Hans esperó impaciente durante el trayecto del elevador, quería ver a Emily, aunque solo fuese ahí sentada en su escritorio sumergida en su trabajo. Las puertas del elevador se abrieron y caminó a paso agigantado hacia la oficina central, Amelie se levantó a toda prisa y le mostró una de las sonrisas que tenía para él.
—Buenas tardes, señor…—Hans se detuvo frente al escritorio y levantó una mano para que se detuviera.
—Estás despedida. —Amelie abrió sus ojos de par en par en shock.
—Pero señor…—él afirmó lentamente.
—Estás despedida. —remarcó en un tono cargado de frialdad. Puso ambas manos con las palmas abiertas y las descansó sobre la superficie del escritorio, Amelie estaba congelada en su lugar con el corazón latiendo a toda prisa. —No permito que en mi hotel se hostigue entre emp
