Antes, Jazmín pensó que esas palabras harían
que Natalia entrara en un ataque de ira. Pero para
su sorpresa, en realidad le sonrió y le contestó
amablemente:
-Gracias por tu preocupación. Todos estamos
bien.
Sin conseguir provocar a su hermanastra, Jazmín
enarcó una ceja y continuó burlándose:
-Has pasado de ser la hija de una familia rica a
una vagabunda de la noche a la mañana. Ahora te
vistes con ropa barata y tienes un trabajo humilde.
¿De verdad crees que te voy a creer cuando dices
que te va bien?
A pesar del desprecio que acompañaba a sus
burlas, Jazmín no pudo ocultar los celos que
brillaban en sus ojos.
La razón de su envidia era que Natalia no parecía
ni un poco derrotada. Al contrario, pensó que la
forma en que se comportaba ahora era incluso
más segura y elegante que antes. Jazmín podía
ver lo impecable que era la piel de Natalia, incluso
sin ningún tipo de maquillaje en la cara. Todo eso
se combinaba para darle un aspecto aún más
juvenil, ya que tenía una especie de brillo interior.
Era el tipo de aspecto que el dinero no podía
comprar. Incluso con su rostro fuertemente
maquillado, no había forma de que Jazmín
pudiera eclipsar la belleza de Natalia.
Además, Natalia se limitó a sonreír en respuesta a
los insultos de Jazmín sin decir una sola palabra.
Su sonrisa era tan segura que la hizo sentir muy
inquieta.
-¿Por qué sonríes? -preguntó Jazmín.
-No es mucho. Sólo estaba pensando en que
deberías dedicar tu tiempo a idear más diseños
en lugar de quedarte aquí compadeciéndote de ,
m1.
Aunque Natalia había estado en el extranjero
durante los últimos años, se había enterado de
algunos de los rumores que corrían por la
industria de la moda, rumores sobre lo que
Jazmín había estado haciendo.
Mirando a Jazmín, que en ese momento echaba
humo por la ira, Natalia sabía que sus palabras
habían dado en un punto sensible con su
hermanastra.
-¡Tú! -gritó Jazmín mientras cerraba los dedos ,..,
en un puno.
Al mismo tiempo, una voz infantil gritó
dulcemente:
-¡Mamá! Mami.
Desde el otro extremo del pasillo, dos niños
pequeños aparecieron de repente de la nada.
Eran un par de gemelos, un niño y una niña. Al oír
que sus bebés la llamaban, Natalia no perdió más
tiempo discutiendo con Jazmín. Pasó junto a su
hermanastra y se dirigió hacia los niños.
La menor de las dos, Silvia, se abalanzó hacia su
madre y le dijo:
-Mami, la tía Joana te está buscando.
-Muy bien. Vamos a buscarla entonces. -Natalia
acarició el suave y sedoso cabello de su hija.
Agarrando a una niña con cada mano, las condujo
lejos de aquel lugar.
Mientras tanto, Jazmín miraba a las dos niñas
muy sorprendida mientras veía a Natalia alejarse.
«Hacía varios años que no nos veíamos, pero
¿ahora tiene hijos?»
El chico, Claudia, se giró de repente para mirar a
Jazmín, y sus oscuros ojos se fijaron en los de
ella. Aquella mirada era tan intensa y familiar que
ella respiró con fuerza al darse cuenta.
«Su rostro ... ¡es casi idéntico al de Hugo! De
hecho, ¡esa mirada suya es igual! ¿No me digas
que estos niños son suyos?»
El color se le fue de la cara al pensarlo. No
esperaba que una noche fuera todo lo que
necesitara Natalia para quedarse embarazada.
Justo en ese momento, una ola de terror y
horror amenazaba con ahogarla. «Si Hugo es su
padre, ¡su mera existencia es una amenaza para
mí! No, ¡eso no puede ser cierto! ¡Tengo que llegar
al fondo de esto!»
Por un momento, el miedo y la ansiedad llenaron
su mente, abrumando todo su ser.
Inconscientemente, agarró su bolso con tanta
fuerza que sus dedos se pusieron blancos
mientras intentaba pensar qué hacer. Girando
sobre sí misma, estaba a punto de perseguir a
Natalia cuando el grito de Penélope la detuvo en
su camino.
-¡Jazmín, aquí estás! -Cuando Penélope se dio
cuenta de la cara pálida de Jazmín, miró
preocupada:
-¿Te encuentras mal?
-Estoy bien -respondió Jazmín con rigidez.
No quería que nadie más supiera lo que había
visto antes. Como Jazmín se negó a hablar,
Penélope dejó de lado el tema. Entonces recordó:
-Jazmín, esta noche hay una cena en la ciudad.
Si no nos vamos ahora, seguro que llegarás tarde.
Llegar al centro de la ciudad desde aquí llevaría
alrededor de una hora de viaje. Al oír eso, Jazmín
se sintió visiblemente descontenta de que su
asistente le diera
órdenes, por lo que espetó:
-¿Desde cuándo puedes decidir mi horario?
-El señor Thompson también va a estar allí -
añadió Penélope en tono exasperado, y Jazmín no
tuvo nada que decir en respuesta a eso.
Durante los últimos cinco años, se había
esforzado por mantener su imagen ante Hugo.
Por lo tanto, no permitiría que el más mínimo
defecto lo arruinara todo.
Después de sopesar los pros y los contras,
decidió que no merecía la pena. Apretó los
dientes mientras miraba en la dirección a la que
se dirigía Natalia.
«Me saldré con la mía, Natalia ... confía en mí. .. Lo
haré ... »
Unos segundos después, se marchó de mala gana
con Penélope.