Mientras los presentes estallaban en rumores y caos, Lucía recogió sus papeles con movimientos precisos. **Ya había logrado voltear el tablero a su favor. Ahora, el fiscal era el sospechoso.**
El murmullo de la sala se apagó tras ellos al salir al pasillo. Diego Mendoza escoltado por el Alguacil de la sala, alcanzó a Lucía con pasos rápidos, su voz entrecortada por la urgencia:
—**Señora LuciFer…** ¡Lo logró! ¡Lo logró!.
Ella giró, y por un segundo, la frialdad de su mirada se quebró al ver el brillo húmedo en los ojos de Diego. **había Fé.** Era lo único que le había faltado hasta hoy.
—Todavía no —respondió ella, pero le apretó el hombro con firmeza—. Pero ahora sí peleamos en igualdad.
Mark apareció a su lado como una sombra familiar, deslizándole el maletín sin romper el ritm
