Vine a hablar, pero si va a perder nuestro tiempo bebiendo como si no tuviéramos nada de qué preocuparnos, lo dejo.
—Déjalo allí cuando termines, David —digo, sin perder la compostura—. No planeamos emborracharnos esta noche. Un par de tragos estaría bien.
Y además, este tipo dijo que íbamos a hablar de trabajo. ¿No es irónico que estemos hablando aquí en lugar de hacerlo en la oficina?
Dejo caer las manos sobre el mostrador y le doy a David una mirada significativa. Debería saber cuándo irse, y creo que este es el momento. Hablar en serio ya no puede esperar más.
—Sí, bonita. Aquí está el cóctel recién hecho. Aún no está en el menú, pero me encantaría que lo probaras —dice David mientras me pasa el vaso. Luego se aleja—. Muy bien, disfruten de las bebidas. Iré a atender a los demás.
