Vigésimo tercero

2357 Words
Emanuel Iba saliendo del vestuario cuando la Vi afirmada en el marco de la ventana y porque no aprovechar el momento para pararme frente a ella y hacer que su corazón se acelere como en el baño. - Nos vamos señorita? - Le dije, con una voz sensual por el simple hecho de tenerla en mi mano y a mi antojo. - Eeeeeh, sí, vamos - Me dijo algo nerviosa tratando de escabullirse lo más rápido de mí. - Ya deja de huir, sabes que te gusta - Le dije y ella me mira con su típica mirada de pocos amigos y me hace reír. - Si, pero cálmate. Además hay algo que quiero hablar contigo - Me dijo un poco más seria de lo normal, me preocupe un poco porque quizás hay algo que no le gusta que haga. - Habla entonces, ¿qué ocurre? - Le dije, con seriedad. - Es sobre mamá y papá, quieren conocerte - Me dijo y por un momento me relaje, pensé que me iba a decir que algo no le gustaba, pero cuando dijo "mamá y papá" trague grueso. - ¿Ahora? - Pregunto y ella asiente con la cabeza y yo como todo un cobarde por no mostrar mi cara de miedo miré hacia el frente - De acuerdo, me amaran - Le dije, mirándole y dándole una sonrisa ladina, para apaciguar la ansiedad, los nervios y sobre todo el miedo, ella me responde rodando los ojos y sonriendo. - Siempre tan humilde - Y al decirme eso me da un golpe que para mí es como una caricia en el brazo, es una nena para golpear, pero como me gusta molestarla me quejo haciendo de cuenta que me dolió. - Y tu siempre tan violenta - Digo riendo y quejándome por su golpe - Y si, humildemente orgulloso - Le digo y ella me regala una hermosa mirada de odio, la cual atesoro y amo tanto, amo todo lo que venga de ella - Ts, es mentira, no te enojes conmigo princesa - Le digo y veo como sus ojos brillan diferente, veo como sus mejillas se enrojecen y como su respiración comienza a cambiar, por último y no menos importante veo esa sonrisa tan linda que tiene y no puedo evitar decirle que ya gané - Sabía que no podías resistirte y según un episodio de Los Simpson, tú ya no puedes estar enojada conmigo porque te reíste - Le digo y veo como niega con la cabeza y eso me hace reír. Unos segundos después me habla y noté la incomodidad. - Entonces, ¿vamos hacia allá? - Me dice mirando con un poco de miedo, es normal, es una familia común y corriente, puedo con eso. - Vamos allá - Le digo y le guiño un ojo. Mientras íbamos camino a su casa ella hablaba de todo lo que le gustaba, incluso me repetía muchas cosas que ya había dicho y me reía internamente porque sé lo nerviosa que está, sé que esto no es por ella, es por sus padres, ellos no querían que Ella tuviera novio hasta los 18 y heme aquí, llegué yo y todo su plan se arruinó, igual es medio tonto lo que están haciendo con ella, la mantienen encerrada en una burbuja, mi pequeña cuando hablo hace 2 noches atrás conmigo me dijo que ella no salía a bailes, que no salía a casa de sus amigos, que le daban horarios y lo entiendo, aún es chica, tiene 14 casi 15, pero igual es raro, conozco chicas que tienen 15 y ya salen y andan con 3 personas a la vez y no les importa nada, sin embargo ella fue criada diferente, es única, es especial, es como una bella muñequita y si la soplas quizás se rompe de lo frágil que es, estoy enamorado de esta preciosa criatura que me acompaña y aún no se lo he dicho, aún no le he pedido que sea mi novia, aunque mi pequeña ya lo asumió tengo que pedirle algo formal. Entre charlas y risas y mientras veo como su mano se acopla perfectamente a mi mano y sus labios encajan en los míos como si de un rompecabezas se tratase, hemos llegado. Llegamos al portón de su casa y es nos adentramos, íbamos normal, sin ningún apuro de llegar a golpear la puerta de su casa, sé que a mi niña se le hizo eterno el pequeño pasillo que nos separaba del portón a la puerta, lo noté en su mirada, tan ida y tan preocupada. Su pequeña mano abrió la puerta y no se escuchaban ruidos, estaba todo prendido, pero no había nadie en la casa o eso parecía. Isabella se dirigió a una habitación, supuse que era la de sus padres, y yo solo me quedé ahí parado observando una foto, un hombre robusto, de mirada fuerte y penetrante, podría decirse que con un carácter bastante complejo de tratar, quedé envuelto en esa imagen de ese señor, quería saber quién era, ¿por qué estaba ahí esa foto?, me llamaba mucho la atención. Por unos minutos quedé absorto de todo hasta que escuche una voz femenina, creo que era la mamá de Ella. - Bienvenido Emanuel, pasa por aquí - Vaya, me tomo por sorpresa que su mamá supiera mi nombre, con un poco de timidez saludé y seguí a dónde la señora me indicó. Pasamos a dónde mi futura suegra me había indicado, dándome cuenta de que era la cocina, cuando pasé había un señor alto, de pantalón gris, pantuflas y un buzo de lana, lentes sobre su cabeza y una mirada asesina, evite mirarlo fijamente, no por miedo, sino porque no quería que me echaran a patadas de esta casa. Cuando estábamos todos en la cocina los padres de mi pequeña la miraron y luego me miraron a mí, por mera inercia mire a Ella, no sabía que hacer, por otro lado Ella nos miraba a los dos intentando adivinar que era lo que sus padres tramaban, fue un silencio algo incómodo hasta que el que sería mi suegro rompe el silencio. - Ella, ve a fuera, tenemos que hablar con el muchacho, luego lo vas a ver - Le dice el señor a su hija, de una manera ruda y muy seria, hasta a mí me dio miedo en la forma en la que le habló, Isabella mira a su mamá con una mirada suplicante, creo que quiere quedarse, pero no la van a dejar. Su mamá la mira y le hace una seña para que salga hacia afuera y ella me mira y se va, creo que no vio que le guiñe el ojo en señal de que todo estaba bien. - Hola, soy Lizz, Lizz Fernández la mamá de Isabella, un gusto conocerte querido - Se presenta la señora y por alguna extraña razón me parece tan falso su saludo, pero asiento con la cabeza esperando a que su esposo se presente también. - Soy Alexander Clarke, el padre de Isabella, espero que podamos hablar como personas civilizadas y entendernos entre los 3 - Dice el señor y siento que me odia y apenas acaba de empezar esto. - Buenas noches, yo soy Emanuel Lennon, mucho gusto en conocerlos - Les digo un poco tímido, me encuentro sentado en la silla de una esquina de la mesa mientras ellos están parados, uno al lado de la heladera y otro afirmado en el fregadero. - Quiero ser franco contigo y saber cuáles son las intenciones que tienes con mi hija, cómo bien sabes ella no tiene permitido tener novio hasta los 18 porque sé que Isabella te lo dijo, lo que me interesa saber que cuánto tiempo es que andan juntos y porque ninguno se animó a hablar - Sé que es padre y que es protector, cómo todo padre con su hija, pero él tiene algo raro, algo que no logro entender. - Alex no seas así, dale tiempo al muchacho, deja que explique lo que pasó y como pasó - Agradezco que está mujer este acá, sino ya me hubiera estrangulado. - Bueno, mis intenciones con su hija son en serio, no quiero algo pasajero y tampoco quiero lastimarla, si es que ese es su miedo, sé que ella aún es chica y entiendo todos los cuidados que ustedes tienen con ella, por eso creímos que era correcto hablar de esto con ustedes - Les digo a ambos haciéndoles entender que quiero a Ella, ella es perfecta y la necesito. - ¿Hace cuánto que están en algo? - pregunta la señora y yo no sé que carajos responde, ¿cuánto hará?, ¿2 o 3 semanas?. - Hace 2 o 3 semanas aproximadamente, no llevamos mucho tiempo así, pero si nos conocemos hace 2 años - Y antes de que pudiera seguir su padre me habla alterado. - ¿¡Cómo que hace 2 años!? - Alterado el señor, ni me dejó terminar. - Sí, es que no me dejó terminar, hace 2 años empecé danzas con Íngrid, - dirijo mi mirada hacía la madre de Ella y ella comprende entonces sigo - nos empezamos a llevar bien, y surgió una amistad que se terminó convirtiendo en esto, así que bueno, yo la quiero y quiero formar algo en serio con ella. - Me parece genial que tengas claro tus intenciones con ella, pero hay cosas que tenemos que aclararte Ema - Me dice la señora y la noto más tranquila, en cambio, el padre está que echa fuego por las orejas. - Sí, adelante, los escucho - Les digo y comienzan a hablar. Comienzan a decirme todo lo que ellos han hecho con Isabella, como la han cuidado, también me hicieron saber que no quieren que ella deje los estudios por estar conmigo, me dijeron que tenía horarios y se pueden llegar a un acuerdo para cambiarlos, pero que persistirán hasta más adelante, me hablaron de su comportamiento, su conducta y carácter, me dijeron muchas cosas de ella, hablaron conmigo sobre mis padres, sobre que era lo que estaba estudiando yo, que planes tenía a futuro con respecto a la salida laboral, que sabía hacer y muchas cosas de las cuales no todas eran importantes, pero como buen futuro yerno tenía que responder. Y por último hablaron de que no querían ver a Ella mal. - Espero nunca ver en Isabella una lágrima, porque no respondo - Me dijo su padre, me lo dijo calmado, pero en sus ojos se notaba el dolor y el odio, era algo que persistió en todo el rato que estuvimos hablando, no entiendo por qué, pero bueno todo era confuso, creí que esta familia era normal, pero está llena de anormalidades y me gusta, porque es diferente al resto de las familias de mis ex's novias. - No señor, prometo nunca hacerla llorar - Le dije en tono serio y afirmando que eso jamás ocurriría, lo que menos quiero es ver llorar a mi pequeña. - Bueno Ema, es un gusto haberte conocido y esperamos pronto verte por aquí, ya te dijimos todo y creemos que tú también lo hiciste, que como parte de la familia que eres ahora te abriste y hablaste lo que tenías que hablar, ¿algo que quieras preguntar o decir? - Me dice Lizz con una ligera sonrisa de labios cerrados y lo que atino a hacer es negar con la cabeza y decir "No". - Un gusto conocerlos, espero hayan aclarado sus dudas y todo este bien - Esto último lo digo para su padre, quien no ha dejado de mirarme mal y creo que se dio cuenta por qué cambio su actitud con respecto a mí. - El gusto fue de nosotros - Habla Lizz y lo que atino a hacer es a saludar a los futuros suegros e irme, ellos se quedan ahí en la cocina y yo salgo, viendo a mi preciosa novia (que aún no es novia porque no se lo pido formalmente) caminar de acá hacia allá, hasta que me ve y se tira a mis brazos, haciéndome sentir fortuna de tenerla. - ¿Qué sucedió?, ¿está todo bien?, ¿qué te dijeron?, ¿tú estás bien? - Me preguntó en milésimas de segundos mientras me tocaba y veía que estuviera completo, le detuve las manos y mi niña me miró. - Está todo bien, preciosa - Le miré y le di una pequeña sonrisa, la cual sé que le gusta porque brillan sus ojos y su cara se ilumina de manera especial, es un ángel. - Ya te tienes que ir, ¿verdad? - La mire y asentí con la cabeza, sabía que quería escuchar lo que me dijeron, pero no tenía ganas ahora, estaba agotado totalmente y quería saber por qué su padre me dijo que no quería verla derramar lágrimas con tanto odio y desprecio en sus ojos. - Si preciosa, pero mañana nos vamos a ver, lo único que te puedo decir es que me dijo que te cuidara, tu padre me dijo que no quería verte llorar, después habló sobre las intenciones que tenía con vos, me explico cómo eras vos y como ellos te cuidaban, me dijeron que no querían que tuvieras novio hasta los 18, pero que llegue yo y eso tuvo que cambiar, a grandes rasgos es eso, no te preocupes pequeña, mañana hablaremos con más tranquilidad, ¿si? - Asintió con la cabeza, nos despedimos con un beso y ella regresó a su casa. Mientras iba en mi bici a casa recordaba las palabras y las actitudes del padre de Ella, ¿Qué estaba pensando ahí?, ¿por qué él era tan sobre protector con ella?, quizás es porque soy su primer novio, pero no tiene sentido, de todas formas le haré ver qué soy el indicado para su hija. Coloqué mis auriculares cuando llegue a la avenida principal y me fui escuchando música hacia casa, una vez llegué y entre la bici, le envié un mensaje a Ella y me acosté, mañana tendría tiempo de pensar en lo que ocurrió hoy.
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