CAPÍTULO 1

1206 Words
—Andy— mi mamá me llamó. Me encontraba perdido en mis pensamientos. Volteé a verla y esperé a que hablara —Termina tu desayuno, vas retrasado con diez minutos. —Si— asentí y luego continue comiendo. En cuanto termine me puse de pie y fui a tomar mis cosas para poder ir a la preparatoria —Cariño, recuerda que hoy te necesito en la florería. —Ahí estaré— me acerqué a ella para darle un abrazo —Te veré más tarde— me aparté de ella y caminé a la puerta. Salí del apartamento y luego me coloqué los audífonos para escuchar mi música favorita. Cuando llegue a la escuela entre al edificio y luego me dirigí a mi casillero para dejar mis cosas y solo llevar las de la primeras clases. Pero cuando menos lo esperé ese chico estúpido ya se encontraba al lado de mi. —Hola, idiota— comenzó a molestarme como cada día. —Un gusto verte— cerré mi casillero y comencé a caminar en dirección al aula. Anteriormente si ese chico me molestaba yo iría corriendo al baño y me encerraría en un cubículo para llorar durante toda la mañana, pero ahora he aprendido a no tomarle importancia a sus insultos. En cuanto entre fui a tomar mi lugar. Siempre me sentaba en una de las sillas junto a la ventana y al lado de mi siempre se sienta el odioso de Simón. Cuando éramos niños siempre fuimos cercanos, pero cuando entramos a preparatoria el comenzó a salir con esos chicos molestos que lo único que saben es fumar y saltarse las clases. —Bien muchachos— habló el profesor en cuanto entró al aula. —Tomen asiento que la clase está por comenzar. La primera clase del día de hoy era álgebra, algo complicado, pero no para mi. Me había estudiado todo el libro de álgebra que mi madre tenía en el librero del apartamento. Después de la clase de álgebra siguió una de Biología, la siguiente fue arte y después de cuatro horas llegó mi hora feliz, media hora de receso. En cuanto la campana sonó me levante de mi asiento, tome mis cosas y las llevé al casillero. Después, llevando solo mi libro y mis audífonos con mi celular, camine hasta las gradas del campo de fútbol en el que todos los f**k boys de la escuela se la pasaban jugando y entrenando para la competencia de cada año. Me senté en el lugar más apartado y me coloqué los audífonos para escuchar música y no esa desafinada e irritante porra de las animadoras del equipo, abrí el libro en la parte donde lo había dejado y comencé a leer. Di un suspiro cuando mi música se interrumpió gracias a que la alarma que había puesto comenzó a sonar. Era de ese tipo de personas que odiaba llegar impuntual así que el tiempo que me haría en regresar al aula era entre cinco a siete minutos. Me puse de pie y luego regrese al casillero para tomar mis cosas y dejar el libro que continuaría leyendo al día siguiente. Cuando llegue al aula tome asiento y esperé a que el profesor llegara. —Buen día jóvenes— saludó la profesora —Como bien saben los exámenes finales están por comenzar y eso solo significa una cosa— caminó hasta el escritorio —¡Así es!— nos miró a todos —las tareas y proyectos— dio media vuelta y comenzó a escribir en la pizarra —Este semestre no será la excepción y ya que es el último semestre he decidido que mi proyecto final lo hagan en parejas y como sé cómo trabajan yo misma las haré. Me agradaba esta profesora, sus clases siempre fueron interesantes y entretenidas. Su único "defecto", si podía llamarlo de esa forma, era que siempre me hacía hacer los trabajos con Simón, aunque tengo que admitir que ella no es la única que me hace trabajar con él. Al principio fue difícil trabajar con él, pero con el tiempo me acople a su estilo de trabajo. La mayoría de los alumnos se quejaron, pero para ser sincero a mi no me importa con quien esté emparejado. Siempre y cuando sea una persona responsable y comprometida con los trabajos escolares todo está bien para mi. La profesora asignó las parejas y como me lo temía ella me emparejo con Simón, creo que era demasiado obvio si hacía los equipos conforme el número de lista. Su apellido es Williams y el mío Wilson y eso siempre me ha convertido en el último en la lista. Aunque no me quejo ya que siempre soy el último en pasar a revisar tareas y proyectos. La profesora continuó su clase y explicó más a detalle lo que teníamos que hacer. Era un ensayo sobre la colonización y ese era uno de mis temas favoritos. Al término de la clase tome mis cosas y antes de salir del aula le entregue a Simón una hoja donde estaba escrito todo lo que tenía que investigar. —Trae está investigación para mañana si quieres tener calificación— dije antes de salir. Regrese al apartamento para poder cambiarme el uniforme. Seleccione la enorme sudadera que me pondría, me gustaba vestir overzice, eso me hacía ver más grande ya que en serio parecía un espagueti. Me decidí en ponerme una sudadera negra, con unos pants del mismo color y mis únicos tenis que tenía. Los amaba y los utilizaba para todo, excepto para el uniforme escolar ya que para eso tenía los zapatos que mi mamá me regaló la navidad pasada. Tome mis auriculares y mi celular, también tome mi mochila y salí apurado del apartamento ya que estaba retrasado por cuatro minutos. Al llegar a la florería, la cual no se encontraba tan lejos del lugar en el que vivíamos mi madre y yo, abrí la puerta y la pequeña campanita sonó. Todos los que ahí se encontraban voltearon a verme y me di cuenta que Susan, la mejor amiga de mamá, estaba ahí con su queridísimo hijo Simón. —Cariño, que bueno que llegas— se acercó a mi y me dio un abrazo. Yo le correspondí y le di una sonrisa —¿Irás a comer con la señora Susan de nuevo? —Es nuestra tarde de chicas, muchacho— la señora Susan se acercó a mi y también me dio un abrazo —Estos niños crecen demasiado rápido. Recuerdo cuando eras así de pequeñito— señaló la estatura con su mano. Yo solo sonreí ligeramente —Entonces nos les quitaré mas su tiempo y vallan a esa tarde de chicas que bien merecida se la tienen. —Si, solo que el día de hoy mi hijo Simon se quedara para ayudarte— dijo la señora Susan. —No es necesario, señora. No creo que sea un trabajo para él. —Nada de eso, muchacho. Él se quedará aquí contigo porque me debe un favor. —Entonces adelante, cuidaré bien de la tienda. —Así será— dijo mi madre —Cierra la tienda a las ocho y te veré en casa. —Si ma. Ve con cuidado— sonreí mientras la veía salir.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD