Ivana.
Me pidió ñoquis para cenar, así que en un ratito ya los tenía, comió como loco diciendo sin parar que eran los mejores que había probado, y se ve que si estaban buenos porque no dejó ni el rastro de que comimos ñoquis.
—¿Cuántos años tienes?. —estamos lavando los platos juntos, yo lavo y él seca guardando enseguida.
—Veintiuno. —le paso la última olla—. ¿Tú?.
—Veintiocho. —asiento sonriendo mientras limpio la mesa—. ¿Cómo es que tu mamá terminó con él?.
—La verdad es que no tengo idea... Solo recuerdo que él llegó, mi mamá se embarazó y ahí empezó todo el problema. —se apoya en la mesada mirándome con los brazos cruzados, lavo la rejilla para que ya quede todo en orden y no levantarnos a ver todo revoltoso—. Tenía como cinco años cuando se juntó con él.
—¿Y tu papá?.
—No lo conozco... Según dice mi mamá que cuando le dijo que estaba embarazada se emocionó. —me gano a su lado pero mirándonos de frente—. Un día dijo que iba a trabajar y nunca mas volvió.
—Mal nacido poco hombre. —me rio negando.
—Por algo pasan las cosas Braian... No lo culpo para nada, debe haber tenido una razón para hacerlo. —agarro la pava llenandola—. Ya que al fin terminamos podríamos tomarnos un té. —lo digo riendo porque me hace acordar a mi abuela que después de cada comida se toma un té—. ¿Quieres uno?
—Dale.
Saco las tazas cuando me gira apretándome contra la mesada mientras me besa, me toma tan de sorpresa que no sé que hacer más que cerrar los ojos, me aprieta aún más contra la mesada, y cuando siento su pene me entra pánico, quedo de piedra apretando los ojos con fuerza y medio llorisqueando de miedo, eso hace que se aleje de inmediato de mi mirándome serio, me llevo las manos a la boca sin creer lo que acaba de pasar, no entiendo nada, menos cuando se va casi corriendo.
No puedo dormir nada en la noche pensando en que va a bajar en cualquier momento a terminar lo que empezó, pero no baja gracias a Dios porque si viniera ¿Qué puedo hacer? No sé defenderme, y estoy segura que ni gritaría dándole pie de que siga.
A la mañana voy al trabajo pensando en lo que pasó, fue solo un beso ¿Por qué reaccioné así? Pobre, se ha sentido mal después de rechazarlo de esa forma comparándolo con Raul, fue un beso inocente, bueno, hasta que sentí su m*****o pero aún así no era para reaccionar como si me estuviera atacando sexualmente.
En el trabajo no dejo de pensar en él y todo se pone peor cuando los veo sentados en mi area esperando a que vaya a tomarles el pedido, respiro hondo, me digo que soy una mujer que ha pasado cosas peores que un beso robado, y voy hacia ellos.
—¡Buenos días!. —se para dándome una flor, sonrío poniéndome colorada sin saber que hacer.
—Para ti. —la mueve delante mío hasta que la agarro.
—Gracias. —le doy un abrazo pequeño y me alejo—. Es hermosa.
—Como tu. —la compañera lo palmea y él se ríe sentandose en su lugar.
—Al fin hombre. —la miro avergonzada porque creí que ellos tenían algo.
—¿Desean algo?.
—Lo de siempre. —voy al mostrador con mi flor pegada a mi y mi jefa se ríe.
—Lo traes loco hace rato a ese muchacho... Desde que te vió.
—No creo.
—¿Qué? Delante de todos te dió una flor. —me tapo la cara avergonzada—. ¿Quién conquista de esa forma hoy en día? Nadie.
Mi día es pasar de la tristeza a la felicidad en un segundo, recuerdo a Braian dándome la flor y me pongo torpe y acalorada, nunca sentí nada por un muchacho y viene él y me da vuelta la vida, ¿Es posible eso? Desde que los atendí por primera vez él me atrajó y mucho, no puedo decir que es de ahora que vivo en su casa sino desde antes, mucho antes.
Pasa una semana en donde no nos vemos ni en la casa ni en el café porque ahí tampoco han ido, me dejó una nota que decía que estaba muy ocupado en el trabajo, que mantenga la casa cerrada y que si podía que saque a pasear a los perros, el tema es que son inmensos y si se trata de obedecer ni pelota me dan, ninguno, tiene dos perros grandes que por lo que veo no son de r**a, y uno chiquito que es re feo, se me hace que los ha encontrado o rescatado de algún refugió pero los tiene muy bien, su pelo brilla, y desde que estoy acá visitaron al veterinario dos veces y una a la peluquera.
—TARZAN. —salen corriendo como locos, hasta me da la sensación que se van riendo y burlándose—. TARZÁN VEN... OSO.
—¿No te hacen caso?. —miro al muchacho que apareció de golpe y no sé de donde.
—Son medios rebeldes. —me río sin dejar de mirar por donde se fueron, les pasa o se mandan una macana Braian me mata—. Pero vuelven, solo que me da miedo que se agarren con algún perro por ahí.
—¿Eres nueva? Nunca te había visto.
—Vivo acá hace poco mas de dos meses. —me siento en el cordón de la vereda a esperar que los perros vuelvan, y él se sienta a mi lado.
—Yo vivo allá. —miro la casa que me apunta asintiendo—. Te he visto pasar y como te vi acá afuera decidí acercarme para hablar un poco y conocernos.
—Aaaa. —miro a ver si vienen los perros pero nada, solo espero que no me toque salir a buscarlos o no sé que le voy a decir a Braian.
—Esta es la casa del policía. ¿Eres su hermana?.
—Es mi mujer. —nos giramos y esta parado tapando toda la luz que pudiera darle haciendolo parecer un demonio que se lo va a comer al muchacho, me tiende la mano parándome de un golpe—. ¿Qué haces acá?.
—Saqué a los perros pero no vuelven. —apunto al chico que se para lentamente—. Él es el vecino, se vino a presentar.
—Ya lo conozco. —silva a la nada haciendo que los dos grandes vengan corriendo como locos y el chiquito sale de atrás de las plantas de la vecina de la esquina.
—Pucha, yo me gasté gritándoles. —los acaricio riendo, siento una mano en mi brazo y los perros se le van encima al chico—. Nooo... Basta.
—Basta. —se alejan cuando Braian les habla, pero le gruñen con re feo, tanto que a mi me dan miedo.
—Perros de mierda. —se ganan a mi lado y él se va enojado mientras nos insulta por los perros.
—¿Por qué lo habran atacado?.
—Porque te tocó. —se sienta donde estábamos y yo a su lado—. Te traje algo. —Patita, que es el petiso se sabe arriba mío.
—¿Qué cosa?. —me tiende un chocolate enorme—. Mmm gracias, que rico. —le doy la mitad que lo recibe sin decir nada—. Esta muy rico gracias. —quedamos en silencio un buen rato—. ¿Cómo te fue hoy?.
—Bien... Vamos adentro, el sol esta un poco fuerte.
—Si.
Entramos y pongo la pava para tomar mates, se va arriba y yo no sé que hacer ni que decir, ya la situación se está poniendo incómoda con él, y lo entiendo, una desconocida invadiendo su espacio personal, tal vez los días como hoy traía a alguna chica o se iba por ahí y ahora no puede porque estoy acá, aunque son ideas mías porque no me ha dicho nada como que estaría haciendo algo o que esta incómodo, pero deduzco.
Baja bañado y con ropa cómoda de deporte, le sirvo tarta que hice y su café n***o recontra amargo que toma que ya casi no lo puedo oler del asco que me da, habia pensado en mates pero me dieron ganas de tomarme un té.
—A la noche si quieres salir ve tranquilo.
—¿Qué?. —me mira alzando las cejas.
—O si quieres traer a alguna chica me avisas y me voy así estas tranquilo. —esta serio, parece una estatua, gigante, hermosa y confundida—. Es sábado y supongo que eres un hombre activo en... —me callo cuando me doy cuenta de que estoy diciendo lo que pienso y parezco como que me importa su vida íntima—. Eemmm... Avísame y yo me voy de inmediato. —los músculos de la cara se tensan.
—No salgo ni viene nadie. —miro la tele intentando de olvidar lo que dije, pero no puedo donde no me quita la mirada de encima—. ¿Vamos al cine? Te invito.
—¿Ahora?.
—Si... ¿Qué dices?.
—Me encantaría. —sonrío muy contenta, me dan ganas de gritar y aplaudir de lo felíz que me pone su invitación—. Me baño y me arreglo un poco y ya vamos.
—Dale, yo lavo las cosas por mientras.
Felíz me doy un baño, Dios santo, ni recuerdo cuando fue la última vez que fuí al cine, no sé ni que películas están de estreno, pero la que sea la voy a mirar con emoción, aunque en la tele me pasa lo mismo, si me hablan de alguna novela no sé nada porque nunca miro tele, pero desde que llegué acá lo hago, aunque como una nena chiquita miro dibujitos, y cuando llega Braian lo dejo que vea él porque es su casa y él si busca películas pero la mayoría no las entiendo.
Me pongo un vestido que me compré hace poco, floreado y al cuerpo, un poco más abajo de la cola, unas zapas blancas y me peino poniéndome unos invisibles agarrándome un poco de pelo llevándolo hacia atrás, sé que es demasiado corto pero me gusta como me queda y quiero lucirme como una mujer de mi edad por una vez en la vida.
*****
Braian.
Dios santo, esta mujer me quiere matar, cuando la vi lista casi me da un infarto, es menudita y muy chiquita al lado mío, pero tiene el poder de ponerme como quiere sin siquiera darse cuenta de lo que hace, esta con un vestido floreado super ajustado que realza todas y cada una de sus curvas, es de vertigo lo cortito que es, si alza un poco una pierna se le van a ver las nalgas, porque parece que a penas y le tapa, no sé, debe medir cincuenta centimetros ese vestido.
Vamos de la mano por el shopping y todos se dan vuelta a mirarla, lo que mas resalta de ella es, bueno todo, pero tiene una cintura diminuta y un culaso de los mil demonios, sus pechos son pequeños pero tentadores, y sus labios tientan al mas santo de todos, como deseo comerme esa boca con ganas.
—¿Qué miramos?.
—Cualquiera que elijas. —estamos parados mirando la cartelera—. Te invité así que tu elijes.
—Mmmm. —sonrío viendo como está como confundida mirando todo, sus ojos brillan de emoción mientras apunta—. Esa me gustaría.
—Bien. —compro las entradas y unos pochoclos, entramos enseguida ya que eligió una película que ya está por empezar y creo que la eligió solo por eso, para no esperar—. Estas hermosa.
—Gracias. —muevo las piernas sin parar y mis manos transpiran, de golpe giro su cara y la beso, se tensa pero luego se relaja y me lo sigue torpemente.
— Abre la boca Ivi.
Meto mi lengua en su boca y gime agarrando mis brazos, me dan ganas de alzarla y subirla arriba mío mientras mi polla dura y tiesa va entrando en ella, suave y apretada envolviéndome para gozar como locos, descubrir sus pechos y chuparlos hasta dejarlos rojos e irritados por mis labios, pero me alejo cuando me tocan el hombro pidiéndome permiso para pasar.
Miro la pelicula y no la miro, mi mano esta en su pierna y su mano arriba de la mia como controlando que no suba más arriba de donde está, cuando salimos la invito a tomar un helado.
—Mmm crema helada ¿La has probado?.
—No. —aprieta las manos en su estómago—. Nunca pude probarla.
—¿Quieres?.
—Es rico. —Dios, que vida de mierda tuvo porque todo es nuevo para ella.
—Muy rico la verdad.
—Bien... Confío en ti.
—Haces bien. —paso mi brazo sobre su hombro dándole un beso en la cabeza mirando a unos pibes que no dejan de mirarla.
—Chicos su helado. —ella los agarra donde no la suelto.
—Gracias. —me mira tendiendome uno—. ¿Vamos a sentarnos?.
—Si, así lo disfrutamos. —nos sentamos en una mesa de dos pero me siento en un costado no de frente.
—Mmmm esta riquísimo. —como un pervertido porque no dejo de ver como se lleva la cuchara a la boca.
—¿Quieres ser mi novia?. —las palabras salen a borbotones haciendo que sonría roja como un tomate—. Me gustas mucho Ivana... De verdad que me gustas y podemos probar. —me siento mejor agarrando su mano y tomando coraje para terminar de decirle porque yo también estoy nerviosa—. ¿Qué dices? No hace falta que aceptes, puedes pensarlo.
—Si quiero. —eso si que me emociona—. Tambien me gustas. —me paro y la alzo dándole un beso, la abrazo y se ríe apretandome.
—Gracias. —le agarro la cara dándole muchos besos—. Tenía miedo que me digas que no. —nos volvemos a sentar y esta roja sin dejar de sonreír.
—¿Con tu compañera tienen algo?.
—¿Eh?. —eso me sorprende, demasiado de hecho.
—¿O tuvieron algo?.
—No... —se me revuelve el estómago al escucharla, pero intento de que no se note—. No tengo ni tuve nada con ella.
—Bien. —agarra mi mano sonriendo a mas no poder—. Ahora si estoy tranquila.
No puedo dejar de mirarla, mierda que más hermosa no puede ser, por un lado me digo, siempre le esquivé a las mujeres hermosas, no quería quedar prendado por la belleza de una mujer sin tomar en cuentas las demás cosas como si es amable, cariñosa, comprensiva, pero ella me agarró de las pelotas como nadie, su voz suave y siempre sonriendo, así como permanece en silencio puede hablar hasta por los codos cuando se lo propone, no se altera, parece estar siempre en calma, y cuando hablamos me demuestra que a pesar de todo tiene una visión positiva de que todo va a estar bien y va a salir bien, solo hay que ser pacientes, cosa que a veces me falta, mas cuando me pasa algo en concreto que no puedo resolver con facilidad.
—Ivi, me voy a dar un baño.
—Dale. —apunta la cocina—. Yo me voy a preparar un té. —me ducho y agarro mi polla, mierda no me hace nada, no siento nada, la necesito, golpeo la pared con fuerza porque no quiero hacerla sentir mal ¿y si no me acepta? Bajo y esta sentada mirando tele—. ¿Ya te bañaste? Estaba esperando a que bajes para preparar el té. —me arrodillo delante de ella haciendo que me mire media asustada—. ¿Qué pasa?.
—Quiero besarte. —ella es la que me besa y ya me estoy prendiendo fuego, agarro sus pechos bajando a su cuello.
—Mmmjjjj. —meto mis manos por debajo del vestido, cuando llego a sus muslos la alzo—. OOOGHHH.
—No tengas miedo. —se agarra de mis hombros hablándome bien cerca de los labios.
—No lo tengo. —la siento en la mesa y me abro el pantalón, nos volvemos a besar mientras acaricio su v****a con suavidad recibiendo sus gemidos en mi boca, cuando ya creo que está lo suficientemente lubricada la penetro—. AAAAGGGG.
—Dios santo. —me meto del todo sintiendo sus muslos temblar, sus brazos me aprietan fuerte para sostenerse y gimotea en mi cuello—. Oogggg.
—Mmmggg... Braian aaaaagggg.
—Mierda. —termina acostada y yo arriba sintiendo los espamos del orgasmo intenso que tuvimos sin siquiera movernos, solo con entrar en ella me vine, nunca me había pasado—. No me lo dijiste. —mi corazón reboza de alegría al saber que soy el primero—. Dios santo, gracias Ivi. —me mira intrigada y beso suavemente sus labios—. Soy el primero mujer.
—Si.
Le seco las lágrimas comenzando a moverme con suavidad, veo las emociones que tiene y eso me hace ver las estrellas literalmente, jamás sentí esto al estar con una mujer, nunca, y eso me tiene loco.
Alza más sus piernas y me inclino hacia adelante como envolviéndola con mi cuerpo queriendo comermela entera, pongo una mano en la mesa y otra en sus caderas para sostenerla y que no se mueva tanto por mis embestidas, me muevo más rápido viendo como tira la cabeza hacia atrás alzando sus pechos, le muerdo el hombro intentando aplacar lo que siento o esto termina en dos segundos, y mas enterrado en ella de lo que estoy no creo que pueda estar, pongo las manos en la mesa alzándome un poco y ella viene conmigo donde me tiene agarrado del cuello, paso un brazo por su espalda para sostenerla y así darle con todo, grita y medio que llorisquea hasta que cae de espaldas a la mesa y yo arriba embistiendo sin piedad, me abraza la cabeza cuando beso su pecho jadeando con agonía por mi llegada, la penetro con fuertes embestidas hasta que ya no puedo más.
—¿Estas bien?. —tengo la cabeza apoyada en su pecho sintiendo su corazón desbocado.
—De maravilla. —se ríe contagiandomelo, alzo la cabeza sintiendo sus caricias en mi cara con esos ojos brillantes y verdes y azules a la vez que me vuelven loco—. Por favor, no mal interpretes esto.
—¿Qué cosa?. —eso me pone nervioso, me alzo un poco para verla bien.
—No quiero que creas que soy una cualquiera. —niego calmado donde creí que me iba a decir que no quería saber nada después de lo que hicimos—. Que a la primera que me tocas caí.
—No... No mujer hermosa, no creo eso y no lo voy a creer. —le doy besos por toda la cara—. Eres mi novia Ivi.
—Lo sé... Pero no quería que creas algo así de mi. —le doy un beso en la boca que enseguida se torna agresivo y pasional.
—¿Seguimos en la cama?.
—Sig. —se pone roja y me rio negando.
—Voy a sacarte esa vergüenza vas a ver.
Acaricio su cintura con suavidad, esta apoyada en mi pecho durmiendo, cierro los ojos sonriendo como un estúpido, pero por más que quiera dejar de hacerlo no puedo parar de sonreír, ella confía en mi al cien por cien, se entregó a mi y no es que fue miedosa o algo, me recibió de brazos abiertos demostrándome que confiaba y no me temia.
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