siento que alguien me mueve y comienza poco a poco a destaparme y por inercia agarro mis frazadas y me tapo hasta la cabeza hasta que un suave susurro inunda mi cerebro - Ella, despierta, ya son las cinco de la tarde - Entre sueños la escucho y le digo que ahora voy, pero la señora no se va hasta que no esté despierta y ese leve susurro que escuché en mi mente comienza a ser un grito. - ISABELLA SOFÍA, LEVANTATE AHORA MISMO - ¿Vieron cuando un soldado está parado en posición de recibir órdenes, que está bien derechito parado y con una mano en la cabeza y la otra a su costado? Bueno, en menos de lo que canta un gallo así estaba yo frente a mi madre. - Si señora, despierta y lista para recibir órdenes sargenta - Mi mirada estaba posicionada sobre la puerta, era una mirada fría pero directa y sin secretos. Mi mamá me miro raro, luego de eso frunció las cejas y como ella no puede no tener algo en la mano con que golpearme y justo tenía una remera mía en su mano me bajó la remera por la espalda como si yo me estuviera prendiendo fuego y mientras yo corría por el cuarto para que no me pegara me hablaba. - NO TE HAGAS LA GRACIOSA ISABELLA, VENÍ ACÁ - según ella yo me hacía la graciosa, pero yo ya era graciosa y obviamente mientras ella estaba enojada yo me reía como foca retrasada y así seguimos unos minutos hasta que me alcanzó y me pegó con la remera como si no hubiera un mañana. - YA MAMÁ, YA ENTENDÍ, DEJAMEEE - Mientras yo gritaba como desesperada, mamá reía como nunca la había oído reírse, fue lo más lindo de la tarde. - Creo que aprendiste la lección, ahora ve a bañarte, tienes 30 minutos para irte, porque te quedan 30 minutos - Terminó diciendo y saliendo del cuarto para que yo quedara pensado en porque tengo 30 minutos y aún no he reaccionado para irme a bañar. Cuando entendí que si no me movía iba a llegar tarde a ballet, recién ahí comencé a correr buscando que ponerme y luego de desarmar todo el ropero decidí ir a bañarme, ya tendría tiempo para arreglar otra vez el ropero. Entro a la ducha, me enjabono, lavo mi pelo y termino enjuagando todo mi cuerpo y pelo para salir a secarme. Luego me echo mi crema corporal de coco y decido vestirme con una remera negra manga largas, pegada al cuerpo, una calza negra y mis zapatillas negras de ballet, encima de las zapatillas negras me pongo un par de zapatos, para no romperlas a la hora de ir caminando por la calle y salgo, dispuesta a agarrar mi bolso e irme a danza. Me fijo en la hora y me quedan 10 minutos para salir, así que me voy a la heladera y meriendo, una taza de café y dos medialunas con jamón y queso, mientras meriendo analizo lo que paso el día de hoy y a pesar de que aquellos recuerdos que me atormentan como si no hubiera un final siento que hoy fue un día maravilloso, esperemos que así continúe el resto de la tarde-noche que me queda. Lavo mi taza y mi plato y ahora sí, agarro mi bolso bordó con bordes banco que tiene mi nombre escrito en medio del bolso, me fijo que tenga todo listo, aviso de que me voy y salgo camino a ballet. En el camino iba escuchando "Desde mi interior" de Hillsong y es una canción tan dulce, tan tierna, habla de como la luz de Dios brillara sin final, habla de como le damos el control a Dios y de como Él nos llena, de como Él consume nuestro interior, para que día a día seamos como Él y que de nosotros como personas no quede casi nada, si bien nunca amos a ser perfectos, pero podemos ir por ese rumbo. Habla de su amor, de su justicia esa que nos abraza y nos guían a ser mejores personas por y para Dios. La canción es especial, porque cada vez que la escucho entiendo que debo rendirle el control de las cosas a Dios, que debo darle a Dios cada una de mis emociones y de todo lo que habita en mi corazón y Él se encargará de todo a su debido tiempo. Voy llegando a danza cuando siento que me hablan y me saco los auriculares para escuchar mejor, pero sigo caminando en dirección a la entrada del instituto, no escuché más nada y seguí tranquila, quizás son de esas veces que parece que escuchas que te hablan, pero en realidad no lo es. Entro al vestuario del instituto de danzas y me encuentro con todas las chiquitas y mi profe hablando de algo con ellas, en eso que entro Íngrid me dice que tiene que hablar conmigo, no entiendo de que o por qué, pero bueno, por algo querrá hablar conmigo. - Hola, Ella, ¿Cómo estás?, pasa - No me dejó ni siquiera sacarme los zapatos y ya quería que entrara, obviamente entre así como estaba, aún faltaba un poco para que entraran las chiquitas. - Hola, ¿Qué pasó? - Íngrid me mira y sonríe, está raro aquí, me huele a gato encerrado. - Nada, solo quería saber que pasó con Emanuel ayer - Dice su nombre mientras sube y baja las cejas repetidamente. - Nada, solo nos fuimos caminando juntos, él me acompaña hasta por ahí cerca y después se fue - Afirmé, algo nerviosa y con las mejillas rojas como tomate, realmente estoy en el horno si descubre que me bese con Ema. - ¿Me ves cara de que nací ayer Ella? - niego con la cabeza - Sé muy bien que se tomaron de la mano, los vi en la cámara de seguridad que apunta hacia la esquina donde doblan, ahí te agarró la mano - Mierda, nos descubrió, pero ya sé que juego seguir. - Quizás viste mal, quizás solo fue un juego de mano - Si llega a tener la grabación de ese video aquí, me da algo y creo que si lo tiene porque se dio vuelta en su silla giratoria y comenzó a buscar algo en la computadora. - Entonces si solo fue un juego de manos, ¿Qué es esto? - Dice y reproduce el video cuando Ema me toma la mano y yo no pongo ninguna resistencia y dejo que tome mi mano, y es ahí donde pido que me trague la tierra, suelto todo el aire contenido y me desinflo como un globo, al saber que ella ya sabe que algo tenemos con Ema. - Tranquila no voy a decir nada, ni a él, ni a los demás, pero quiero saber que pasa con ustedes dos - me dice mirándome comprensivamente. - Ay Íngrid, no sé, ayer me tomó por sorpresa y en realidad estábamos peleando por un anillo y de repente solo me tomó la mano y no pude decir más nada, luego me acompañó a donde siempre y... - Me debato de sí contarle o no, pero no tengo opción - Y nos dimos un beso y ya, no pasó más nada - Esta última línea la dije más rápido de lo que pensé y mi profe solo se quedó mirándome, hasta que vi una chispa en sus ojos y una sonrisa de oreja a oreja. - Y eso que te dije que fueras despacio - Se ríe y me vuelve a mirar - Está bien Ella, no diré nada, pero ten cuidado con las víboras del grupo, son rapidísimas y si bien dudo mucho que Ema vaya a acceder a ellas, ten cuidado Ella - Una advertencia, felicidad, pero, Y EL RETO?, QUE PASÓ CON EL RETO?, creo que no hay. - Ehhh, ¿no hay reto entonces? - niega con la cabeza - Entonces gracias, gracias por aconsejarme y siempre guiarme Íngrid, te adoro - Voy hacia ella y la abrazo, aún ella estando en la silla. - Solo tengo una pregunta - la miro dándole paso a que continúe - Y tu madre, ¿sabe? - "Obvio si", eso le diría si supiera que me estoy enganchando con Ema, pero como no sabe, le doy otra respuesta. - El tiempo lo decidirá - Me mira seria y niega con la cabeza. - Haz pasar a las niñas antes de que te dé un reto más fuerte del que debería - Me dice y se va a buscar algo a la cocina, supongo que irá por un vaso de agua. Mientras hago pasar a las niñas yo solo me río por las cosas que dice esta mujer. Coloco a las niñas en ciertos lugares del salón y comenzamos a calentar, las hago ponerse en la barra y que estiren las piernas, los pies, los brazos y el tronco entero. Ellas me obedecen, algunas son más vivas que otras e intentan zafarse de los ejercicios haciéndome chistes y bromas, básicamente distrayéndome para no hacer nada, pero como yo soy más viva que ella no las dejo darme parla. Mientras estiran y demás Íngrid llega con su vaso de agua y sus galletitas, comienzan a hacer los bailes y hay detalles que hay que arreglarlos y le pedí a Íngrid si podía arreglarlos y me dijo que sí, que no había ningún problema, entonces iba anotando mentalmente cada paso o cada movimiento que hacían mal para poder corregirlo y que lo hicieran bien y se viera más bonito todo. Es muy raro esto, porque Íngrid es un poco más histérica que yo con el tema de coreos y bailes, ya que no le gusta que hagan las cosas así nomás, le gusta que le hagan caso y hagan bien las cosas, entonces, ¿por qué no estaba corrigiendo nada?, creo que ya debe de estar cansada de repetirle las cosas muchas veces y que no hagan caso, sí, debe de ser eso. Cuando termina la canción comienzo a explicarle a las niñas que hay cosas fuera de lugar y que tienen que hacer caso a las correcciones que Íngrid o, en este caso yo, les estamos dando y les muestro los errores que tuvieron y vuelven a hacer la coreo y ahora sí, salió como quería y eso a Íngrid parece agradarle. Por último hablamos con las pequeñas para que tengan en cuenta las correcciones que se han hecho y lo hagan la semana próxima, ya que el viernes que viene habrá una merienda compartida con todos los chicos y chicas de la danza. Salen ellas y comienzan a entrar las de mi grupo con una cara de "Odio estar aquí y solo vengo a molestar a todos con mi presencia", Dios, si supieran que son insoportables y que nadie las quiere; después hay otras que vienen radiantes, saludan a todos, conversan, se ríen y demás cosas, es así como se entra a danza, dejas tus problemas a un lado y entras a ser renovado por la misma música y tus mismos compañeros. Comienza la clase y se hizo igual que con las chiquitas, se estiró todo, pero con más técnica y un nivel por encima de las chiquitas. Continuamos haciendo ejercicios, luego pasamos a ensayar, yo tenía que hacer dos coreos con todas ellas y después ver algunas otras, porque ellas se iban a competir a Concordia y como yo no podía las ayudaba a armar las coreografías. Comenzamos las danzas, la primera que hicimos fue la de danza árabe, amaba este estilo de danzas porque sé cómo mover las caderas, sé cómo moverme y como mantener la energía y también cómo soltarla en momentos adecuados y según como haga la música, a veces es difícil seguir el ritmo, pero si tenés buen oído todo resulta mucho más fácil.
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