EL USUAURIUS

EL CONFUSO

Juanito se armaba de paciencia, creyéndose en ciertos momentos que era la reencarnación del mismísimo Santo Job, respirando hondo una y otra vez tratando de no perder los nervios, masajeando sus sienes suavemente con las yemas de los dedos mientras explicaba con vocabulario de primero de infantil los conceptos más elementales del mundo de la informática; tales como que el ratón tiene un botón derecho y otro izquierdo que hacen cosas diferentes.

El usuaurius confuso le miraba perplejo, con unas pupilas desorbitadas que decían “no entiendo ‘ná’ de lo que me estás contando”; sin embargo, Juanito debía insistir una y otra vez, tratando de cambiar a un léxico cada vez más básico porque a fin de cuentas el usuaurius confuso no tenía otra opción que aprender a salir del nido y volar solo en el gran universo tecnológico. “Este no dura ni dos telediarios volando solo”, pensaba el informático entretanto al usuaurius confuso le mentía diciendo que ya casi lo tenía de la mano.

Tras consumir una hora y media larga de tiempo para explicar una operación tan sencilla como era copiar un archivo de una carpeta a otra, Juanito finalmente se dio por vencido, levantó la bandera blanca de la rendición dejando al usuaurius confuso a merced del caprichoso destino y rezando para que no le provocara algún estrago accidental en el ordenador, que a fin de cuentas era lo único que le importaba.