Noche en el club

1556 Words
Carlo se encontraba feliz, tan solo faltaban dos días para la boda, por fin podría tener a su lado a la única chica que le ha robado la razón. Piensa que pronto logrará que lo ame, que será fácil dominarla, la hará a su manera, será el primer hombre en su vida y el único en su corazón. Cumplirá la promesa echa a Sonia, la llevará a vivir a Italia, él es el jefe de la célula más poderosa de la mafia en ese país, entre sus planes está mantenerla la mayor parte del tiempo encerrada en su mansión, así evitará que le hagan daño, será la madre de sus hijos y no la expondrá al peligro, solo saldrá con él cuando sea necesario, por supuesto que a eventos sociales importantes tendrá que asistir, es una hermosa joya digna de lucir. Pidió a Sonia que organizara la boda, tenía que ser un evento para recordar, tenían que evitar que se filtrara a los medios, en Estados Unidos no deseaba llamar demasiado la atención, en ese lugar es un respetable hombre de negocios, es su carta oculta ante cualquier eventualidad en su país, jefes de otras células desean adueñarse de su territorio, lo defenderá hasta el final, pero sin arriesgar a su familia, ya perdió a sus dos hermanos, no perderá a nadie más. Mía se acostumbrara pronto a la compañía de su madre, es una mujer cariñosa que dejó todo por seguir a su padre, ella enseñara a su mujer la manera correcta de comportarse para estar a la altura y ser digna esposa de un jefe como él. En Italia tiene listo un grupo de mujeres guardaespaldas que serán las que cuidarán en todo momento a Mía, en Los Ángeles solo cuenta con ocho hombres encargados de su seguridad, traer más vigilancia llamaría la atención. Por la noche Mía y Thara planeaban escaparse para ir a un club, Sonia insistía en no dejarla salir, pues debía estar descansada para la boda, Thara la ayudó a escapar por la ventana de su habitación que daba al jardín, había un enorme árbol junto a su ventana por el que descendieron fácilmente. Carolina también lo hizo, espero a que su madre entrará en su habitación para poder escapar, Sonia creía que su hija no se daba cuenta de que los fines de semana metía a su amante en la habitación, estaba segura de que no notaría su ausencia. Fuera de la casa las tres chicas reían, habían burlado fácil a los de seguridad, estaban por subir al auto de Thara cuando el jefe de seguridad se acercó, conocía a Mía desde pequeña, era un hombre mayor al que ella le tenía mucho cariño. —Mía la señora Sonia se pondrá furiosa si se entera de que han escapado. —Tío Jerry, Sonia no tiene por qué enterarse. —Me meteré en serios problemas si lo nota. —Prometemos llegar a buena hora, ella estará ocupada toda la noche en su habitación con el abogado, imagino que no saldrá hasta la mañana. —Está bien haré como que no he visto nada, señorita Caroline, sabe que su madre la encerrará a sí se da cuenta de que ha salido con la señorita Mía. —Tomaré el riesgo, no te preocupes por nosotras. Las chicas subieron al auto y se alejaron a toda prisa de ahí, en la entrada del club había una fila enorme, Thara conocía a los chicos encargados de la seguridad del lugar, quien al verla enseguida la dejaron pasar, la cubana les agradeció con un coqueto guiño. Subieron al área VIP, les dieron una mesa justo al lado de las cabinas, las cuales eran muy exclusivas, solo el dueño y personas muy importantes las ocupaban, Thara y Caroline pidieron algunos tragos, Mía pidió solo limonada, recordaba lo que pasó la vez que tomó licor y no quería repetirlo. El ritmo de la música cambió a uno más movido, las tres chicas bajaron a la pista, empezaron enseguida a bailar, moviendo sus caderas con ritmo, Mía pensaba bailar hasta ya no poder, quizá sería la última vez que podría divertirse, esa salida era algo así como su despedida de soltera. Del interior de una de las cabinas salió Cambell, estaba acompañado de algunos amigos, le llamó la atención el grupo de chicas que bailaban divertidas en la pista, al observarlas reconoció a una de ellas, una sonrisa se dibujó en su rostro al recordar la noche que pasó con ella, esa morena era fuego puro. Pidió a dos de sus amigos que lo acompañarán, quería que distrajeran a las amigas de la morena, eran muy bonitas, si al menos Ahmed le hubiera mostrado el video de los pasillos del hotel cuando Mía salía de la habitación con Thara, sabría quién era la chica a la que estaba buscando, pero no tenía ni idea. Ahmed había regresado a Nueva York, los amigos de Cambell insistieron en que se quedara, el rubio era una persona alegre y le sobraban amigos que lo buscaban para salir a divertirse. Bajaron a la pista sus amigos abordaron a Mía y a Caroline, Cambell se acercó a la morena que bailaba con los ojos cerrados, moviéndose sensualmente sintiendo el ritmo de la música, se colocó detrás de ella y pasó su brazo por su cintura, Thara abrió los ojos, se volteó y le pego tremendo golpe en la cara, Cambell se sobó la mejilla, la morena abrió los ojos desmesuradamente al ver de quien se trataba. —Lo siento chico, no pensé que fueras tú. —la cubana estaba roja por la pena. —No te preocupes, debí hablarte antes de acercarme a ti de esa manera. A pesar del golpe, la reacción de la chica le agrado, eso indicaba que no se dejaba tocar por cualquiera. Thara paso su mano por la mejilla de Cambell, la zona donde recibió el golpe se había inflamado y Lucía enrojecida. —Tienes muy buena mano, aunque un poco pesadita Le dijo sonriendo mientras se volvía a sobar. —Lo siento, en verdad discúlpame. Cambell la tomó de la mano y la llevó a la cabina, Mía y Carolina continuaron bailando con los otros chicos, al entrar en la cabina coloco el pasador de la puerta, se sentó frente a la chica y le ofreció una bebida, Thara observó que tenía muy buen gusto, las botellas que ahí se encontraban eran de lo mejor. Tomó la copa que él le ofrecía y se la llevó a la boca, tomó un poco del contenido y después limpio sus labios con su lengua, para Cambell eso fue una clara invitación a besarla y no pensaba despreciarla. —Déjame comprobar si tus labios tienen ese dulce sabor que aún recuerdo. Thara sonrío al escucharlo, se acercó y la beso, ella respondió enseguida a aquel beso, ese guerito la ex citaba nada más al verlo, recordaba lo bien que la pasaron esa noche y lo hábil que era en la cama. Se retiró de él un poco, Cambell pensó que tal vez no le había gustado el beso, iba a decir algo, pero se quedó callado al observar lo que la morena hacía, se quitó la blusa y se montó sobre él, lo beso intensamente mientras le quitaba la camisa, en un momento los dos se encontraban desnudos. El rubio la tomó por la cintura y se colocó detrás de ella. —Espero que esta vez no me vayas a golpear. Thara sonrió mientras inclinaba su cuerpo hacia adelante, invitándolo a disfrutarla de esa manera. Los gritos ahogados de la chica se perdían en el bullicio que había fuera de la cabina, nadie imaginaba lo que sucedía dentro. Después de un rato se encontraban los dos completamente sudados, recostados sobre el sillón, las cabinas contaban con un pequeño baño privado, por lo que pudieron asearse antes de salir, esta vez intercambiaron sus números, deseaban continuar en contacto. Mía y Caroline se encontraban ya en su mesa, acompañadas aún por los amigos de Cambell, uno de los chicos invitó de nuevo a Mía a bailar, ella accedió con gusto. Al estar bailando sintió que la tomaron por el brazo, apretándolo fuertemente, al voltear pudo ver la cara de furia que tenía Carlo. — ¿Qué demonios haces aquí bailando con este tipo? — Qué te importa, aún no somos nada. Carlo se fue sobre el chico, le propinaba un golpe tras otro, Cambell bajó enseguida tratando de detenerlo. —Espera amigo, tranquilo, es tan solo un chico. Logró detenerlo, el chico estaba cubierto de sangre. —Eres un maldito salvaje —exclamó Mía mientras lloraba. —Tú eres solo mía, nadie más puede acercarse a ti, no sé cómo carajos lo has permitido. La tomó de nuevo por el brazo intentando llevarla con él. —Vine con mis amigas y con ellas me voy. —No me tientes Mía Davis, te irás conmigo. Mía lo empujó, su contacto era molesto, no lo soportaba. —Dije que no me iré contigo imbécil. Carlo la tomó y la cargo sobre su hombro, Mía desesperada lo golpeaba, pero parecía que sus golpes no lo lastimaban. Cambell observó aquella escena, sin atreverse a intervenir, imagino que aquella chica era la Prometida de Carlo, se dio cuenta de que no parecía estar enamorada en lo absoluto.
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