Nicolás Marshall
Despierto por el sonido de la puerta siendo tocada con brusquedad, me levanto de golpe abriéndola y detrás de ella observo a mi madre, esta me mira con enojo mientras me señala el reloj que marcan las seis de la mañana.
—Nicolas, ya es hora de arreglarte para ir al trabajo.
—Mama, entro a las ocho.
—¡No me importa! ¡Apresurate! No quiero vagos en esta casa.
Suelto un suspiro observando como su figura desaparece por el pasillo y cierro la puerta de un portazo.
A veces la vida solía ser demasiado dura para algunos, eso lo
tenía más que claro, el vivo ejemplo era el de mis hermanas mayores, quienes tuvieron que salir de casa a temprana edad, por tener una madre estricta e inflexible.
Sinceramente, eso la mayoría de las veces era un gran problema, porque sin mis hermanas aquí, el peso del peculiar carácter de nuestra madre, caía sobre mis hombros, dado que era el único a quien tenía para regañar y ordenarle cosas, lo único bueno que tenía era mis amigos, y mi novia, porque mama no me permitía ver a la oveja negra de la familia que, según ella, era mi hermana mayor, Rode.
Sin embargo la mayoría de veces me mantenía al margen, evitando a toda costa estar en casa, las peleas de mis padres eran insoportables, aún más cuando estaba presente.
Entro en la ducha sin muchos miramientos y me doy un baño rápido, luego de eso me pongo unos jeans, una camiseta gris, y por último unas tenis.
Tomo mi bolso con los libros de la universidad saliendo de la habitación, dado que luego de trabajar, quedaba para estudiar con mi novia, Milly, quien era una linda rubia de ojos mieles que se había ganado mi cariño a lo largo de mi primer año de universidad, éramos compañeros de clases por lo que los horarios nos sentaban de maravilla, ella tenía un extraño gusto por la moda, aunque estuviera estudiando diseño gráfico.
Paso por la cocina tomando mi bolsa de desayuno y me despido de mis padres para luego emprender camino hacia la cafetería, que era mi lugar de trabajo, algún día esperaba poder trabajar creando marcas, diseños digitales y logos.
Era lo que más me gustaba, pero por ahora debía conformarme con el trabajo de mesero.
Al llegar al trabajo me pongo manos a la obra—Luego de desayunar—y a mitad de mañana una figura femenina que conozco muy bien se acerca a mi.
Sonrío como tonta al tenerla frente a mi y la abrazo con fuerza.
—Hola cariño.
—Hola preciosa, ¿Como amaneces?
Me siento a su lado cuidando que todos estén bien atendidos y centro mi mirada en la rubia.
—Agotada, dure toda la noche estudiando—suelta
dramáticamente—¡Pero adivina que!
—Umm... ¿Estas lista para el examen?
—¡No! ¡Tengo dos entradas para el siguiente desfile de Verónica Willians!
Hago una mueca al escucharla y ella me mira mal.
—¡No me mires asi! ¡Ella es genial!
—¿Después de como te trato? Por favor Milly—respondo rondando los ojos.
Ignorando lo que le dije, empieza a parlotear acerca de diseños, y de su emoción por ir al próximo desfile, yo sólo puedo asentir mientras finjo escuchar y minutos después, finalmente se va.
No me malinterpreten, amo a mi novia, sólo que cuando habla de esa chica, la rabia llegaba a su punto de ebullición de solo recordar su egocentrismo, admito que es una chica preciosa, pero la fama se le subió a la cabeza, y para mi, que era una persona de clase media, se me hacia realmente insoportable, que los de la clase alta nos despreciaran por no tener tanto dinero y lujos como ellos.
Sabia que mi hermana trabajaba para el hermano de Verónica Willians, la famosa diseñadora, el se llamaba Patrick Willians, y me habían dicho que era un mujeriego de lo peor.
Lástima que no podía hablar con mi hermana, así le advertiría y por supuesto, me encargaría de llenarla de abrazos, amaba a mis hermanas.
Y era un verdadero suplicio no poder estar con ellas, no ser el hermano que necesitan, sólo por el simple echo de ser un cobarde y no enfrentar a mi madre de una vez por todas.
(...)
Llego a la universidad como todos los días, agotado, los turnos en la cafetería eran cada vez más fuertes.
Miro a mi alrededor observando la estructura y una inscripción en la puerta de esta llama mi atención.
"Clases de diseño de modas"
Con Verónica Willians.
Suelto un bufido entrando al lugar y busco mi aula.
—Hey Nicolás.
Escucho una voz detrás de mi, me giro encontrando a Agustín, mi mejor amigo desde que tengo memoria, nuestros padres se conocían, por lo que éramos muy unidos.
—Agus, ¿Que tal?
—Todo bien, ¿Escuchaste los rumores?
—¿Que rumores?
—Que Verónica Willians, la empresaria, empezará a dar clases de diseño de modas aquí en la universidad.
Frunzo el ceño disgustado y me encojo de hombros.
¿Ahora tendría que ver a esa ególatra aqui? ¿Que faltaba? ¿Que apareciera y se hiciera amiga de mis padres?
—¿Y?
—¿Como que "y"? Esa chica es una bomba.
—¿Traducción?
Levanto las cejas con mi usual ánimo amargado.
—Piensa un poco amigo, ¿No has visto siquiera una foto de ella?
Oh, bueno, había visto más que eso.
—Aja.
—Esta buenisima.
—No me interesa nada de esa chica Agus, vamos, ya es hora de entrar.
Mi amigo me observa extrañado y entra conmigo al aula.
Diviso a Milly en uno de los primeros asientos por lo que muevo mis pasos hacia ella, me siento a su lado llamando su atención y sus ojos brillan al verme.
Era tan tierna.
—¡Llegaste! ¿Escuchaste la noticia?
¿Que ahora todo el mundo se iba a empeñar en recordarme a esa chica tan odiosa?
Diosito ayuda.
—Seh, ya oí.
—¡Estoy muy feliz! ¡Podre tomar clases con la mejor diseñadora del país! Sólo será una vez a la semana pero esta bien para mi.
—Felicidades.
Mi sarcasmo hace que ella ruede los ojos pero su felicidad no es opacada por eso, porque su " ídola" le dará clases.
Las horas pasan rápidamente y más rápido de lo que pienso ya acaban nuestras clases de la noche, tomo mi mochila y salgo del aula con Milly.
—¿Quieres quedarte en mi casa hoy?
Observo su rostro con tranquilidad y suspiro.
—No quiero molestar a tus padres, además que mama se pondrá furiosa.
—Como siempre, no quiero que sufras allá.
—Esta bien, sólo hoy.
Musito pasando un brazo por sus hombros.
La verdad me sentía como una persona muy egoísta, no quería meter a Milly en mis problemas cuando yo tenía que cargar con ellos, o en el mejor de los casos, resolverlos, sabía que algún día lo haría, pero ese día no era hoy, por lo que sólo me quedaría en su casa, disfrutando de su compañía.
Subimos al autobús que nos lleva a su casa y al llegar mi teléfono vibra en mi bolsillo, saco el teléfono dándole una rápida mirada al marcador y lo tomo al ver el número de Nancy en la pantalla.
—¿Como esta la segunda mejor hermana del planeta?
Cuestiono sonriente, mi novia me mira mientras abre la puerta de su casa y yo avanzo con ella por la sala de estar.
—¿Segunda? ¿SEGUNDA NICOLÁS?
—Si, la primera es Rode.
—Pfff, te dejaré decir eso sólo porque llamo para contarte acerca de ella.
Mi sonrisa se amplía al escucharla y me siento en el sofá mientras Milly busca mantas.
—Te escucho.
—¡Esta enamorada! Además de que le va muy bien en su trabajo, tanto que casi no está en casa, aunque yo tampoco... Así que...
—¿Quien es el afortunado?
—Patrick, su jefe.
Mi diversión se esfuma junto a mi sonrisa al escucharla, no no no... No, mi hermana no puede estar con ese idiota.
—¿Ese mujeriego?
—Si, pero ya le he advertido, sólo que... Parece que ha cambiado.
—¿Cambiado? Espero que no lastime a mi hermana, porque sino se las verá conmigo.
—Creo que de verdad a cambiado, tengo mucho tiempo checando las noticias y con lo que Rode me ha contado, ambos están enamorados.
Suelto un pesado suspiro y sonrío a Milly quien deja un par de mantas y se sienta a mi lado.
—Bien, eso espero. Te tengo que dejar, voy a dormir.
—¿Y mama?
—En casa.
—¿Donde estas?—gruñe en respuesta y puedo apostar a que tiene el ceño fruncido.
—En casa de Milly.
—Ok. Espero te portes bien, no quiero sobrinos tan pronto.
—Adios Nancy.
Digo colgando para evitar tener esa conversación otra vez. Las hermanas mayores solían ser irritantes, menos Rode, ella no hacia preguntas, sólo te daba un abrazo si lo necesitabas.
Era genial.
—¿Todo bien?
Asiento acostándome y ella se acuesta a mi lado en el sofá.
La abrazo cerrando los ojos y me permito relajarme.
—Buenas noches Milly.
—Buenas noches Nick.