El cielo es azul las nubes son blancas y eso a la gente aquí no le importa. Nadie se detiene a admirar por un segundo la historia de cada edificación de este país.
—Genia, ellos ya la conocen. La loca extraña aquí eres tú —responde, mi conciencia.
¿Es normal hablar con la voz de tú cabeza? Si no lo es, debo estar enloqueciendo.
Tengo unas cuantas semanas trabajando en el restaurant de Penny y ha sido bastante complicado para mí. He roto vasos y platos, a la hora de llevar comida a una mesa se la he tirado encima a los clientes y la última vez que hice entrega a domicilio, no sé cómo, pero la comida llego en mal estado. Soy una princesa con un sueldo mínimo bastante limitado. He tenido que pagar por todo lo que he roto.
Las libras que gano no me alcanzan.
«¿Cómo las personas logran vivir con tan poco dinero?», pensé intrigada.
¡Pagan por horas!
—Amaya, ve a esta dirección a entregar este almuerzo. Lleva dinero para el cambio y que esta vez todo llegue bien —me pide sonriente la señora Penny.
Asentí y comencé mi camino al lugar anotado en el papelito que me dio. Gracias a Dios que tengo a Google Maps, si no ya me hubiese perdido también. El señor ogro salió de viaje, lo vi hace una semana y las cosas terminaron un poquito mal. Creo que ahora me odia con más pasión, pero no entiendo el por qué, solo cambie su shampoo por pintura corporal.
Es un aburrido, no sabe lo que es diversión.
—¡Amaya! —me grita desde el baño, me río por lo bajo, ya descubrió mi pequeña bromita—. Eres una inmadura, niñata e infantil mujer —si soy niña no puedo ser mujer, decídete. Llega a la Sala hecho furia y yo empiezo a reír fuertemente cuando lo veo.
—Esta naranja —digo riendo al mirarlo. Se coloca frente a mí gruñendo palabras a las que no preste atención—. ¿Qué le ha sucedido, señor? Creo que se puso la cremita que no es —con voz burlona le hablé.
—No te hagas la inocente, Amaya. ¡Mira lo que hiciste! —señala su escultural cuerpo. Hecho un vistazo rápido y me detengo en la toalla que se sostiene en su cintura por un pequeño nudo que le hizo. Gotas de agua caen por su cuerpo y...—. ¡Deja de verme, pervertida! Y dime más bien ¿cómo mierdas me saco esta cosa naranja del cuerpo? ¡Pensé que era shampoo! —gruñe furioso.
Me encojo de hombros sin saber cómo responder. Sinceramente no sé cómo se quita, pero no se lo diré por precaución.
Desde ese día no me volvió a dirigir la palabra y tampoco fue que me importó mucho. Puede que me haya pasado un poquito con mi venganza, pero se lo merecía. Además, la pintura me dijo la dependienta que se caía, pero no preste atención a la explicación.
Mi abuela siempre me reprendió por ser despistada, para ella, eso no es de futura monarca. Pero no entiendo, soy la tercera en heredar la corona y jamás en la vida tocaré el trono.
Entonces, ¿por qué debo fingir ser una princesa perfecta?
Aja, regresando al tema del señor ogro.
Esa tarde el señor ogro se iba de viaje y tenía que llegar temprano a no sé dónde. Lamentablemente, el joven, llego tarde y su intachable asistencia, ahora, tiene una falta.
Gracias, gracias, por favor basta con los aplausos. Sí, todo fue por la pequeña travesura de la princesa aquí presente.
Regreso a la realidad y recién me acabo de dar cuenta que el restaurant de Penny y la compañía de custodios está a una cuadra de diferencia.
«Así que este era el enorme edificio que se veía cuando salía de trabajar», asombrada pensé.
—Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarla, señorita? —me pregunta el mismo joven que me atendió la primera vez que vine.
Es tan lindo, me encanta como habla.
Le conteste amablemente diciendo hacia dónde me dirigía y el muy inglés que habla bonito, me observaba descaradamente hasta detener sus ojos en mi busto.
¡Es un pervertido!
Después de cuatro carraspeos de mi parte y unos eternos e incómodos minutos, reacciona haciendo una llamada y al finalizar me informó que podía subir al piso 13.
Definitivamente estos ingleses tienen un problema conmigo.
—Y todos me miran, me miran, me miran porque sé que soy linda y todos me admiran —canta mi conciencia.
Me río ante ella y niego con la cabeza.
Llego al piso, hablo con una secretaria muy guapa que anunció mi gran llegada y ahora estoy esperando el fulano, "adelante". Ay mi sueño frustrado es ser secretaría, que mi jefe este bueno y me hable así.
El problema es que nací princesa, no soy secretaria y mi jefe ni está bueno ni es joven.
—Adelante —una ronca voz me indica luz verde para pasar, ay que hermoso, aquí todos son ronquitos. Abro la puerta y entrego el almuerzo al señor rubio—. Gracias, espere ya le cancelo la comida.
Que educado caballero, te nombraré "barón de la comida rápida".
Miro a mi alrededor y es una oficina blanca con verde, un escritorio marrón oscuro, una silla giratoria negra, una computadora súper plana y lámpara de lava lo acompaña. A la derecha tres sofás beige y una mesa de café. En ellos están sentados mirándome divertidos, Thomas, san ogro y...
—¿Liam? —este se levanta de donde esta y se dirige rápidamente hacia mí—. ¡Te juro que te mato! Te escribí como mil veces y jamás me respondiste. Te odio, eres un insensible que me engañó —se echa a reír mientras nos abrazamos eufóricamente.
Liam es el mejor amigo de mi hermano mayor. Él antes era el guardia real de mi madre, pero decidió dejarlo porque estaba enamorado de ella. Ahora es un apuesto guardaespaldas. Fue quien le rogó a mi abuela para que me dejara venir a Londres. Digamos que la reina piensa que la persona que me cuida es él.
La monarca mayor quería enviarme a vivir a África, pero Liam logro traerme hasta aquí. Con los únicos que puedo ser yo misma es con mi hermano y con él.
—Amaya, no seas exagerada nos vimos en Alemania la noche antes de tu viaje —golpeo su hombro y comienzo a sentir ciertas miradas en nosotros. No voy a voltear, no voy a voltear... Oh, Thomas se ríe del señor ogro que frunce el ceño y el otro rubio que parece jefe los está reprendiendo—. Estas hermosa. Oye, Beca me comentó que estas encantada viviendo aquí —ironiza divertido.
—Liam, no te pases, mira que estas en mi lista real de color rojo —estallamos en una carcajada.
—A él no le dices señor —gruñen entre dientes, nos volteamos a ver al señor ogro—. A él lo llamas por su nombre y a mí me dices señor —ríe sin ganas el joven ogro.
¿Y a este qué mosca le picó? Aparece después de una semana donde las últimas horas antes de salir del apartamento fue de silencio puro y ahora me habla para reclamarme.
«Pues te aguantas mira que bastante mal me tratas como para que merezcas que diga tu nombre», molesta pensé.
—Disculpe si lo he incomodado, señor —me fulmina con la mirada y suspira fuertemente—. Liam es mi caballero real y una persona especial para mí, en cambio usted es... un adulto mayor que merece respeto —los tres hombres se ríen y el ogro se levanta molesto.
—No me equivoque sigues siendo una infantil, niña —se acerca hasta mí—. Toma, aquí está el pago que Sean debía darte. Ahora te puedes retirar y si quieres te llevas a Liam, aquí a ninguno de los dos los necesitamos.
¿Por qué está molesto ahora? Este hombre le va a dar una ulcera con tanta rabia.
Me despedí de todos y salí hecha una furia de esa oficina. No entiendo que le pasa, él si me puede tratar mal, pero yo no puedo responderle de la misma manera.
Lo admito, lo de la pintura no fue normal, estuvo tal vez un poco mal, pero él se lo buscó y hoy solo saludé a mi buen amigo.
¡No hice nada para que me tratara así!
*****
Llegue a casa las siete y vi que ya estaba ahí, lo ignore y fui directo a tomar un baño. Al salir del proceso que es bañarse en este hogar, noté que seguía en la cocina. Eso quiere decir que debo esperar mi turno para hacer la cena.
—El plomero no pudo venir a colocar la ducha así que vendrá otro en unos días —me habla mientras me siento en el sofá, asentí y encendí la televisión—. Liam es mayor que tú, debes tener cuidado si desean tener una relación —me volteo de golpe y lo miro horrorizada—. No quiero que venga protección social a meterme a la cárcel por ser cómplice de un asaltador de menores.
Por un momento pensé que él podía hablar sin atacarme. Ay, señor ogro, definitivamente usted es un imbécil. Deseo decir lo que realmente pienso de él, gritarlo, golpearlo, lanzarlo desde la terraza, pero no puedo.
Fui educada para quedarme callada.
¡Como odio a los monarcas y sus estúpidos protocolos de ser perfectos ante el mundo!
—No se preocupe, él me protegería de lo que fuera que me ponga en peligro —es verdad, para Liam soy como su hermanita menor.
Su semblante se endurece, sus ojos fríos me estudian y se sirve en su plato lo que cocinaba. Empieza a caminar a su habitación él siempre come aquí, pero a mí me prohibió comer fuera de la mía.
—Te dije que no me importa lo que hagas con tu vida. No me des explicaciones innecesarias, y también te dije que tu respiración y presencia no se sintieran, pero por lo visto no entendiste —parpadeo varias veces sin moverme, mi actitud tranquila lo molesta aún más, lo sé—. Cuando yo esté en mi casa no te aparezcas frente a mí, tú presencia me da dolor de bolas. Acata las reglas, o si no vete con Liam —me exige furioso para luego desaparecer del lugar.
¿Qué le hice? ¿Qué fue lo grave que le hice? No entiendo.
Siempre discutimos, en estas últimas semanas esta casa ha sido un ring de peleas. Lo trato con respeto para vivir en armonía y ni siquiera le discuto cuando debería hacerlo, pero para el todo lo hago mal. Me odia, no me soporta, no intenta ser mi amigo para el soy una molestia.
Debe ser el nieto perdido de la reina, son tal para cual. Para ellos nada hago bien y al final del día la culpa cae en mí. Beca tenía razón, Matthew Bennett exaspera a los que están a su alrededor.
¿Quieres que me vaya? Lo haré, te daré el gusto, pero antes me vas a conocer y te voy hacer la vida imposible.
Cada día el ogro me odia más y me soporta menos. No sé qué hacer para llevar las cosas bien entre nosotros. Como princesa debo buscar la paz, pero como ser humano ideare algún plan para sobrevivir. Señor ogro, prepárese que esto apenas comienza.ente pienso de él, gritarlo, golpearlo, lanzarlo desde la terraza, pero no puedo. Fui educada para quedarme callada.
¡Como odio a los monarcas y sus estúpidos protocolos de ser perfectos ante el mundo!
—No se preocupe, él me protegería de lo que fuera que me ponga en peligro —es verdad, para Liam soy como su hermanita menor. Su semblante se endurece, sus ojos fríos me estudian y se sirve en su plato lo que cocinaba. Empieza a caminar a su habitación, nunca come aquí, pero a mí me prohibió comer fuera de la mía.
—Te dije, no me importa lo que hagas con tú vida. No me des explicaciones innecesarias, y también te dije que tu respiración y presencia no se sintieran, pero por lo visto no entendiste —parpadeo varias veces sin moverme. Mi actitud "tranquila" lo molesta aún más, lo sé—. Cuando yo esté en mi casa no te aparezcas frente a mí, tú presencia me da dolor de bolas. Acata las reglas, o si no vete con Liam —me exige furioso para luego desaparecer del lugar.
¿Qué le hice? No entiendo ¿Qué fue lo grave que le hice?
Siempre discutimos, en estas últimas semanas esta casa ha sido un ring de peleas. Lo trato con respeto para vivir en armonía, ni si quiera le discuto cuando debería hacerlo, pero para el todo lo hago mal. Me odia, no me soporta, no intenta ser mi amigo para el soy una molestia.
Debe ser el nieto perdido de la reina, son tal para cual. Para ellos nada hago bien y al final del día la culpa cae en mí. Beca tenía razón. Matthew Bennett exaspera a los que están a su alrededor.
¿Quieres que me vaya? Lo haré, te daré el gusto, pero antes me vas a conocer, te voy hacer la vida imposible.
Cada día el ogro me odia más y me soporta menos. No sé qué hacer para llevar las cosas bien entre nosotros. Como princesa debo buscar la paz, pero como ser humano ideare algún plan para sobrevivir.
Señor ogro, prepárese que esto apenas comienza.