El sueño desapareció por completo del rostro de la italiana, estaba sorprendida de verlo allí porque hasta el último segundo pensó que él no iría. Franco permanecía sentado a su lado en un taburete que ella recordó haber mirado en la habitación, así que el italiano ya había explorado la suite mientras ella dormía. Posiblemente cuando se aburrió de hacerlo, fue a despertarla.
—Franco ¿Cómo demonios has entrado?
Su tono sorprendido hizo sonreír al hombre, quien jugueteaba con las llaves de un auto entre sus dedos. Había llegado en un vuelo comercial y luego rentado un auto, se había demorado un poco, porque debía ser precavido, apenas y había traído a dos hombre de su confianza para su seguridad y ellos habían entrado a la provincia de la forma más incógnita posible.
—Tengo mis método
