Emily se perdió por un momento en la mirada de Hans al escucharlo decir que los dos besos anteriores en su suite… No eran un error.
Sus dedos jugaron nerviosamente con los botones de su blusa del pijama, usaba un pantalón a juego en un color rojo, sangre y estaba descalza, se llevó un largo mechón detrás de la oreja por el nervio de tener a Hans frente a ella, en su habitación, en su privacidad.
― ¿No son un error? ¿El qué el jefe y su empleada se besen no ha sido un error? ―quería aclararle a Hans lo que realmente eran.
―Sé lo que intentas, Emily. ―dijo Hans en un tono bajo y acusador.
―No intento nada, solo tiene que entender que no se debió cruzar la línea, no sé ni cómo he llegado a esta situación con usted. ―Hans alzó sus cejas.
― ¿«Situación»? ―preguntó Hans.
―Sí, hemos…―Emily
