Las manos expertas de Gabriela ajustaban los alfileres en el tercer vestido cuando Lucía sintió esa punzada familiar en el pecho.
*¿Por qué seguía pensando en él?*
El vestido plateado le abrazaba las caderas con peligrosa precisión cuando la voz burlona de Vale la sacó de sus pensamientos:
—¿Todo está bien? —preguntó su amiga, sosteniendo un espejo de medio cuerpo—Acabas de ponerte roja como los claveles del jardín de mi abuela.
Lucía desvió la mirada.
—Solo... es calor —mintió, aunque sabía que no era el vestido lo que le quemaba la piel.
Vale sonrió con picardía:
—Claro, claro. El mismo "calor" que tenías cuando Mark destrozó mi puerta como todo un Agente Británico al mejor estilo de 'James Bond 007: Licencia para Enamorar'. -Haciendo las poses que ella cree son las de un A
