CAPITULO 1| LOS SALERNO

3134 Words
La respiración de Leisel Contti era irregular, acababa de pasar una de las peores situaciones de su vida, sintió como todo lo que había vivido pasaba por sus ojos cuando la lluvia de balas impacto en la ceremonia de su hermano mayor, no le conocía, tampoco le guardaba algún cariño, pero eran…familia. Solo un ser sin alma podría mirar a una chica tan bonita como lo era Luciana Rossi caer al suelo con una bala en el pecho mientras se desangraba sin sentirse fatal, después de todo era un ser humano el estaba muriendo delante de tus propios ojos. Cuando fue secuestrada y colocada dentro de un auto supo que posiblemente fuera a perder la vida pronto, supo desde el primer momento cuando recibió la llamada de su padre, quien la instaba a visitar Italia por primera vez cuando se quedó sola en Alemania, que nada saldrían bien, maldijo tantas veces dentro de su cabeza en el largo camino a un destino incierto, solo escuchaba a un hombre quejarse de dolor a su lado y a sus compañeros intentando calmarlo con ese lenguaje italiano que conocía bien, pues era la segunda lengua que había aprendido. Mientras el sentimiento de desasosiego abandonaba su cuerpo poco a poco un sudor frio se deslizo por su espalda, la sensación del cañón y la incertidumbre de saber cuándo la impactaría la bala era la peor sensación del mundo, no se la deseaba a nadie. Olvidó cuanto tiempo había recorrido el auto sin parar, tampoco le importaba, lo único que quería era morir rápida y lo menos dolorosamente posible. No sabia si su padre la buscaría, tampoco era como que a él realmente ella le importara, tenia a Franco como repuesto, su deslumbrante y para nada agradable hermano mayor, durante los primeros días fue hostil, siempre comparándola con una muerta, Fabiola, su hermana a quien no conocía más que por fotografías. Su madre siempre había sido todo para ella, era lamentable que hubiera muerto joven pues no pasaba a de los cincuenta cuando falleció inesperadamente, una mujer fuerte que había tenido la mala suerte de quedar embarazada de un capo italiano en sus visitas a la imponente Alemania cuando trabajaba como bailaría exótica. > Pensó Leisel, su padre no era bueno ni mucho menos, tenia muchos enemigos y esos enemigos le habían quitado la vida a la bella chica que iba a desposar a su hermano, era lamentable, pero cierto, no se podía negar la verdad, nadie que tuviera negocios ilícitos como los suyos podría vivir tranquilo para siempre, los enemigos siempre buscarían la manera de lastimarle y la mejor de ellas eran sus hijos, un claro ejemplo era la mismísima Fabiola Contti que había muerto de un balazo. —¿Ya has dejado de temblar? —Sintió la mano de uno de los hombres tocándola, pero no de manera morbosa, solamente toco su brazo como cuando se toca a alguien que tiene fiebre, no se movió, tampoco se apartó, permaneció firme—Lo haz hecho, para ser una Contti no eres una cobarde. No tenía palabras para responder y la mordaza tampoco se lo permitiría. En la mansión Contti las cosas no estaban mejor, la chica Rossi estaba muerta, Fabricio no esperaba que culparan a su familia por el atentado o que su familia aliada le diera la espalda, ambos tenían un enemigo en común que deseaban eliminar y los dos tenían la clara sospecha de que justamente esos mismos enemigos les habían dado este duro golpe. —¡Fue ese maldito bastardo! El jodido hijo de puta de Lucían Salerno nos hizo esto—Exclamó Franco lanzando al suelo su copa de whisky, sus ojos rojos por el alcohol no pasaron desapercibidos para nadie, estaba herido, pero no por la muerte de Luciana si no porque no había ni siquiera la oportunidad de fallársela una sola vez. —La muerta es lo que menos me importa ahora—Dijo su padre de manera calculadora prendiendo un puro y dejándose caer en su asiento de piel—Se han llevado a tu hermana y no puedo permitir que alguien toque a una de nuestras mujeres y mucho menos un Salerno. —¿Ya estas seguro que fueron ellos? —Mandaron a su perro a hacer esto, Gabrielle Viery—El sicario de los Salerno era conocido, un sádico asesino igual o mas fiel que un perro, con ojos de águila, destreza de felino y sadismo de un león, era conocido y temido por su manera de manejar las armas, era letal desde donde le viera y el único qué podía violar la seguridad de los Contti. —¿Por qué, porque lo han hecho? ¿Acaso has seguido intentando arruinarle los negocios a Lucían? —Eres un estúpido—Lo insultó Fabricio sacando el humo por la nariz—Los Salerno nunca olvidan, he mandado a gente para que ubiquen a Leisel, estoy seguro de que la han llevado a alguna parte de la Toscana, lo que tengo claro es que si esta dentro de la residencia de los Salerno, nadie podrá sacarla. La residencia Salerno, una enorme hacienda rodeada de elegantes viñedos, construida en mármol y piedra con una elegancia solo característica del apellido mas temido de toda Italia, con francotiradores en cada uno de los flancos, con mas de trecientos guardaespaldas custodiando la mansión e impenetrable, pues todos los vidrios de las ventanas poseían un blindado nivel cinco, indestructibles incluso para un arma de calibre alto. Para la mala suerte de Fabricio Contti era justo el lugar donde la joven Leisel acababa de ser ingresada. Cuando tuvo las vendas fuera de los ojos lo primero que sus ojos captaron fueron al hombre que le había dado la bienvenida. Poseía una delgada barba de no mas de cuatro días, con ojos grises profundos e intimidantes, sus manos a simple vista no parecían contener tatuajes, pero en su cuello pudo apreciar la imagen de una cobra mostrando los colmillos de manera amenazante, el detalle era increíble pero el porte del italiano lo era mucho más, sus gruesos brazos, sus pectorales grandes y definidos tensaban la camisa de lino que portaba y al estar arremangada hasta los codos denoto la dureza de sus bíceps. Sus manos eran decoradas por un simple anillo de oro en el dedo índice y sus caderas y piernas vestidas por un costoso pantalón de franela oscuro y un cinturón Louis Vuitton, al recorrerlo con la mirada observo uno milisegundos su entrepierna que resalaba de entre la perfección del planchado, en su cuello descansaba una ligera cadena de oro. —No la asustes Leonard—La mujer interrumpió el análisis que estaba llevando a cabo y después la observo a ella, poseía un parecido significativo con el hombre a su lado, ojos grises, cuerpo voluminoso posiblemente gracias a algunas cirugías, pero perfectamente hermosa, como una diosa de baja estatura—Mírala, estoy segura que estaba temblando.   Leisel guardo silencio mientras la chica la tomaba de la mano. ¿No iban a matarla? Si era sincera con todos lo único que podía pensar era que la estarían esperando en una sala de torturas con un rifle en la mano dispuestos a matarla, pero no sin antes haber hecho toda clase de fechorías con ella. Miraba directamente al hombre delante de ella, no era otro que Leonard Salerno. —Mira eso hermano—Ronroneó Luca mirando a la chica sin ninguna clase de pudor, era linda, con esas expresiones y ese rostro que tiraba a mal carácter que solo una alemana podía tener, sabían que eran buenas en la cama y esperaba poder descubrirlo—Es como una linda muñeca, aunque es una pena que su vestido este manchado sangre. Cuando murmuro aquello, Leisel observo sus prendas, correctamente, estaba manchada de sangre pero no era suya si no del herido que se quejaba dentro del auto y que ya había sido llevado a atenderse. —Ya lo creo—Lo apoyó Leonard quien se acercó a ella para acariciar sus labios, con solo mirarla se imaginó toda clase de escenarios y en todos ella tenía la boca llena —Tiene una linda boca y un lindo cuerpo, será divertido tenerla en casa. Leisel aparto el rostro haciendo que el italiano sonriera, le gustaban esa clase de mujeres, las que parecían tener un carácter fuerte, aquellas que se la daban de feministas pero que disfrutaban el sexo duro como ninguna otra, aquella que durante el sexo suplicaban que colocara sus manos en su cuello sin piedad mientras su m*****o las poseía salvajemente, eran ciertamente hipócritas, salvajemente hipócritas. —Basta—Se entrometió Ludmila—Si quieren una puta búsquenla en uno de los bares. El rostro amargo de Leonard Salerno no se hizo esperar, rápidamente aniquilo a su hermana menor con la mirada haciendo una expresión que hizo tragar saliva a Leisel, se veía extremadamente sexy apretando esa delineada mandíbula, desechó estos pensamientos de manera casi inmediata. Antes de darse cuenta estaba siendo arrastrada hacia dentro de la enorme mansión por uno de los guardaespaldas por instrucciones del mayor quien parecía ser el que daba las órdenes. —Es una Contti, Ludmila, una maldita Contti—Por primera vez sintió que alguien decía su apellido con asco y eso la hizo sentirse humillada de alguna manera—Posiblemente no por mucho tiempo, pero en lo que decidimos quien será el que se quede con esta belleza no debes apegarte demasiado a ella pues si intenta escapar le pegare un tiro en la cien, una Contti menos en nuestra lista. Sus piernas temblaron al escuchar el tono con el que Leonard la amenazaba. —¿Me has escuchado preciosa? —Cuestionó acercándose a ella, su colonia la invadió, era una tonalidad amaderada y varonil, Hermes o posiblemente Paco Rabanne, no supo identificarla correctamente, pero si tenía claro que ese hombre tenia un olor afrodisiaco. Se quedó callada. No había dicho ni una sola palabra desde su llegada, no deseaba hablar hasta no tener claro que pasaría con ella, le habían dado algunas pistas, pero eso no era suficiente, no tenia idea a que se referían cuando dijeron que alguno de los dos se la quedaría, ahora, no tenía ganas de preguntarlo. Leonard la miro a los ojos intentando intimidarla, pero la alemana no bajo la mirada ni un solo segundo, no iba a rogar, no estaba en su sangre rogar que fuera liberada, entonces para su sorpresa el italiano se inclinó un poco y la beso fuertemente.   —Was zur Hölle machst du? (¿Qué demonios estás haciendo) Una risa ronca brotó de la garganta del italiano a la par de la de su hermano, ambos parecían divertidos. La habían hecho hablar, aunque no italiano precisamente, en cuanto la chica los aniquilo con la mirada el mayor de ellos le repitió la pregunta. —Lo he escuchado, no tienes que actuar como un idiota—Luca chasqueó la lengua no sintiéndose nada complacido con el tono con el que había dicho eso, tenia un acento sexy y unas curvas lindas pero una boca que necesitaba ser amaestrada de alguna manera. —En esta casa hay dos reglas para las mujeres que habitan dentro de estas paredes: La primera, no debes responder a ninguno de nosotros, quedarte callada debe ser tu prioridad a menos que te pidamos que abras la boca, si te portas bien puedes ganar méritos si no un castigo cruel que se no te agradara. Y segunda tienes estrictamente prohibido abrirles las piernas a los hombres de esta mansión, obviamente Leonard y yo no estamos en esa lista linda, me refiero a la servidumbre. Cuando dijo castigo Leisel decidió quedarse callada. Ya estaba, no iban a matarla o por lo menos no ahora, solo deseaba que su padre viniera y la sacara de allí a como diera lugar, era obvio que ambos hombres tenían cierta aura s****l indómita que ella no planeaba zacear de ninguna manera. —Te advierto algo—Dijo el italiano mayor—Si Lucían regresa a casa cuando aún estés aquí será mejor que te mantengas quieta y en silencio, te aseguro y que si le respondes te pegará un tiro y ninguno de nosotros podrá hacer nada por ti, mantente alejada de él, si quieres sobrevivir dentro de la casa tienes que obedecer. Lucían Salerno, el hermano mayor de la familia, el jefe que ostentaba todo el poder, Leonard era la sombra debajo de su hermano quien era diez años mayor que él, Lucían era diferente, sádico como el diablo y con un carácter de los mil demonios, no dudaría en matarla si ella se interponía en su camino, así que era mejor que lo supiera por si el desafortunado encuentro ocurría, no lo esperaban, el líder de la familia estaba en Londres desde hacia ya varios meses, manejando los negocios a distancia. Después de aquella conversación fue conducida por Ludmila a una de las habitaciones, iba a ser atendida como una reina siempre y cuando se lo ganara, no iban hacerle daño si no se revelaba, e incluso si al final ganaba el favor de alguno de los hermanos podría salir muy bien parada pues era obvio que les había agradado como mujer. —¿Sera tuya o mía? —Preguntó Luca—Si me la otorgas ahora déjame estrenarla esta noche. Leonard negó mientras llenaba su copa de whisky. Nadie iba a tocarla hasta que se tuviera una respuesta definitiva, si Fabricio la buscaba sin duda comenzarían su plan, deberían escoger quien de los se quedaría con ella y después cambiarían ese terrible apellido que tenia por el mas elegante y ostentoso de todos: Leisel Salerno. —Observemos como se mueve el hijo de puta, si intenta entrar a nuestro territorio a buscarla comenzaremos a discutirlo, si no lo hace, te la follas, me la follo y le damos un tiro y se la devolvemos con un precioso moño rosa—Explicó pensando en su hermano mayor, si Lucían lo sabía iba a explotar de rabia, solo esperaba que Fabricio no le diera demasiados problemas en los negocios que lo pusieran al tanto de lo que estaba pasando en la Toscana. —Lucían no nos permitirá quedárnosla—Le hizo ver Luca recordando que su hermano tenia un desprecio innato por los Contti—Posiblemente la mate tan solo de verla, además, la haz visto, es respondona y parece tener un carácter de los mil demonios, no habló porque posiblemente pensó que moriría pero en cuanto tenga nuestra confianza intentara subirse encima nuestro y no para montarnos. —Lucían no lo sabrá. No te preocupes. —Déjame saber cómo la está pasando Contti—Saco de entre sus pantalones un teléfono celular y dando unos cuantos toques a la pantalla llamó a uno de sus informantes dentro de la residencia de Fabricio. —Ha enloquecido cuando se ha enterado que se han llevado a su hija, se a controlado, pero estoy seguro que sabe que fueron ustedes, ira a la Toscana, pero no podrá sacarla, hará lo que en sus manos para recuperarla y si no se la devuelven iniciara una guerra contra los Salerno—Explicó el hombre del otro lado de la línea. Al escuchar el tono Leonard comprendió que las cosas no andaban bien, entonces haciendo acopio de su intuición procedió a decir lo que iba a hacer con la chica.   —No me importa cuánto la busque, nunca podrá sacarla de la mansión y, de todos modos, aunque lo haga ya no será nunca más una Contti, será magnifico Reigth, una Contti casada con un Salerno, apuesto a que el viejo no lo espera—Y entonces lo escuchó, un vaso rompiéndose y después la voz ronca de Fabricio Contti gritándole que antes muerto que una mujer con su apellido fuera mujer de un Salerno. —¡Leonard, bastardo hijo de puta! —¡Fabricio, mi querido amigo, creo que ahora inevitablemente seremos familia! Una vida por otra vida ¿No? El hijo de mi hermana esta muerto gracias a ti, tuvimos que matarlo porque no tendría padre, pero después de todo era un Salerno, la vida de tu hija por la vida de nuestro sobrino es un intercambio justo, además no temas, no morirá posiblemente tenga que llamarte suegro pronto o quizás sea Luca. La risa no pudo contenerse y del otro lado Fabricio Contti apretaba los puños, Leisel no podría ser mujer de ninguno de ellos, jamás, antes muerto que ver eso, por ello haría lo que estuviera en sus manos para sacarla de allí o en su caso matarla, no permitiría que esos malditos la tomaran como mujer a diestra y siniestra como él sabía había pasado con Ludmila Salerno, en una situación en la que los papeles fueron intercambiados. —Escúchame bien Leonard, se que estas bajo las órdenes de Lucían, dile a tu hermano que nuestro jodido pacto de paz que si bien fue superficial será roto, a partir de este la familia Contti les declarara la guerra a los tuyos, una vida Contti será igual a dos Salerno, te lo aseguro—Amenazó el hombre con severidad haciendo que la sonrisa del italiano se apagara en su rostro ¿Guerra? ¿Qué guerra? —Devuelve a mi hija y todo terminará —¿Quién demonios se creía ese anciano? Un Salerno nunca se dejaba vencer por amenazas y mucho menos se asustaba por ellas, ahora menos que nunca pensaba regresarle a su quería hija así se lo suplicara de rodillas, pudo notar el ego ardido de aquel hombre que había sobajado a su hermana y supo que todo había valido la pena pues había tenido el placer de darle donde más le dolía, en su orgullo. —Nada terminara Fabricio, todo acaba de comenzar—Dijo Leonard—Espero que tu hijo no sufra mucho por la muerte de su zorra, pobrecillo le vimos tomarla en brazos, eso fue muy Romeo y Julieta ¿No lo crees Luca? —Casi lloré —Espetó burlonamente. —No estoy jugando Salerno. Esta será la ultima oportunidad que tengas, en cuanto termine esta llamada te aseguro que no tendrás tranquilidad, no soy alguien con el que debes juzgar y te enseñare a respetar a las mujeres de la familia Contti. —A las mujeres de la familia Salerno también se les respeta. ¡Ninguno de nosotros toco a una de tus hijas, pero tu como un zorro bastardo permitiste que tu hijo traicionara toda norma entre hombre que pudiéramos haber tenido! —Gritó exaltándose pero sin lamentar la posiblemente de su informante, había sido descubierto—En cuanto a la guerra, esa comenzó desde el momento en el que dañaste a mi hermana.                     
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD