16. Sin siquiera levantar un dedo.

1211 Words

El silencio en el coche es espeso, casi tangible. Vicente me mira con esa mezcla de furia y deseo, su mano aún en mi cintura, como si no quisiera soltarme. Y, a decir verdad, tampoco lo hará. No mientras siga obsesionado conmigo. Lo más irónico de todo esto es que, cuanto más intenta controlarme, más se enreda en su propia trampa. Yo siempre tengo la ventaja, aunque él se convenza de lo contrario. El coche se detiene frente a mi apartamento. Vicente no dice nada, pero su mano se aferra a la puerta, como si no quisiera dejarme ir. Está en ese punto de quiebre donde la frustración y la atracción chocan, y no sabe cómo manejarlo. —¿No me vas a invitar a subir? —me pregunta, en un tono que intenta ser casual, pero falla estrepitosamente. Le lanzo una mirada de incredulidad, divertida por su

Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD