LA RUTINA

2016 Words
5: 30 a.m. Bip bip .....bip bip !!!! Si, si ya te escuche ..... un bostezo y salto de la cama.... Y ahí vamos de nuevo al Gym... No soy una chica super model, pero gusto de cuidarme. Me mantengo activa y eso me carga de pilas para el resto del día. 7:30 am corro, tomo la ducha mañanera, arreglo mi cabello, un desayuno ligero y listo!! Directo a la oficina. No es q haya muchas opciones en mi ciudad, pero, es de lo mejor que hay; soy perseverante y mis buenas notas abrieron puertas. La empresa me da opción a superar mis expectativas, así que es bueno esforzarse sabiendo que hay recompensas. Mientras me dirijo al trabajo ( caminando) puedo darme el lujo de observar el cielo y me doy cuenta que es especialmente mas azul de lo normal. Al llegar, como siempre soy la primera, no es raro dice mi cabeza: -Algún día, solo algún día podría llegar alguien primero que yo.... por favor saco eso de mi cabeza sabiendo lo imposible que es. Bien me instalo, sonrió y directo el clavado al monitor, preparo todo para el jefe, alisto documento bancarios, analizo gastos y facturas, y el día corre; y en tanto papeleo escucho el motor de un hermoso coche y ahí aparece el jefe; puntual como cada Lunes. Ellos viven en otra Ciudad, a unas 4 hrs. de la mía, que es bien sabido que sus hijos antes de tres llegan; la velocidad es algo inevitable para ambos. Mi jefe es un hombre serio y recatado de 62 años "en apariencia", comentan las malas lenguas que entre alcohol y mujeres despilfarra su tiempo. Para su edad está mas que conservado, sin contar las cirugías estéticas en su rostro, así es luchaba con vanidad el paso del tiempo. Cuando joven formó su empresa y ahora con 6 sucursales es un buen ejemplo a seguir. También se rumora sobre su mujer, que es una señora de carácter que parece que es ella quién lleva los pantalones, un grito y el pobre marido hasta los nervios le ganan; ahora entiendo la falta de pelo de mi jefe. Tiene 3 hijos, 2 hombres y una mujer; no conozco a la chica pero se que es un hígado mimado, que se le consiente cuanto pide, está casada con un bueno para nada que vive a costillas de los suegros. Su hijo mayor es un arrogante y le gusta lucir sus coches, terminó una carrera por su madre, pero no es responsable tanto así que hasta hoy fecha no figura en la empresa, en cambio el menor es de mi edad, 21 años y roba una sonrisa con solo oler su loción, de buen gusto con su vestir, serio, educado, y para nada deja solo a su padre, cuando llega derrite mis oídos al escuchar sus pasos. - BUENOS DIAS!!! O por Dios! Esa voz ronca y varonil hace eco no solo en la oficina, sino también en mi estómago. Es alto, pese a que su papá no, bien formado, se nota que se ejercita o al menos está bendecido por Dios con ese cuerpo. Asomo mis ojos de entre documentos y regreso el saludo con mucha seriedad, pero con toda gracia podría darle un buen abrazo, lástima debo guardar compostura es el hijo del jefe. ¿Por qué soy tan seria?, me reprocho siempre; en casa el buen ejemplo y respeto siempre se puso por arriba de todo. Pero a veces deseaba ser un poco diferente, no sé, mas expresiva quizá. Pero no, el rubor siempre iluminaba mis mejillas y me traicionaba sin más. Continuando con el día, espero el llamado de mi jefe; estoy ansiosa de ver nuevamente a su hijo; claro si soy capaz de levantar la mirada. ¿Y por qué no?, hoy es el día, hoy llamaré su atención, estoy decidida. Bien, esperando ya lista que ilumine en verde el botón de llamado para entrar a la oficina del jefe, muevo mi tacón como si fuese un trompo y mi manía de llevar el lápiz a la boca. La luz es verde, momento de entrar; tomo todas las carpetas, mi robusta agenda, chequera y demás artilugios, camino a su puerta, que es continúa a la mía, un hondo respiro y toco. -PASE!! Mis zapatillas hacen el honor de llegada y ambos voltean a la vez ( Dios me derrito, la oficina está inundada de su perfume)cierro la puerta con un: -CON SU PERMISO SR. JOEL -Adelante Danna, pase.. que tenemos hoy? Paso cerca del escritorio de junto y ahí está su hijo Diego, tan guapo!!. Noto de reojo que está pegado a la pantalla de su teléfono y levanta la mirada; se que esta clavada en mi trasero, pues sin querer eh tirado mi bolígrafo y al flexionarme por él se que por nada se pierde el espectáculo, giro para abrir la ventada pues hace calor y ahí confirmo mis sospechas, el no ve mi cara ve MI TRASERO, y de cierta forma me siento ofendida, mi cabeza en automático: -CABRÓN, NO PUEDES VER MEJOR A OTRO LADO. Hice una mueca de incomodidad y si, lo notó, vio mi cara y se volvió a su celular sin antes dibujar una sonrisa un tanto burlona. Cabronazo, pensé. Bien me concentré en lo mío, hice lo que se hacer y terminé cuanto antes. Ya para retirarse el Jefe acostumbraba despedirse con un apretón de mano. Lástima que su hijo solo decía hasta luego con permiso. Quizá tenía una novia celosa o simplemente no le agradaba como para saludarme, en fin, no tenía tiempo como para preocuparme por eso. Al final del día, terminaba exhausta pero nada grabe; papá siempre me inculcó ser productiva y nunca quejarme. Llegar a casa era un deleite para tirar esas zapatillas, que como cansaban después de oficina, Banco, comida y demás deberes. Qué cómodo entrar en mi pijama leer un poco y hacer lo que mas me gustaba dibujar. Así corrían los días, meses, al punto que sabía de memoria la rutina. ☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆ ☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆ 《YO》 Mi nombre es Danna, nací en una Ciudad sencilla, sin mucho movimiento donde era fácil conocer casi a todos sus habitantes, puesto que un buen porcentaje éramos familia y en realidad eso no me molestaba para nada, aunque muy en el fondo quería conocer el mundo, soñaba con viajar y viajar... Pero al ser " chica de casa" había reglas que seguir y eso atoraba mi zapato. Siempre fui buena en la escuela, no encontré problema para aprender en cualquier materia, sabía que si me proponía lograba el objetivo a como fuera; disfrute mucho mis años escolares.... mmmm aún cierro los ojos y logro encontrar el olor a libro nuevo, ¡¡¡que delicia!!!. Lamentaba que mis padres no me hubieran dejado estudiar una carrera, nunca entendí las razones y pretextos que me dieron. La mayoría de compañeros si corrieron con suerte; Fátima mi única mejor amiga tenía el permiso pero no las ganas, decía que el estudio le sacaba ronchas, prefería la fiesta y los novios; quién era yo para juzgarla al contrario cada que se podía la pasábamos muy bien. Aunque no era muy agraciada en el AMOR, que en realidad nunca me importo estar sudando la mano con medio grupo, era feliz así en mi mundo en mis gustos y placeres por el estudio y el arte; pero, no quiere decir que no tuve mis galanes, que por una razón u otra siempre me tocaban unos patanes, el último si saltó la línea. Ernesto un feo elegante con su 1,90 de estatura, se ponía cualquier cosa y le venía bien, ojos marrones pequeños, de cuerpo esbelto pero de buen gusto al tacto. Estuvimos casi dos años y pese a que mis amigas decían que era simple, me enamoré. La realidad es que nunca fui por el físico sino por la compañía agradable, pero, también tenía mis preferencias, por supuesto, siempre la altura contaba y unas manos varoniles grandes me atraían. Cuando el muy cobarde de Ernesto se dio el lujo de ponerme tremendos cuernos y mandarme al carajo, seguía molestándome como si yo no tuviera dignidad, éste continuaba rogando con llamadas, mensajes y para rematar me seguía al trabajo. De a poco comenzaba a sentirme una presa y eso estaba hartando. -De verdad que no tiene respeto y orgullo, tremendo animal y nada que entiende; a más de decirle mil veces que se aleje no entiende este NECIO!!! YA ME TENÍA AL LÍMITE, TENIA A LA OTRA, PERO SEGÚN ÉL "NO QUERIA DEJARME", ¡QUE CABRONAZO!. Miro mi reflejo en el espejo y sí, "que hay de interesante en está mujer", dice mi enemigo mental; Sigo observando mi 1.62 de estatura y mi complexión delgada. Me detengo en mis caderas, que no son para nada pequeñas, giro mi cuerpo y localizo mi trasero en buena forma; no es exagerado, lo suficiente para arrancar miradas y me pongo algo orgullosa, es decir no debo quejarme por eso. Mi cabello obscuro llega a media espalda, no es lacio ni rizado, lo describiría como ondulado accesible. Llegan mis manos a mi busto que con sus 34b me hace sentir cómoda. Levanto la mirada y me pierdo en mis grandes ojos verdes, de pestañas largas y abundantes, mismos que cierro para agradecer a mi madre que me heredó. -¡DANNA!!! Grita mi mamá; yo solo fruncí el seño y acudo a su llamado. Y bien, la semana era una locura, pero los fines de semana en casa realmente eran peor. Toda la familia se reunía y aquello era una fiesta total, después de todo venía saludable la convivencia con las personas que realmente me quieren. Mamá ha sabido arreglárselas con 7 hijos. Soy la penúltima de la familia con los mismos privilegios que el resto. Nunca la mesa era suficiente para servir, por lo que a turnos nos acomodábamos; era divertido escuchar historias entre hermanos, reír a carcajadas una garantía. Me sentía dichosa aún cuando nuestra clase no permitía lujos y de niños nos limitamos mucho. Pero gracias a los buenos valores de mis padres, nos abrimos camino cada cual y nos iba mejor. Por mi parte, gracias al cielo subí como espuma, en menos del seis meses escalé rápidamente, de ser una simple recepcionista a asistente del jefe. Para muchos no era posible, para otras la envidia era evidente; nunca di importancia y claramente nunca necesité de artimañas para merecer ese puesto, lo gané a pulso y sudor. Tanto fue así, que decidió mi jefe permitir adjuntar mi firma para cuando se necesitaba usar la chequera; había total seguridad por mis valores, era absolutamente de confianza para él, gracias a ello me embolsé un puñado de enemigos. Las murmuraciones no se hacían esperar, nunca se había visto en la historia de la empresa un acto así, una simple empleada firmando cheques y tomando decisiones por el Jefe, "¿QUE DEMONIOS HICE?", ¿QUÉ ME HACÍA DIFERENTE A LAS DEMÁS? era la queja cotidiana, especialmente en aquellas cacatúas copetonas. Tal era su veneno que incluso creían que era amante del Jefe, si, solo eso podían pensar después de tantos años y seguir en el mismo lugar. Mi desempeño cerraba bocas con un látigo de inteligencia. Sus murmuraciones me importaban medio cacahuate, total eso no bajaba mi depósito quincenal de salario. Entre mis deberes había que visitar de vez en vez algunas sucursales, con el fin de checar cuentas y analizar ingresos. Realmente era gracioso el gesto de enojo y los ojos de fuego que sin disimulo me dejaban ver. Algunas abiertamente me enfrentaban para decirme "que les caía mal"; yo no tenía tiempo de discutir. La única rescatable era Rebeca, con quien había buen trato. Era la chica de recepción, de carácter relajado, bajita de estatura, pelo alborotado, joven, simpática y divertida. Los almuerzos eran agradables, algunas tardes cuando el trabajo lo permitía nos hacíamos compañía. Sin duda la poca diferencia en nuestra edad nos hacía mas compatibles. ¡Me gusta mi trabajo y cada día me alegro de estar ahí!
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