Un nuevo día había llegado después de la tormenta que se vivió en el Bufete "Valdez y Asociados". Esa mañana el aroma a jazmín y lavanda flotaba en el aire del vestidor de Lucia mientras se colocaba sus aretes de diamantes. Su traje de seda negra caía a la perfección sobre sus tacones de 10 centímetros, cada movimiento suyo estudiado para proyectar elegancia y autoridad sin esfuerzo. —Alfredo, ¿está listo el café? —preguntó sin alzar la voz. —Por supuesto, señora Blackwood, ya María lo sirvió y aguarda en el salón —respondió el mayordomo desde la puerta—El señor Reynolds acaba de llegar. Lucía tomó su bolso del tocador y pasó al salón principal, donde la luz del amanecer bañaba los muebles de diseño. En el salón principal, Mark esperaba junto al ventanal, impecable en su traje azu

