Emily, finalmente se controló, Hans le había dado privacidad cuando ella se escabulló de nuevo a la habitación pidiendo disculpas, ella pensó miles de cosas, las imágenes de las pesadillas volvían una y otra vez a su cabeza, después de un par de minutos tocaron a la puerta, Emily se levantó y abrió poco a poco la puerta asomando su rostro pálido. Era Hans. Hans notó en su mirada… Vergüenza. ―Aquí está tu vestido, lo han traído ya limpio. ―ella le agradeció con la mirada y un movimiento de su barbilla, aceptando lo que él le estaba entregando. ―Han traído el desayuno antes de tiempo, así que…―Emily no había prestado atención a las tripas crujiendo por hambre, se sonrojó poco a poco pensando que eso no había escuchado Hans, pero al ver que presionó sus labios para ocultar la incomodidad,

