Tres

1250 Words
No era sorpresa para todos que cuando la señora Jana Jones planeaba cualquier tipo de celebración votaba la casa por la ventana, y hoy siendo un día importante para todos, quiso deslumbrarnos con toda la organización y decoración de la reunión familiar planeada por ella. La mansión se encontraba impecable como siempre, los lujos de cada rincón de la enorme casa brillaban y el piso de porcelana estaba muy bien pulido, dándole un toque espeluznante por no querer ensuciar nada. El salón luminoso estaba repleto de personas cercanas a la familia y un gran telón de color rojo daba la bienvenida a los invitados con unas letras doradas brillantes. La música de Jazz de fondo le daba un toque tranquilo y llevadero. Los del servicio paseaban de lado a lado con copas de Champagne y aperitivos. Había pequeñas luces en el techo de color blanco y rojo opaco, de mis favoritos, dándole un estilo más sofisticado. La enorme pared de vidrio que daba vista al gran jardín bien cuidado, dejando ver la piscina y la luna llena estaba ayudando para una mejor vista. Todo estaba perfecto; impecable. —Cariño, estás preciosa —habló Jana, con aquella voz maternal que tanto me gustaba y me hacia sentir cómoda—. Vamos, te estamos esperando para la cena. Le regalé un sonrisa y la seguí hacia el comedor privado. Los demás invitados se encontraban siendo atendidos por los de servicio así que no había de que preocuparse. Al llegar al comedor, todos estaban sentados en su respectivos lugares. El señor Robert Jones encabezada la mesa y su esposa también. A los lados se encontraba Laila junto a Jaden y en el otro estábamos Jaylen y yo, que por cierto, sólo me había regalado una pequeña sonrisa cuando me miró enfundada en aquél vestido rojo. Pero algo había cambiado en la mesa, habían dos sillas nuevas más, uno en el lado de Jaden y otra a mi lado. ¿Por qué habría de haber dos sillas en vez de una? —En la otra se sentará la novia de mi hijo Jayden, Alis —me aclaró Robert, sonriendo cálidamente y recordándome el sobrenombre que me había puesto, como si hubiera leído mis pensamientos. Si, bueno, a veces era un tanto expresiva. Mi mirada fue a parar a la de Laila y ésta frunció su ceño. — ¿Con que Jay-Jay tiene novia? Jana rió en lo bajo y negó con la cabeza ante el sobrenombre. —Sí, y ya era hora, pensé que me había salido gay el muchacho —habló Jaden, bebiendo de su copa relajadamente. Le lancé una mirada reprobatoria. — ¿Y el ser homosexual es algo malo? —ennarqué una ceja y me preparé para tener una extensa conversación y dejarle las cosas claras. No se trataba de defender a su hermano o algo por el estilo, me valía si era o no, sólo que no estaba de acuerdo con que las personas calificaran ser homosexual con algo malo. —Y aquí vamos de nuevo... —murmuró Jaylen en un tono fastidiado y cansado mientras jugaba con una servilleta. Laila suspiró y Robert observó a Jaden acusadoramente. Jaden abrió sus ojos como platos y pude ver como tragaba saliva mientras negaba rápidamente con su cabeza. Todos los de ésta mesa sabían que esto era unos de mis temas favoritos por debatir y discutir hasta arrancar un par de pelos si es posible, por la tanto siempre trataban de no tocarme aquella pulla que me hacía estallar. Si saben como soy, ¿para qué me incitan?  —Alis, bebé, no quise decir eso... —dijo rápidamente viéndome con ojos de cachorro regañado. —Pues me alegra, a la próxima te escupiré el otro... —Lo siento, hermanito, pero no es de mi preferencia los pepinos, me gustan más los melones —una voz gruesa y varonil habló a mis espaldas, causandome escalofríos. Los pasos resonaron más cerca hasta que llegó a mi lado, arrimó un poco la silla y se sentó. Una fragancia varonil inundo mis fosas nasales, casi hasta estuve apunto de estornudar—. Y creo que cada quién es dueño de su propio parecer, no digo que esté mal que trates de cambiar la opinión de las personas, pero te aseguro que habrá otras que no les agradará que trates de doblegarlas por algo que consideren malo, te recomiendo algo, aveces es bueno morderse la lengua, querida —y soltó una pequeña risa maliciosa que no me agradó en nada. Silencio absoluto. —Ah y, buenas noches familia, los extrañé. Otro minuto de silencio, hasta que... — ¡Jayden, cariño! —exclamó Jana, levantándose de su puesto para abrazarlo entusiasmada. Y luego fueron levantándose uno por uno hasta que los únicos que quedamos observando la escena fuimos Jaylen y yo. Quería gritar, Dios mio, sí. Pero hice justamente lo que él me dijo, y no lo hice para darle el gusto, claro que no, lo hice para no sacarle en cara lo déspota que había sonado y por no querer arruinar el momento familiar. Porque vale, tenía razón, aveces es bueno seguir de largo y no querer justificar nada, porque en el mundo habían muchas personas ignorantes. Pero fue en la manera en que lo dijo, como si tratara de aclararme que sólo era una niñata que apoyaba un movimiento por diversión y no por razón común. —Hey, Jaylen —llamó, captando la atención de los dos. Ahora que lo detallaba bien, se veía muy joven como para toda esa actitud arrogante de hombre de cuarenta años. De seguro ni pasaba de los veinticinco. Era muy alto, creo que me sacaba tres cabezas. Cabello n***o con ondas, ni tan largo ni tan corto. Su piel parecía de porcelana, tanto que hasta me daba envidia no poder encontrarle ni un granito en su perfecta cara. Sus iris eran de un color extraño, de un azúl profundo grisáceo, muy atrapantes e inquietantes. No había rastro de barba en su piel y tenía unos labios muy, muy tentadores. Lo admitía, sí que estaba jodidamente guapo, pero tanta belleza no le quitaba esa cara de malicia. — ¿No le darás un abrazo a tu jodido hermano? —dijo mientras lo miraba desafiante y divertido. Noté a Jaylen tensarse a mi lado, pero luego de unos minutos como si estuviera debatiéndose en lo que haría, se levantó y los dos se dieron un pequeño apretón de brazos que me resultó extraño. —Yo también te extrañé —corto y preciso, como siempre hablaba. —Hijo, ¿dónde está tú acompañante? —preguntó el señor Robert, viendo que nadie más tenía intensión de entrar al comedor. —Tuvo que irse, se le presentó una emergencia —dijo con un poco de pena, para luego volverse hacia mí y extender su mano—. Un gusto poder conocerte Alisa, me han hablado muy bien de ti, pero no imaginé que fueras una mini lavagirl. — ¿Lava qué? —preguntó Laila, aguantando la risa. —No me imaginé que fueras así de pelirroja, y en realidad, no me gustan las pelirrojas —hizo una mueca de pesar. —El gusto es mío Jayden —estreché mi mano con la suya, manteniéndome lo más seria posible—. La verdad no pensé que fueras así tan déspota y egocéntrico, pero claro, espero que nos llevemos bien. —Por cierto, feliz cumpleaños. Y ese señoras y señores, era el idiota de Jayden Jones.
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