16
“Desesperación”
Los ojos hinchados de Sebastián releen una y otra vez la etiqueta de la botella de whisky que sostiene sobre sus manos desde muy temprano por la mañana. Ya casi eran las tres de la tarde, pero, él seguía tirado en el piso de su habitación, sin bañarse, y sin ni siquiera comer un poco.
Su corazón se hundía con violencia cada vez que pensaba en los ojos azulados de la única mujer en este mundo capaz de rechazarlo, y destruirlo de la peor manera posible. Se sentía demasiado estúpido, porque comprendía que había llegado hasta esta situación por su propia culpa.
Jamás debió decirle esas palabras hirientes a aquella jovencita, jamás debió ser tan cruel de llamarla vergüenza por el simple hecho de ser humana, y ahora lo comprendía. El pico de la botella de cristal volvió a tocar sus labios, el sabor dulce del alcohol ahora se sentía amargo, sus manos no dejaban de temblar, mientras que él se hundía en la miseria.
Una ligera sonrisa se dibujó en sus labios, los recuerdos de aquella frágil jovencita comenzaron a invadirlo. Sus ojos se cerraron al visualizar el rostro de su mate, la forma delicada de su cuerpo, su cabello oscuro ondeante, y ni hablar de sus carnosos labios que amaba devorar.
De repente se maldijo al sentir su polla endurecida, no podía creer que en esta situación sintiera deseo por ella, por una mujer que no iba a tener jamás. Volvió a maldecir al darse cuenta de su error, solo fue un jodido cobarde de mierda que se creía superior por su naturaleza, cuando en realidad siempre fue débil. Eva Parker lo hizo débil.
—Te necesito…
Rugió para sí mismo, pegando su espalda contra su cama, sus piernas se encontraban estiradas sobre el suelo, entretanto sus pies descalzos lograban tocar las botellas vacías de alcohol que ya se había bebido.
—¿Vas a seguir así?
La voz de Kilian lo hizo colocar los ojos en blanco, lo último que necesitaba ahora mismo era los regaños de su hermano menor.
—Vete a la mierda…
Rugió, volviendo a beber.
—Te ves patético.
—Cállate la puta boca, Kilian.
El chico de cabello plateado caminó entre el mar de botellas vacías, la habitación del Alfa se hallaba desordenada, y oscura.
—Papá quiere hablar contigo.
—Dile a Bastián que no quiero verlo.
—Sabes que no puedo hacer eso, hermano…
—Entonces, sal de mi vista…
El joven retrocedió al sentir los cristales de una copa caer cerca de su cara.
—¿Sebastián?
—¡¿Qué?! ¿Te vienes a burlar de mí? ¡¿Es eso?!
—No… Yo nunca…
—Quien debería ser el sucesor de papá ahora ha sido rechazado por una humana… ¿Eso no te alegra? ¿No te alegra saber que ahora tú eres su sucesor?
Los ojos cristalinos del Alfa menor de la familia se abrieron con exageración.
—¡Debiste cuidarla si ibas a terminar así! ¿Te rendiste tan rápido? ¿Aceptaste la derrota como si nada? ¡Sí! ¡Sí me alegro de ser el nuevo sucesor de papá! —el pelinegro gruñó molesto, sus manos se cerraron con fuerza, mientras que su rostro comenzó a distorsionarse por la ira, —¡Me alegro que un miedoso como tú no sea el líder de este clan! ¡Me alegro que Eva te haya rechazado porque no la mereces!
Un golpe en seco dejó al chiquillo contra el suelo.
—¡Hijo de perra!
Otro golpe le rompió el labio.
—¿Es esto lo que quieres?
Sebastián detuvo su puño, su cuerpo estaba presionando con firmeza el estómago de su hermano menor al estar encima de él. Sus ojos se cristalizaron de repente a tal punto de empezar a derramar lágrimas una tras otra. Su espalda se encorvó un poco, mientras que sus manos no dejaban de temblar.
—Dime, ¿Quieres perderla?
—Yo… No… No… No quiero perderla…
—¿Entonces que harás?
Sus ojos miraron hacia la puerta de la habitación al sentir la presencia de uno de sus guardias en la entrada. —Señor… —El Alfa sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal al sentir el olor de Eva sobre él. —Tenemos malas noticias…
Un dolor fuerte se instaló en su pecho.
—¿Dónde está? —Kilian se apartó cuando su hermano mayor por fin se puso de pie, sus pasos eran débiles por todo el alcohol que tenía dentro de su sistema. —¡¿Dónde está?! ¡Habla! ¡Habla!
—Zeekiel Moonstone… Él lanzó un hechizo contra la señorita Parker…
—¿Hechizo? ¿Qué clase de hechizo?
—Uno de la Diosa Afrodita…
Sus pies retrocedieron.
—Ese hijo de perra, ¿Se atrevió? ¿Se atrevió a hacerla olvidarse de mí?
Lo siguiente que se escuchó fueron los gritos de Kilian al ver como el líder de la familia Drake salió a la calle, y sin dudarlo se transformó en lobo. Los guardianes fueron tras el Alfa para protegerlo.
La ira cegaba su juicio.
“¿Cómo ese vil brujo se había atrevido a tocarla?”
“¿Cómo fue capaz de borrarle sus recuerdos juntos?”
Un aullido fuerte llenó las oscuras calles de New York, algunas personas comenzaron a grabar a un perro gigante en la mitad de la calle, mientras que otras corrían despavoridas. Los guardianes trataron de alcanzarlo, pero a este paso Sebastián llegaría primero que ellos a Sunny Village.
Apenas sus garras se debilitaron por recorrer cientos de kilómetros hasta llegar al bosque de Moira que rodeaba al misterioso pueblo, el cuerpo del pelinegro volvió a ser humano. Sus pies estaban ensangrentados, su ropa desgarrada, y ni hablar de la mirada pérdida del Alfa.
—¡Señor!
Gritó uno de sus subalternos cuando por fin lograron alcanzarlo.
—¡Nadie se me acerque!
Dijo, caminando hacia la casa de Eva.
—¡Pero, señor!
Como pudo corrió hacia el beta.
—¿Quieres que te arranque la cabeza? ¡Qué nadie se me acerque!
Se giró sobre sus pies, siguiendo su camino.
Las personas de Sunny Village comenzaron a murmurar al verlo tan demacrado, y en mal estado; sus pasos dejaban un rastro de sangre que lo acompañó hasta su antigua casa. Sus hombros temblaban porque sí Eva no lo reconocía algo dentro de él moriría esta noche.
Deseaba con toda su alma asesinar con sus propias manos a Zeekiel, quería arrancarle él mismo el corazón hasta que el último aliento de su cuerpo lo abandonara, pero también se sentía culpable por esta situación.
Sí el lunar no se hubiese debilitado por un momento, si sus intenciones hubiesen sido claras desde el primer momento ella jamás habría estado en peligro. Le costaba demasiado respirar, sus manos temblaban al ritmo de su cuerpo hasta que un ardor fuerte en su brazo derecho lo detuvo.
Sus ojos se abrieron de par en par al notar como el lunar de nacimiento que lo unía a Eva volvió a aparecer.
—Ella… Ella… ¿Se arrepintió de su decisión?
Dio un par de zancadas más hasta que quedó enfrente de la casa de la humana que lo rechazó, sus sentidos se colocaron en alerta al sentir el olor de Orlok, junto a Nena también en la casa, así que rápidamente tiró de la puerta de un solo golpe encontrándose a la mujer que lo había puesto en este estado bajando las escaleras con una pequeña maleta en sus manos.
—¿Sebastián?
El corazón del lobo latió con vehemencia al escuchar su voz.
—Eva… Yo…
Intentó decir algo, sin embargo, las palabras sobraron al ver con sus propios ojos como aquella chiquilla corría hacia él, tirando de su cuello con tanta destreza que terminó uniendo sus labios en un solo movimiento.
Todas las personas alrededor ahora habían desaparecido por completo.
Solo existían ellos dos en este mundo.
Sus labios se unieron con necesidad, las manos del pelinegro bajaron hacia la espalda baja de la mujer que lo consumía completamente, ahora lo aceptaba, aceptaba el hecho que el nudo que los unía era más fuerte que su lógica; ahora comprendía que preferiría morir antes de alejarla de su lado.
—Yo… Lo siento… Lo siento tanto, Sebastián…
El lobo volvió a besarla.
—Yo fui el tonto.
—No… Yo, yo nunca debí decirte esas cosas…
—Estabas asustada, yo también estaba asustado.
—¿De verdad?
—Cuando escuché que Zeekiel te embrujó quise morirme…
—Estoy bien, ¿Tú estás bien? ¿Por qué te ves así? ¡Dios, mira tus pies! ¡Hay demasiada sangre!
—Yo no importo, yo… De verdad no importo, ¿Estás segura que estás bien?
Comenzó a revisarla con cuidado.
—¡Lo estoy! ¡Estoy bien ahora que estás aquí! Pero…
—¿Pero?
El Alfa arrugó el entrecejo con miedo.
—Tenme paciencia… Aun me estoy adaptando que existen los lobos, y vampiros…
—¿Te asusto?
—¡No!
Él sonrió.
—Entonces, ¿Aceptas ser la mate del Alfa del clan Drake?
Eva sintió mariposas en su estómago.
—No sé qué responsabilidades conlleva todo esto, Sebastián, soy solo una chica que acaba de descubrir que su mejor amiga es una bruja, y que el hombre que se enamoró de repente por culpa de un lunar es un hombre lobo… No sé qué va a pasar en el futuro, pero, yo… Quiero estar contigo… Quiero estar solo contigo.
Él la volvió a besar.
—Recoge todas tus cosas, nos vamos para New York esta misma noche.
—¿Qué?
—¿Qué sucede?
—¿Irnos? ¿Y mi universidad? ¿Mis padres?
Su voz salió inestable, le preocupaba el hecho de dejar solos a su familia, y que alguien quisiera hacerles daño.
—Amor… —Un frío recorrió la espalda de la pelinegra al escucharlo llamarla de esa forma por primera vez—, tus padres están entrenados para combatir contra cualquier criatura, aunque tú no lo creas, Los Parker llevan siglos siendo guerreros de mi familia, así que no te preocupes por eso.
Sus labios dejaron un dulce beso sobre su frente.
—¿Y la universidad?
—Puedes terminar la carrera en alguna universidad de New York, le diré a Orlok que haga el papeleo…
Sebastián le dio la mano para marcharse de casa, sin embargo, los pies de ella no se movieron.
—Jamás he dejado Sunny Village… Crecí aquí.
Él suspira hondo al darse cuenta del miedo en sus ojos.
—Sé que todo esto es nuevo para ti, sé que soy egoísta al tratar de sacarte de tu casa, y llevarte sin previo aviso a mi apartamento en Manhattan, sé que todo te causa terror, pero, cariño, yo estoy contigo… No pienso dejarte sola, cuando la manada te vea, te van a aceptar.
—¿Manada?
—La manada está compuesta por una alianza que viene de generación en generación entre los Alfa, betas y omega… Sé que eres la primera humana en entrar a esta sociedad, pero, ellos te amarán como yo lo hago.
Eva no pudo evitar sonreír.
—¿Nena irá con nosotros?
—Sí, ella es tu guardiana desde que naciste…
—¿Qué? ¿Qué quieres decir con eso?
—Nena tiene más de medio siglo en esta tierra… Y su papel siempre fue cuidarte de los Strigoi.
Algo dentro de ella se rompió, ¿Entonces nunca fue reciproco? ¿Su amistad era solo una vil fachada?
—Eva…
La voz de su mejor amiga la dejó inestable, la miró con repudio por encima de su hombro, para luego caminar fuera de la casa. Tenía rabia consigo misma porque nunca se dio cuenta de nada.
—¡Eva, espera!
Nena trató de detenerla, pero, cuando intentó tocarla, la pelinegra abofeteó su mano.
—¡Eres una jodida mentirosa de mierda!
—¡Déjame explicarte!
—¿Explicarme qué? ¿Cómo nuestra amistad era una mentira?
El mentón de la morena tembló.
—No… Eso no es así.
—Por eso me querías lanzar en los brazos de Sebastián, ¿Verdad? ¿Por eso querías metérmelo por los ojos? ¡Me mentiste sobre el día de la carrera en el muelle! ¡Todo lo que viene de ti es mentira!
—Mi amistad es sincera.
—No te creo… ¿Quién me asegura que no me hechizaste como Zeekiel para hacerme creer tus mentiras?
—Yo jamás te haría eso…
Sebastián estaba observándolas desde lejos, sabía que esto debían resolverlo entre ellas.
—¿No? ¿No lo harías?
—Evie… Escúchame, yo…
Lo siguiente que Nena sintió fue como su sangre salpicó el rostro de su mejor amiga al recibir unos colmillos sobre su débil cuello. La pelinegra abrió con horror sus ojos al notar como un vampiro estaba bebiendo la sangre de la bruja delante de todos, y como de la nada un trío de lobos gigantes salieron dispuesto a defenderla.
—¡Todos protejan a la mate del Alfa!