Fabricio Contti le tendió una copa a Fabiano Rossi mientras le miraba con una ligera sonrisa. Estaba contento por la visita, especialmente porque tenía planes en mente que estaba seguro su socio y amigo apoyaría en cuanto lo escuchara. —No hay mejor vino en Italia, puedo asegurarlo. —No tengo dudas, de hecho, me han dicho que tu bodega es envidiable. Tienes gustos finos y bien cimentados, todo el mundo lo sabe, aquí en Florencia y siempre intentas dejarlo claro. —Aprecio demasiado tu comentario. —Solo digo realidades. —Tengo una colección de más de doscientas botellas del mejor vino que podrás encontrar y lo tengo reservado para una ocasión especial, en la que tal vez puedas ayudarme. Fabiano le miró con curiosidad. —¿Qué fecha es? ¿Puedo saber? —La boda de mi hijo Franco,