¡Oh, no! Incluso él parece no confiar del todo en su tía, así que ¿por qué me ayudaría ahora que mis ojos prácticamente le suplican que no me deje sola?
—Está bien, nena. Su marido ya la ha regañado para que no vuelva a hacer algo desagradable. Créeme. —Dylan pasa sus dedos suavemente por mi rostro. Su toque me descoloca un poco, pero no tengo tiempo para reaccionar antes de que se aleje. —No tardes mucho, tía. Tenemos otro lugar al que ir después de esto.
Alicia asiente en silencio, despidiendo a Dylan con una sonrisa que no logro descifrar. Cuando él se va, sus ojos se clavan en los míos, evaluándome con detenimiento.
—Eres adorable, querida. No es de extrañar que Dylan haya caído rendido por ti. —Ríe suavemente, una risa que parece cargada de intenciones, y luego me toma del brazo
