Cinco

2377 Words
Era extraño cuando todo se encontraba apagado, silencioso y solitario en la mansión, y cada que pasaba eso, sucedían cosas que los dejaban mudos y extraños. La última vez que sucedió una situación como esta fue cuando la familia se enteró que Jaylen andaba en peleas clandestinas en lugares de mala muerte. No fue sorpresa para ninguno, pero para mí sí. Aunque se podría deducir fácilmente que Jaylen estuviera involucrado en cosas así. Tenía ese aire, pero igual era un buen chico. Quizás con anterioridad había sucedido lo mismo que ya ni les sorprendía, sin embargo, fue como otro balde de agua fría para Robert y Jana. Y era que ellos siendo unas personas autoritarias, no se esperaban que sus hijos les salieran con algo como aquello, pero bueno, nada era perfecto. A pesar de que no se había perdido el control, Jana intentó llevar las cosas con paciencia y en calma, pero solo Dios supo qué en realidad sucedió en ese entonces con aquél muchacho. Ahora sucedía lo mismo con lo que había pasado hace ya dos semanas. Todo se encontraba raro y pues, no era de esperarse de que luego de un atentado todo seguiría en calma. Nadie se lo esperaba. La seguridad en la mansión había aumentado el doble, habían nuevas reglas y el personal dentro de la casa había sido reducido. Todos nos encontrábamos ocupados y preocupados por lo mismo. El señor Robert se mantenía ocupado en su despacho por horas y cuando salía, regresaba a altas horas de la noche. La señora Jana estaba ansiosa y se la pasaba encerrada en su habitación, sólo salía en momentos de comer y cosas así. Incluso pospuso sus salidas al consultorio por unos días más. Pero trataba de que todo siguiera normal, la misma rutina de siempre. Y por otra parte, los tres hermanos se mantenían ocupados en sus cosas. Jaden comenzó la universidad conmigo pero en diferente facultad. Él se había ido por el lado de la criminología y al parecer parecía gustarle mucho. Un poco soso en mí opinión, pero me alegraba por él. Jaylen, pues, también “estudiaba" pero sabía que solo era una excusa para salir de la casa aunque éste sería su último año. Él estaba en mí misma facultad, la de filosofía y letras, pero él se inclinaba más a lo primero, yo a lo segundo con Danna. Sin embargo, creo que compartíamos al menos una sola clase a la semana Claro está que esto me sorprendió, pero no pensé que se lo tomaran tan apecho como si alguien hubiera muerto. Alisa, fue un atentado, un claro aviso de que se acerca algo muy peligroso y que sí puede terminar en muerte. De acuerdo, disculpen mi ignorancia, es cierto, así que me pongo en su lugar. — ¿Entonces me dices que Jayden, ese magnífico hombre, es un pesado? —pregunto incrédula Danna, mirándome como si estuviese loca—. Me vas a disculpar, Alis, pero el atentado también te dejó un poco turuleca. Reí un poco y tomé de mi batido de fresa. —Solo digo mi punto de vista, no lo sé, quizás porque no lo veo con los mismos ojos que tú y las tantísimas chicas que babean por él. — ¿Bromeas?, pero si él es un papucho. Inteligente, divino, caballeroso, trabajador, ¡Y ama a su familia! —revoleteo sus pestañas mirándome indignada. Ella me repetía tantas veces la suerte de haberme unido a la familia Jones y también de que ellos tuvieran a alguien como yo. Pero sabía que se inclinaba más en la parte de vivir con los tres hermanos más guapos y reconocidos de la ciudad. Pero a pesar de todo, siempre a estado conmigo y no por querer tener la oportunidad de acercarseles a ellos. Porque sí, hubo un caso similar a ello. A Danna Rose la conocí hace dos años en el parque de Derment cuando caminaba y me vió con lágrimas en los ojos, a lo lejos todavía estaba el grupo de chicas que me habían humillado y en un acto sorprendente para mí, me abrazó, musitando un “ellas son unas perras envidiosas y tú un poco pendeja para no devolverles un guantazo". Sí, algo todo natural, pero desde ese momento nos volvimos inseparables. Ella era una morena sumamente atractiva, a veces envidiaba su piel trigueña y las curvas tan pronunciadas que tenía. Su cabello era lacio y se cargaba unos ojazos cafés que engatuzaban a los hombres. —Seguramente debe haber algo, un pero, ¿Verdad? —Hmm, puede ser... —Asi como por ejemplo, de que está... muy bueno —me miró sigilosamente alzando y bajando sus cejas en un baile. —Ah, mira, ahí viene —el cambio repentino causó que me mirara frustrada y girara a la misma dirección que yo. Entrando con una radiante sonrisa y luciendo impecable y relajado a la vez, venía Jaden saludando a las chicas y chicos a su paso con su auténtica amabilidad y frescura. Dejando a más de una con las bocas abiertas y mirándolo facisnadas. Y yo, pues, ya estaba acostumbrada a que mi mejor amigo fuera popular. — ¿Son ideas mías o cada que veo entrar a Jaden lo veo en cámara lenta y con una música divertida de fondo? Así tipo película —murmuro a mí lado y yo quise negar, pero era verdad y no sabía cómo. Es que somos nosotras las que le ponemos emoción a sus entradas, queridas. Okey, deja de hacer tanto alboroto. —No, es cierto... —dije en el mismo tono que ella y justo el muchacho hizo acto de presencia en nuestra mesa. — ¡Mis chicas! ¿Cómo están esos ánimos? —saludo divertido. — ¿Qué hay, Jadi? —la morena lo llamó por su sobrenombre y él arrugó la nariz. —Me caías bien, Danni —la miró de arriba abajo y ella se hizo la mosquita muerta—. Whoa, las vacaciones te sentaron bien, ¿no? Uh... Solo esperen un poco más. —Lo sé, Jadi, siempre hay que mantenerse —también lo reparó—. Y veo que a ti también te sentaron muy bien. —Las chicas siempre tendrán que ver algo que les alegre el día, ya sabes —dijo con arrogancia y las dos rodamos los ojos. —Sí, ya lo veo—todo encanto en su cara desapareció y sabía que solo estaba actuando ser simpática—. De acuerdo ¿De qué hablabamos, Alis? —Oh vamos, nena, ¡Hice mi mejor intento! Podía decir que ellos tenían una relación un poco extraña, pero entre nos, se coqueteban inevitablemente, y luego terminaban con que Danna se hastiaba de algo arrogante que él dijera. Creo que en el fondo ella busca algo en Jaden, y cuando piensa que ya lo tendrá, hay algo que la desilusiona. No había tocado a fondo ese tema con ella. —Alis... —No sé, no me metan en sus problemas —me encogí de hombros ante él. —Tengo mucha hambre —y comió de mi dona. —En fin, ¿Y Jaylen? —ella cambió la conversación. El menor se rindió y tomó asiento a su lado, robándole un poco de su malteada. —No me extraña que no haya llegado —dije comiendo un poco de mi dona de chocolate, un perfecto desayuno que me alegrará el día. —Seguro está en su mundo. —Sí, seguro... —Retiro lo dicho. Al mirar nuevamente la entrada, el chico venía entrando con su cara de culo, pero aún así llamando la atención como siempre. Venía vestido de n***o, su color favorito, haciéndolo lucir más alto de lo que era y más de ese estilo de badboy, dándole ese toque misterioso y peligroso. Pero su cara tallada como los mismos ángeles, al igual que sus hermanos, le daban ese toque de jugartela toda por descubrir quién en realidad era él. Arraigando a su paso con aquellos ojazos azules pero intimidadores. Él era todo lo contrario a Jaden, no saludaba a las personas que pasaban a su lado, ni miraba a las chicas que lo observaban con picardía y extrañesa, pero aún así venía siendo popular por su apellido. Cosa que a él no parecía agradarle en nada. —Ni para comer adecuadamente sirves —una pequeña pero diminuta sonrisa se asomó en sus labios, y se fue tan rápido como lo noté. —Buen día para ti también, Jaylen —dije relamiendome los labios y viendo como se sentaba a mí lado, obviando que le gustaba recordarme las cosas que hacía mal—. ¿Te caíste de la cama? —Era llegar temprano o tener que ser perseguido por todos lados por la caminiota negra que papá cree que no me di cuenta para que nos escoltara. —Whoa, ¿En serio? —musito mi amiga. —Pensé que había sido el único que lo había notado —dijo el otro, extrañado. —Es muy evidente. —y luego me miraron a mí, como si esperaran algo. — ¿Qué? —sentí mis mejillas sonrosarse. —No la culpo, pueden robar un banco tipo La Casa de Papel y tú vas pasando por la acera y ni cuentas te das —murmuro el pelinegro y le di un pequeño empujón que no lo tambaleó en nada. Es más, ni se inmutó. —Sí, eso sería tan Alis... —dijo la chica a mí lado. —Ni cuenta me había dado, ¿Vale? Al menos gracias por avisarme. —Ya sabes, no hagas nada ilegal que te vigilan, eh —bromeo el menor. —Ni al caso, yo ni siquiera salgo tan seguido como ustedes —al final me incliné más hacia Jaylen. Él salía a toda hora si era posible y nadie sabía de su paradero. Se escapaba y de igual manera no le importaba mucho que sus padres lo vieran porque ya estaban acostumbrados de ello, pero claro, asegurándose de que todo estuviera en orden. —Demonios —murmuro Jaden y todos los miramos sin entender, pero luego comprendí cuando todo el Starbucks quedó en silencio y no fue por nada más ni nada menos que por la presencia de Jayden, alias, el pesado. — ¿Qué hace él aquí? —farfullo Jaylen con su característico humor desagradable. —Oh, por Dios... —susurro boquiabierta la morena. De manera impredecible, todo los que estaban allí, incluso las chicas que atendían, se quedaron mirándo al chico que entraba con un traje de punta a punta color n***o, cabello angominado y con una expresión neutra en el rostro, dirigiéndose a nuestra mesa, pero ¿adivinen qué? Todo en cámara lenta. Parecía todo un empresario con ese esmoquín, e indudablemente guapo. Es más, juraba ver como se le caía la baba a a las chicas. Incluso a la morena que estaba a mi lado. Era envidiable que causara tanto al entrar en un lugar, pero es que los genes de los Jones eran una cosa magnífica, sí señor. De todos modos no le quitaba el que fuera todo un pesado. Pero admite que te hace destrozar hasta la médula con lo sexy que es. —Dejen de ser tan despistados y por favor recuerden su desayuno que a mamá casi le da una crisis —colocó una bolsa en la mesa muy bien amarrada. Su perfume varonil dejó la mesa impregnada. —Que agradable tenerte por aquí, hermanito —dijo un Jaden sonriente, mientras que el otro solo se limitó a mirarlo de pies a cabeza, al igual que yo. — ¿Entonces es aquí donde estudian? —miro al gran ventanal que daba todo el patio y a una distancia no tan lejana los alumnos entraban a la universidad—. No ha cambiado casi nada... — ¿Estudiaste aquí? —habló la chica, captando la atención de todos—. Mucho gusto, soy Danna, hermana de James Rose... — ¿Todavía James sigue amargando al mundo? Que maravilla, tanto sin saber de él —estrecharon manos, pero él todo con un toque profesional—. Jayden Jones, creo haberte visto cuando me la pasaba jugando al básquet con tú hermano. Y fue así como sentí invisible y aquellos dos hablaban de que James trabajaba fuera de la cuidad y que tenía un poco más de tres años sin verse. Incluso Jaden se incluía en la conversación porque bien que lo conocía, sin embargo, el otro chico y yo nos manteniamos callados. Creo que por esa razón Jaylen me caía bien a pesar de su actitud, yo era un poco parecida a él. — ¿Se te a comido la lengua el gato? —prrgunto de repente, y quedé un poco descolocada con mi dona a la mitad cuando su atención recayó en mí, mirándome un poco divertido. —Ehh... ¿Hola? Jaylen —dije pareciendo amable. —Creo que tienes aquí... —señalo su cara. Sus ojos azules eran penetrantes y creo que él notó que su mirada tan profunda me intimidaba. No sé que tenían, pero me ponía un poco nerviosa y él lo sabía. —Oh —traté de limpiarme, pero en un movimiento, ya tenía su dedo cerca de mi cara limpiandome el labio inferior con la servilleta. ¿Qué? ¿Cómo es que se respira? —Creo que eres un poco lenta —murmuró al ver mi cara de sorpresa por lo que había hecho y se separó de la mesa—. Tengo que cuidar y atender a nuestra hermanita pequeña, ¿No? Este hombre quiere que nos dé tres infartos aquí. Ave María purísima... —Así es Alis, hermanito. —Jaden creo que fue el único que no notó lo que acababa de suceder, pero de todas maneras traté de disimular el cosquilleo que sentí en el vientre con su tacto en mi labio. Danna incluso me dió un golpecito con la rodilla, ella también notó ese pequeño atrevimiento. —Sí, ya veo... En fin, nos vemos en otro momento. Y se retiró dejándonos solos no sin antes llevarse nuevamente las miradas de todos. —Amiga... —Sí, yo también quedé igual —le murmuré y las dos disimulamos. Que tensión...
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