**El resuello de Diego** cortó el aire viciado de la celda como un cuchillo oxidado. —*Ya les dije a la Fiscalía. Voy a admitir los cargos. Punto.* **Mark** se inclinó hacia adelante, los antebrazos apoyados sobre la mesa de metal fría. Su voz fue un filo de navaja envuelto en seda, apenas audible: —*Tu hermano está en La Guaira. En un lugar donde ni los fantasmas saben buscar.* **El crujido de los nudillos de Diego** al aferrarse a la mesa resonó antes que sus palabras. Por primera vez, **su máscara de resignación se quebró**, dejando al descubierto el miedo y algo más: **rabia contenida**. —*¿Cómo… carajos…?* **Lucía Blackwood** no le dio tiempo de dudar. Deslizó una fotografía sobre la superficie manchada de café: **Javier Mendoza, vivo**, sentado en un café del malecón, la

