El susurro de su vestido al rozar su pantalón, la forma en que sus miradas se encontraban y desviaban en el espejo del techo. "Alexander me advirtió que no dejara que pisara ningún charco", comentó Mark mientras el ascensor subía, haciendo que Lucía soltara una risa ahogada. "¿Y qué más te ordenó tu misterioso jefe?", preguntó ella, fingiendo un interés que no sentía, porque en ese momento solo podía pensar en lo cerca que estaban sus labios de la línea de su mandíbula. El *ding* del ascensor los sobresaltó, y al dar el primer paso hacia el pasillo, el vestido de Lucía se enredó en sus propios pies, haciéndola perder el equilibrio por segunda vez. Antes de que pudiera protestar, Mark la levantó en brazos con facilidad, como si su vestido de seda y encaje no pesara más que una pluma. "Est

