—¡Ya estoy lista! —grito al bajar las escaleras. Mi pelo revolotea detrás de mí, dejando que gotas de agua salpicasen las paredes y el piso. Me dio vagancia secármelo, por lo que solo le pasé una toalla y listo. Corro por la sala desolada hacia la cocina cuando escucho un fuerte estruendo proveniente de allí y me río al encontrarme con un Damon tratando de limpiar una mancha de jugo de uva en su remera. Tiene el ceño fruncido y toda su atención se encuentra con el trabajo de refregar con su uña la mancha. Me río y voy al lado suyo. Damon levanta la cabeza y me sonríe levemente. —¿Cómo es que te ensuciaste? —levanto una ceja con diversión. —Tu grito me asustó y me tomó por sorpresa. Pensé que te estaba pasando algo, Nat. No lo hagas más —él gruñe, reprendiéndome con un tono de mamá prote

