Habían movido el sofá hacia una esquina y a su lateral una mesita y un aparato con un monitor, era un consultorio. Sami traía puesto un traje de enfermera y estaba alistando el sofá como cama de consultorio. Poco a poco todo iba cuadrando en mi cabeza, con lo que dijo la gitana, esto era el destino. Mi amiga sería una gran cirujana y yo, si sería mamá. Muchos sentimientos me abordaron. Por un lado, me daba felicidad que el destino de mi mejor amiga, mi hermana del alma, fuera tomando forma frente a mis ojos, y una tristeza muy grande. Ya que no sabía si sobreviviría para verla crecer, y mi futuro no estaba escrito, quizás no lo habría para mí. Mire a Julio y le dije con una sonrisa de angustia y ansiosa. — ¡Si estoy embarazada! Lo vi ponerse rígido, pero en todo momento tomó mi mano

