Rodrigo y Elena llevaban catorce días de viaje, escoltados por un pequeño grupo de guardias que habían sido designados por su padre para que llegaran a salvo y sin ningún contratiempo para ver al rey, que según los informes su estado de salud no mejoraba. Habían recibido reportes y visto en los periódicos que el príncipe heredero Leonardo Fuegosanto estaba marchando con un número mayor de soldados rumbo al reino de Hielo a atacar las principales ciudades, pues se encontraban hasta cierto punto vulnerables por la notable falta de un líder que lo guíe. Rodrigo debatía en su interior analizando diversas posibilidades para comprarle tiempo a Eira para regresar a reclamar su lugar y aclarar las cosas como heredera principal y el complot que todos armaron contra ella para quitarla del camino d

